Inició en Aguascalientes II la primera reunión de la Comisión Promotora del Foro Nacional Indígena
Rosa Rojas, enviada, y Elio Henríquez, corresponsal, Oventic, Chis, 10 de abril En el monumental escenario del Aguascalientes II, ``corazón digno de las/los zapatistas'', unos 600 hombres y mujeres indígenas de las bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) recordaron el 77 aniversario del asesinato de Emiliano Zapata, ``traicionado por el mal gobierno'', y dijeron que se equivocaron quienes creyeron haber eliminado al jefe rebelde, porque sus ideas ``quedaron escondidas en los corazones de millones''.
El acto inició al filo de las 15 horas, luego que el comandante David dio la bienvenida a los delegados de organizaciones indígenas de Tabasco, Yucatán, Oaxaca, Michoacán, Distrito Federal, Querétaro y Chiapas, participantes en la primera reunión de la Comisión Promotora del Foro Nacional Indígena Permanente, que además de echar a andar la creación de una Red Nacional Indígena independiente del gobierno, acordará los términos de la convocatoria al Congreso Nacional Indígena a realizarse el próximo octubre.
La bienvenida tuvo lugar -entre dianas ejecutadas en marimba- en el auditorio Emiliano Zapata, alfombrado de ramitas de pino y adornado con dos mantas, una del propio general sureño con la leyenda ``Rendirnos ¡no!, aquí estamos pelones'' (esto último en alusión a los soldados del ``supremo gobierno''), y otra del norteño general revolucionario Francisco Villa.
David instó a los presentes a compartir sus ideas, pensamientos y esperanzas para construir algo nuevo para los indios y los no indios, superando las diferencias de pensamiento e ideas para caminar un camino que los lleve hacia la paz con justicia, dignidad y democracia. ``Los que estamos aquí representamos a miles, a millones de hermanos que viven en la misma situación que nosotros'', agregó.
Por su parte, Maximiliano Cruz Martínez, de Tlacotalpa, Tabasco, expresó que al pueblo indefenso, el pobre, debe escuchársele uno por uno ``y no ser un viejo cordón centralista como es el gobierno''. ``En 503 años -dijo- no se deja saber que existe un pueblo indio del que tienen que ser mezclados sus derechos en la Constitución, como aquellos que tienen los no indios''.
Añadió que el calvario del pueblo es la carestía, el desempleo y la falta de tierra. ``Estamos viviendo una agresión, nos estamos cayendo de hambre'', afirmó.
También de Tabasco -de donde llegaron 47 delegados ``y no vinieron más por el problema del transporte''-, Manuel García Sánchez, de Centla, dijo a los tres comandantes del EZLN que presidían el acto: ``Cuando ustedes lucharon en la selva y las ciudades nosotros nos sentimos orgullosos, porque ustedes lucharon por nosotros, los indios relegados del gobierno''.
Añadió: ``También en Tabasco hemos sido pisoteados de parte de la clase caciquil que existe con el repudiado gobierno que existe ahora''.
Otro delegado tabasqueño, de Nacajuca, habló de que en 1989 los indígenas tuvieron que enfrentarse ``a sangre'' con el gobierno que ha desolado y desertificado sus tierras con la producción de petróleo. ``Si el gobierno no escucha, no entiende, tenemos que unirnos todos, hoy o nunca, morirse de hambre jamás'', señaló.
Entre otros delegados que tomaron la palabra, Juán Chávez, de la Nación Purépecha de Michoacán, informó a su vez que traía dos guitarras de Paracho para apoyo a los grupos culturales de la región, una donada por el presidente municipal de aquel lugar y otra por él mismo.
Posteriormente, en la conmemoración del asesinato de Zapata, el comandante Felipe, primero en tztozil y después en español, planteó: ``Aunque el mal gobierno, los finqueros, los latifundistas y terratenientes se echaron a reír cuando mataron a nuestro general Zapata pensando que se terminó la Revolución, se equivocaron: aunque le mataron su cuerpo y derramaron su sangre, su valentía, su idea para buscar libertad, democracia y justicia no pudieron matar; las ideas revolucionarias se quedaron escondidas en los corazones de millones''.
Prosiguió: ``La Revolución no terminó aunque mataron a Zapata. Los campesinos pobres de México tuvieron que buscar la manera de cómo continuar la lucha de los campesinos, los obreros, los maestros, los estudiantes y bien sabemos que así no terminó la lucha... a las ideas zapatistas nunca pudieron matar ni jamás pueden matar en sus corazones.
``Por eso ahorita sabemos y conocemos que en nuestro territorio mexicano, en este día hay muchos movimientos campesinos, obreros y estudiantiles para presionar al mal gobierno, muchos cientos y miles de campesinos están haciendo marchas, manifestaciones, huelgas de hambre para mostrarle al gobierno burgués que todavía sigue su coraje e inconformidades, porque todavía hay injusticia, explotación, opresión y muerte'', señaló el comandante.
