La Jornada 10 de abril de 1996

Habrá un estallido social en EU por la ola racista, prevé Edward James Olmos

Hermann Bellinghausen, enviado /I, La Realidad, Chis., 9 de abril ``La única manera en que Hollywood quiere esta historia es si Marcos se muere'', declara el actor ``mexicano-americano'', como se autocalifica repetidamente, Edward James Olmos. ``Así quieren la película?'', pregunta alrededor, adoptando un tono dramático. Una decena de asistentes al encuentro continental, que presencian la entrevista de Olmos con un grupo de reporteros, responde que no, que claro que no.

Se refiere a los hechos violentos de Riverside, California, con indignación, y ``un asco'', y a la resistencia civil tabasqueña como la mejor opción de lucha, enlazándola con las míticas sublevaciones pacíficas de César Chávez, a quien Olmos considera un par de Gandhi. Prevé violencia étnica en Estados Unidos, que atraviesa la peor ola racista contra los latinos ``en los 50 años que tengo de vida'', dice Olmos.


El actor Edward James Olmos en La Realidad.
Foto: José Antonio López

Anuncia también que piensa buscar a los presidentes Ernesto Zedillo y Bill Clinton, para contarles lo que ha visto ahora en Chiapas y proponerse como ``embajador de la paz''.

Crítico con la crítica de las armas (``Me duele mucho mi razón, pero yo no puedo estar aquí sin decirle a Marcos que violencia trae más violencia'') ve como inevitable, y deseable, un estallido social en Estados Unidos, que arrojará ``la pus'' que tiene dentro. También se preguntó, alzando la voz: ``Por qué tiene aquí el gobierno de México su Ejército? Si hay paz, están protegiendo a quién?''.

Los indígenas mexicanos, los zapatistas, los trabajadores tabasqueños, los indocumentados en Estados Unidos, los chicanos y demás latinos. Tal es el horizonte de su intención. Como artista y como hombre público, activista, se identifica con los que desobedecen, y con lo que, de manera abarcante y generosa, identifica como sus ``raíces''.

El actor se desenmascara

``Eduardo Jaime Olmos'' dice, y se adelanta al primer grupo de invitados estadunidenses que camina hacia Aguascalientes la noche del 4 de abril. Con paso firme, puesta su gorra beisbolera, su voz entrenada para sonar de todas las maneras, el actor mexicano-norteamericano, y chicano por entregas, arriba al ejido La Realidad y se dispone a pasar los próximos días en compañía de un pueblo zapatista, y de los invitados al encuentro continental.

Las personas en la puerta buscan en la lista. Ah caray, siguen buscando.

``Olmos, dijo?'', le preguntan. Muestra su acreditación, y sí, es el de la foto, tamaño infantil, colgada al cuello.

De momento no aparece su nombre; lo agregaron al final; sí, claro, pásele.

Lo acompaña Robert Young, ``el mejor documentalista del mundo'', asegurará Olmos más tarde en entrevista. Han trabajado juntos repetidamente a lo largo de 20 años.

El rostro macizo, repasado por la vida, de Edward James Olmos es célebre, sobre todo por su aparición en la serie televisiva Miami Vice. Además la hace de tira cínico y bravucón, chicano del próximo siglo, en Blade Runner, donde se la pasa trayéndose corto a Harrison Ford. Su seña son los muñequitos de cerillo, con erección.

En una película de Young encarnó a Gregorio Cortez, pero su personalidad icónica había quedado fijada desde Zoot Suit, la brechtiana puesta en escena fílmica de Luis Valdés y su troupee para contarnos una de pachucos, ``más pachuco que la chingada'', del danzón al boogie y con una intención política y artística clara y diferenciada.

Pertenece a la primera generación madura de la cultura chicana de California, la más afirmativa hasta entonces -los años 70-, los aclimatados al gabacho desde posiciones de resistencia artística y social. De ahí el entusiasmo con que admira a César Chávez, el líder histórico de la resistencia pacífica chicana.

Su lenguaje no oculta la idiosincrasia chicana que nutre al reconocido performer Eddy Olmos, como le decían en su barrio.

``Allá nos están pegando con un racismo y un prejuicio a los mexicanos que nunca en mis 50 años había entendido como he entendido últimamente. Es increíble lo que está pasando orita''.

Relata el episodio de Riverside, actúa la manera en que los policías sacan a la mujer de las greñas de la camioneta, aprieta los dientes con rabia. ``Lo pasaban en vivo las cámaras de la televisión, so toda la gente pudo verlo antes que sabieran lo que estaban de veras viendo''.

No era Miami Vice, pues. Y agrega: ``Van a ver allá que esa clase de valor que agarra la policía contra la gente de color tiene que pararse''. Y predice:

``Va a comenzar una cadena de reacción. Latinos, mexicanos, asianos, africano-americanos. Vamos a ver una explosión de humanidad, y vamos a tener que poder aliviar la herida.

Cuando tiene pus, es mejor reventarla. Vamos a ver un explosión de todo el feo que está adentro de la sociedad, y si no nos ponemos de acuerdo en el momento que estamos viviendo, vamos a ver una violencia que nunca hemos visto en Norteamérica. Muchos, muchos mexicanos americanos ya están hasta acá arriba de la paciencia'', y se toca la visera de la cachucha.

``Nosotros no queremos que explote de manera violenta. Tenemos la chanza de entender muy bien las palabras de César Chávez. Conocen ustedes? Sí, conocen, pero de veras no saben lo que fue para toda la humanidad. Era el Gandhi de esta época en todo el mundo. Era mejor, usando la teoría de hacer cosas de resistencia sin violencia. El lo sabía usar de manera profunda. Ahora lo están tratando de usar en Tabasco. Usando disturbios civiles es la única manera de traer cambios en las regiones. Política, sociológica, económicamente''.

De pronto, el actor parece dirigirse a otro público, como si estuviera ante sus paisanos. Cambia la sintaxis de sus gestos, parece recordar que también lo filma una cámara de video, y la mira de frente:

``Si usted ya tiene un asco, por siete días agarre a su familia y vaya a sus iglesias, a sus museos, a estudiar a sus culturas. Una semana sin trabajar para la sociedad. Si todos los mexicanos americanos toman siete días para de veras entender, tendrán su dignidad. En siete días pueden entonces descansar, como lo hizo Dios, y va a haber ya un cambio profundo.

Actúa, bravuconea expresivamente:

``Toda la gente va a decir qué está pasando aquí? Tenemos un problema muy difícil, van a decir eso los patrones americanos: Oh, todos mis trabajadores no quieren trabajar''.

Y agrega: ``Eso pasará aunque lo hagan nomás los mexicanos solos. Podemos cambiar la historia del mexicano-americano, y del mexicano, de los indígenas''.

Muestra recurrente preocupación por los pueblos indígenas de México. ``Sin sus raíces, qué somos?'', y aventura: ``Debemos tratar de entender en las lágrimas de los indígenas, para entender lo que podemos hacer en esta vida''.

De su encuentro con la realidad chiapaneca, lo que piensa y lo que ve de los zapatistas, y lo que él considera necesario para traer paz y dignidad a estos pueblos, Edward James Olmos habla en la siguiente parte de la entrevista.