Suprimir a 3 mil millones de seres humanos, meta neoliberal: Boff
José Antonio Román /II y última Marcado por la destrucción, la perversidad y la victimación, el modelo económico neoliberal ``no tiene futuro", pero el "costo de muerte'' lo están pagando miles de pobres diariamente, afirma Leonardo Boff a La Jornada.
En una feroz critica contra este modelo, el teólogo de la liberación y ex religioso franciscano señala también que la humanidad vive hoy la ``edad de hierro'' de la globalización mundial. La aplicación del neoliberalismo exige ``dosis extremas'' de violencia, sometimiento y explotación de los pueblos, sostiene.
Leonardo Boff, en el convento de San Joaquín.
Foto: Francisco Olvera
La lógica del mercado mundial del neoliberalismo supone una humanidad de 2 mil millones de personas, por lo cual dicho modelo trabaja también por la destrucción de los 3 mil millones restantes, que los excluye incluso de la vida.
De acuerdo con datos de instituciones mundiales como la Organización de Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se desprende que el ``capital'' exige cada dos días el sacrificio de 200 mil personas en el ``altar del mercado'', y de millones más que carecen de salud, educación y vivienda.
Durante la entrevista, realizada en la iglesia del convento de San Joaquín, al término de una sesión vespertina del taller Teología de la Liberación y crisis, que impartió durante su estancia en la ciudad de México, Leonardo Boff calificó también a este sistema, como un modelo ``profundamente antinatural e inhumano''.
Estimó que los obispos ya se han dado cuenta que la dilaceración del cuerpo social, el aumento de los pobres, el hambre como nunca antes se había visto en América Latina, no es fruto del marxismo, que ya no existe, sino es producto del capitalismo feroz que ``muestra ahora su rostro perverso'', asegura.
La jerarquía eclesiástica, añade, está despertando a esto, porque ve y escucha concretamente el grito de los oprimidos y llega a su propia piel. Las iglesias son cada vez más pobres, los seminarios, más imposibles de sostener, las parroquias tienen más dificultades financieras, porque los feligreses son también cada vez más pobres.
Entonces, agregó, los obispos se dan cuenta que no se puede llevar adelante el proyecto eclesial en el mundo del neoliberalismo, sin asumir nuestra misión profética de denunciar y de animar al pueblo a que resista y avance en la construcción de una sociedad con los ideales permanentes del evangelio.
Agrega que aun cuando existen algunos sectores de la Iglesia que son beneficiados por el sistema, que están ligados y coptados por él, son más y más los obispos que ``eran del sistema, y ya se han dado cuenta de su perversidad e injusticia, y que la herencia del evangelio que tienen dentro de sí es alejarse de ese sistema y acercarse a animar la resistencia'', precisa.
No obstante, aclara que contra el neoliberalismo no basta sólo la denuncia, sino animar a los grupos de cristianos para que formen autogestión y organicen presiones sistemáticas sobre los gobiernos, con el fin de obligarlos a cambiar estas políticas y aplicar otras más sociales.
``Creo que aquí está la verdadera dimensión liberadora de las iglesias'', afirma.
Irremediablemente, dice, la presión será tanta y tan articulada, que tarde o temprano se obligará a los ``países centrales'' a cambiar su estrategia, a conceder más y recomponer las diferencias abismales que hoy existen en el mundo y en cada país.
Boff, quien este domingo continuará su viaje a Miami y Puerto Rico, donde estará la próxima semana antes de regresar a su nativo Brasil, considera que el ideal bolivariano de la ``patria grande'' sigue siendo vigente aun en medio de esta globalización, porque muestra cierta unidad ecológica, cultural y, sobre todo, espiritual.
Añade que esta realidad latinoamericana no debe desaparecer dentro de una visión de una humanidad más abierta, de una globalización que se hace respetando diferencias y articulando las culturas. ``Entonces caminamos hacia una convergencia en la diversidad, no homogeneizadora, como lo es la tendencia vigente, desde la imposición de la cultura estadunidense occidental''.
En este mismo sentido, confía en el aporte que la ``patria grande'' latinoamericana puede dar a la humanidad, y que estas diferencias no sean obstáculo para el diálogo, la reciprocidad, la composición de otras culturas. Hay que trabajar en lo local-continental, pero abiertos a lo global-mundial, manifiesta.
Sobre el futuro de la Teología de la Liberación, dijo que ésta, en estos momentos, no puede ser ni es la misma que la de los años setenta u ochenta.
``La década de los 90 nos preparó grandes sorpresas históricas, como la conclusión de la guerra fría, la caída del muro de Berlín y la emergencia de dos fenómenos que son un reto para cualquier inteligencia mundial: por un lado el mercado mundial, con la primera homogeneización de todo el espacio humano, y por otro, lentamente, la conciencia planetaria de que vivimos en el único planeta que tenemos, que es la Tierra, y donde tenemos un destino común. Es decir, hay una conciencia planetaria de todos los problemas.
``La ecología no se trata sólo de las cuestiones ligadas a lo verde o a las especies en extinción. La ecología significa un nuevo paradigma; quiere decir una nueva forma de organizar el conjunto de relaciones de los seres humanos entre sí, con la naturaleza y con su sentido en este universo. No fuimos creados para que estuviéramos sobre la naturaleza como quien la domina, sino para que estuviéramos junto con ella, como quien convive como hermanos o hermanas.
``Hoy no sólo los pobres deben ser liberados, sino también la Tierra debe ser liberada del cautiverio de un tipo de desarrollo que le niega dignidad, dilapida sus recursos y quiebra el equilibrio tejido en millones de años de trabajo cósmico.
``El grito de los pobres se viene articulando con el grito de la Tierra. De ahí se amplía a la Teología de la Liberación verdaderamente integral y universal, porque concierne a todos y al planeta entero. La experiencia ecológica permite un nuevo rescate de lo sagrado de la creación y una nueva imagen de Dios'', dice Boff, en un pequeño escrito donde se refiere al tema de su próximo libro.
Durante la entrevista, el teólogo cita lo que puede considerarse su sueño, su ideal: ``Que los seres humanos descubran el gran significado del mundo, de la naturaleza, del cosmos; que se den cuenta que tenemos un mismo destino, que tenemos un mismo origen, y que vale la pena mantenernos en esta arca que es el planeta, y que fuera de ella no hay salvación''.