Quiere usted ver la historia de México en microscopio? Concéntrese conmigo en un solo punto: La hermosa ciudad de Tlacotalpan en la ribera del Papaloapan, al sur de Veracruz. Ahí podemos observar todos los estratos, desde el subsuelo prehispánico hasta nuestros días.
Se ha comparado a Tlacotalpan con el Macondo de los Cien años de soledad (García Márquez, cuando conoció aquélla y después de saber del árbol infinito de su imaginería popular, dijo que ahí hubiera inventado un relato de ``mil años''). Para una cala histórica de Tlacotalpan me voy a reducir a modestos cien años.
Qué tan distinto es hoy Tlacotalpan de sí mismo del que fue al final del siglo XIX? Qué no ha cambiado? Qué no va a cambiar?Hace cien años Tlacotalpan y todo el país vivían la etapa tardía del porfiriato. Una estabilidad y una paz social en las que hervía, amenazante, la inconformidad. El puerto fluvial aplaudió y luego padeció un ensayo de modernización: la penetración ferrocarrilera y el incremento del tránsito comercial por el Papaloapan con vapores de piso plano. Se convirtió en un importante puerto subsidiario del Veracruz. La situación política era preocupante. El régimen personal rebasaba los 30 años, la desaparición del Porfirio Díaz era un hecho biológico que se aproximaba. Un grupo compacto de jóvenes tecnócratas (``los científicos'') se preparaba para tomar el poder. Se percibía el peligro de una ruptura en una sociedad severamente dividida en clases y castas).
La situación actual en Veracruz y en México es muy semejante a la del porfiriato, comparada en trazos de brocha gorda. La incapacidad de generar los cambios políticos provoca hoy como entonces la descomposición del autoritarismo y la ruina de la modernización. Por fortuna en Tlacotalpan, como en todo el país, ha surgido la conciencia de lograr una evolución sin violencia, la que no pudimos completar hace cien años.
Tlacotalpan aportó a la revolución ideas y hombres progresistas, y luego de tiempos muy difíciles vivió una etapa de latencia que terminó con el alemanismo. Gracias a las grandes presas se pudo ``administrar'' el caudal hidráulico de la cuenca. Esto propició una revolución agrícola y electrificación, educación y comunicaciones.
En los tiempos prerrevolucionarios un viajero empleaba cinco horas por río y mar para llegar a Veracruz, y dos días completos a la ciudad de México. Hoy se está en el puerto en una hora y media y en la capital en cinco horas por autovías modernas. En los últimos años la transportación popular se ha encarecido y el sistema ferroviario ha llegado a una decadencia probablemente irreversible. Durante el siglo, el estado y Tlacotalpan han sido beneficiarios de un magno esfuerzo educativo que llegó a su apogeo en 1978. A partir de 1982 los recortes presupuestarios afectaron la educación al grado de que en el estado resurgió el analfabetismo en forma alarmante. Tlalcotalpan se mantiene como un polo, con varios cientos de alumnos de educación media y superior procedentes de todo el estado.
Tlacotalpan está recibiendo una dosis ``cultural global'' a través de la televisión. Esto no parece haber debilitado la identidad local. Por el contrario, ha utilizado los medios de masas para propagarse y afianzarse. La eliminación de las enfermedades endémicas redujo la mortandad y provocó en la región una explosión demográfica semejante a la de todo el país.
México pasará de 14 millones de habitantes de principios de siglo a casi cien al final. La respuesta a las demandas múltiples de una población expansiva ha sido pobre, porque la distribución inequitativa del ingreso ha impedido la consolidación de la economía de mercado y del ahorro interno. Se ha acudido al endeudamiento externo a tal punto que la proporción sólo para el estado de Veracruz rebasa 20 millones de dólares.
Tlacotalpan vivió desde 1940 con el ``partido casi único''. Hoy, como casi en todo el estado y el país, está aumentando la vocación política. Un popular candidato independiente circunstancialmente por la oposición arrolló al oficialista en la elecciones municipales de 1995.
Después de un siglo de cambios y retornos lo que parece indestructible en Tlacotalpan es la inclinación por el arte, estimulada por un núcleo ciudadano heredero de la cultura liberal del siglo pasado. En cantidad y calidad sorprendente se produce hoy pintura, música, poesía, novela, investigación histórica, rescate urbano, una variedad de fina artesanía.
El mejor fruto de este esfuerzo es la propia ciudad, situada con un entorno magnífico a la vera del río majestuoso, rodeada de espacios llaneros. Es hospitalaria y limpia, de colores sonrientes. En ella se practica el arte de vivir. Expresión del apego a la existencia y a la libertad que se recrea cada día en el disfrute de un paisaje luminoso y cambiante, en el gusto por la amistad y la conversación, en la excelente gastronomía, en el contacto con la naturaleza y la vida campirana.
Una décima de don Guillermo Cházaro Lagos cierra esta colaboración:Ya me quiero despedir/ y les canto lo que sé,/ en mi tierra tengo fe/ y conozco su sentir/ y se los voy a decir:/ mientras el pájaro cante/ y madrugue el labrador/sabiendo que es un primor/ la aurora que lo levante/ el jarocho irá adelante.