El futuro de la iglesia, de los cristianos, no del Vaticano: Boff
José Antonio Román/ I La Iglesia católica está ``profundamente dividida'' a nivel mundial, por un lado hay sectores ``ligados y coptados'' por el ``poder imperial'', y por el otro, grandes comunidades de cristianos que han optado por la justicia social, por los pobres y su liberación, y abiertas a las culturas, afirma el teólogo brasileño Leonardo Boff.
En su análisis sobre el momento que vive la institución eclesiástica, considera que el Vaticano ha conseguido ``encuadrar'' a toda la Iglesia dentro de su perspectiva de orden, disciplina y obediencia, que prácticamente la ha occidentalizado.
Leonardo Boff y su esposa, Marcia
Miranda. Foto: Ernesto Ramírez
Considera que, a los ojos de los pobres, la Iglesia está cada vez más ligada al sistema mundial de mercado, sin un sentido profundo de la justicia social y contraria a aceptar las diferencias con las iglesias de Asia, América Latina y Africa, para enriquecerse y mundializarse.
En amplia entrevista con La Jornada, Boff, considerado como uno de los principales teólogos de la Liberación, descarta la posibilidad de un cambio en esta política ejercida desde el Vaticano, aunque señala que el futuro de la Iglesia no pasa por la institución, sino fundamentalmente por los cristianos comprometidos con el ideal de Jesús.
Sin embargo, también expresa su confianza de que se realicen cambios importantes, pero que éstos serán impulsados y dados por los cristianos, quienes al margen del Vaticano, asuman el sueño de Jesús y lo lleven a adelante a pesar de la curia romana.
``Ojalá que estos cristianos no den mucha importancia al Vaticano, a su poder y a lo que la Iglesia dice, porque más y más no se interesa por los problemas concretos de la humanidad, sino por los intereses corporativos. Creo que esta posición es una profunda equivocación de Roma y no podemos ser víctimas de esas políticas ni rehenes de ellas''.
En este mismo sentido, señala que se debe buscar lo mejor del evangelio y articularlo con los anhelos humanos, "sumarnos a las fuerzas buenas de la humanidad y construir una humanidad mínimamente digna, generosa, sensible, para que seamos hijos de la alegría y no hijos del valle de lágrimas".
Hombre de 57 años, una veintena de ellos como religioso franciscano, debió renunciar a su sacerdocio jerárquico en junio de 1992, luego de fuertes y prolongadas diferencias con Roma, que lo llevaron incluso a un año de silencio, impuesto por el Vaticano como castigo a su pensamiento y opiniones. Hoy en día, está casado con Marcia Miranda, activa promotora de la comunidades de base, defensora de los derechos humano en el Brasil, y quien lo acompaña prácticamente en todos los viajes que realiza.
Boff, desde su experiencia personal, habla extraordinariamente del matrimonio, y lo califica como un ``gran camino de santidad'' del hombre. ``Si alguien viniera y me dijera quiero ser perfecto, quiero santificarme, yo no le diría entra al convento, le diría casate. Yo me siento más completo como hombre, como teólogo, como cristiano...'', dijo durante una de las múltiples intervenciones que ha tenido en nuestro país durante la última semana.
Sin embargo, lamenta la actitud del Vaticano con aquellos que dejan el sacerdocio. ``Cuando uno deja de ser sacerdote, no baja a ser laico, sino baja a sub-laico, es decir, se es menos que un laico, porque uno no puede enseñar catequesis, ni leer la biblia en la Iglesia, ni compartir nada del cristianismo; eso es una injusticia, una ofensa a los derechos humanos, que es practicado desde el derecho canónico.
``Pero yo me siento cristiano en la comunidad teologal, en la comunidad que vive las señales de la gracia del sacramento, y si no hay sacerdote yo lo hago, y si hay sacerdote, muchos me invitan a hacerlo juntos''.
Para Boff, la imposición del orden, la disciplina y la obediencia por parte de Roma, ha implicado que las singularidades de las iglesias locales de Africa, Asia y América Latina no aparezcan, ni tengan mucho valor.
Esto significa que la Iglesia se edifica hacia dentro. el único que lleva un discurso profético hacia afuera es el Papa, pero no anima a las fuerzas del pueblo cristiano para que siga adelante con mayor vigor.
``Entonces, creo que es más y más una iglesia occidentalizada, que no se abre a una dimensión mundial y que se torna a los ojos de los pobres cada vez más irrelevante, y cada vez más articulada al sistema mundial de mercado, sin sentido profundo de la justicia social a nivel mundial, ni valora las diferencias culturales'', afirma, con un marcado acento portugés.
-¿Entonces, cuál es el futuro, desde tu perspectiva, de la Iglesia católica en el mundo y en América Latina?.
-Yo creo que a nivel mundial, la Iglesia está profundamente dividida, por un lado sectores ligados y coptados por el poder imperial, que sigue la tradición y se articula con los poderes del mundo y de la cual muchos y muchos cristianos están emigrando porque no la ven en su misión profética, verdaderamente cristiana. Y por la otra, grandes e importantes sectores de la Iglesia catolica mundial, que han optado por los pobres, por la justicia social a nivel mundial, por la liberación, y ven la función de la Iglesia no como poder, sino como servicio, y por eso abierta a todas las culturas.
``Ahora, la Iglesia es un cuerpo dividido. Creo que el futuro de la Iglesia no pasa por la institución, que es cada vez más occidental, sino pasa por las iglesias que llevan la liberación, porque tienen una palabra qué decir, que encarnan las culturas y permite ser mundializada en la medida en que se ocupa de los valores y los temas que son realmente mundiales, como el hambre, la pobreza, la violencia, la necesidad de una convivencia pacífica, y ahí sí creo que la Iglesia está fiel a su origenes, y fiel también a los anhelos mejores de los seres humanos''.