Afirmó que aunque ``el mal gobierno'' quiere traicionar nuevamente no va a poder. ``Nosotros somos miles y millones del pueblo mexicano y hay miles y millones de zapatistas en todos los países del mundo, por eso el mal gobierno nunca va a poder matar a todos los zapatistas'', agregó
Choles y, desde luego, tzotziles chiapanecos; mayas de Yucatán, chontales tabasqueños, purépechas de la meseta de Pátzcuaro, zapotecos de la Sierra Norte de Oaxaca, mazahuas de Querétaro y nahuas de Veracruz, los indígenas permanecían congregados ante una discreta bandera rojinegra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que había sido colgada en el fondo del enorme escenario, en el momento en que la comandante Susana daba a conocer en la lengua de los hombres-murciélago:
``No podemos salir de los pueblos, porque los soldados andan todos los caminos, todas las veredas, todo el monte; y no podemos, nosotras, mujeres, trabajar la tierra que es del pobre, que es de Zapata, que por eso luchó y no ha muerto, compañeras y compañeros, porque el gobierno ese nos quiere agarrar -dijo- para meternos de prostitutas.''
Y aunque no todos los indios presentes comprendían el dolor en tzotzil que ilustraba el discurso de la comandante rebelde, los yucatecos, los michoacanos, los queretanos, los oaxaqueños y los demás premiaron sus palabras con un aplauso cortés pero bullicioso, que nacía a su vez del aplauso estentóreo de miles de hombres y mujeres-murciélago, venidos de todas las regiones de Los Altos de Chiapas, no sólo de San Andrés y mucho menos no sólo de Oventic.
Lástima que ya se habían ido los periodistas, porque mientras el aplauso se revolvía con la enésima diana del Conjunto Marimbístico La Nueva Generación, arriba, en todo lo alto del final de la tarde, a 50 metros de la punta de los árboles que coronan la punta del cerro de San Cayetano, los jinetes, los caballos y los estandartes de los zapatistas de antes comenzaron a levantar en el cielo una gran polvareda, que los zapatistas de ahora confundieron en principio con la niebla típica de estos parajes.
De acuerdo con testigos, el hombre, o la sombra en forma de hombre que venía al frente del Ejército Libertador del Sur, desmontó con cierto y muy justificado recelo porque dicen que, de 1919 para acá, ya no confía en las fiestas que le organizan y menos en las que caen por estas fechas.
Así que mandó que le averiguaran quiénes eran las dos o tres mil personas que atestaban las amplísimas tribunas de madera y la inmensa explanada rodeada por éstas. Y según fuentes dignas de todo crédito, el parte oficial que recibió el caudillo consigna que si bien la mayoría de los asistentes guardaba hermético y disciplinado silencio, la ropa en cambio hablaba por sí misma.
Parte oficial
A juzgar por los bordados de las camisas, por las cintas de colores que adornan ciertas faldas, por el tono de los rebozos y los clavos de los puntos de cruz, había tzoztiles de San Cristóbal, de San Juan Chamula, de San Andrés Sakamch'en, de Mitontic, de Tenejapa, de Zinacantán, de Chenalhó, de Pantelhó, de Soyaló y el Bosque, así como choles del norte de Chiapas, valga decir Bochil, Yajalón, Palenque y de algunos parajes tzeltales de la Selva.
No estaban las multitudes porque no se trataba, explicaron a Zapata, de ofrecer ninguna demostración de fuerza en tiempos de diálogo. Pero, no obstante la variedad de los vestidos, los participantes usaban, todos, una prenda común: el paliacate para cubrirse la mitad y, a veces, las tres cuartas partes del rostro.
Había no delegaciones, sino representantes de cada punto geográfico, de cada municipio y de cada pueblo, y era, se insiste, fácil constatarlo, porque -a diferencia de la lectura que hagan los satélites y los aviones- los trajes de las señoras constituían una clave hermética de la extensión del zapatismo en dos de las regiones indígenas más pobladas de esta entidad del sureste.
Porque si los misioneros españoles uniformaron a los hablantes de cada pueblo con un vestido peculiar y un color característico para reconocerlos, dividirlos y controlarlos, el paliacate estaba allí, en todos los rostros, para volver a unirlos en torno a una misma bandera de lucha, de una misma disciplina y, también, de un mismo objetivo.
La recepción
Ante lo cual, como es comprensible, el hombre, o la sombra en forma de hombre que acaudillaba las sombras del Ejército Libertador del Sur -presente en el aire por muchas razones- ordenó que se reanudara el avance, y por las sombras del cerro de San Cayetano, por una rendija de la noche que todavía era la tarde, disfrazada de agua que a su vez se disfrazaba de nubes, la columna bajó finalmente a Oventic y fue recibida a los gritos de ``¡Viva Zapata!'' y ``¡Zapata vive!'', en el momento justo en que el Conjunto Marimbístico La Nueva Generación se arrancaba con el himno del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que salía del contacto entre los bolillos y los martinetes de su colectivo instrumento de música