Cineasta galo recientemente fallecido, debemos escribir que René Clement vivió con exactitud cronométrica 83 años, pues nació en Bordeaux, Francia, el 18 de marzo de 1913 y murió en París el 17 de marzo de 1996; debemos escribir también que desarrolló durante su vida una intensa vocación por los espacios, primero como estudiante de arquitectura; después como ayudante de cámara y de dirección en French Films, año 34; más tarde como documentalista, entre otros trabajos, tres cortometrajes titulados Arabia interdite (1938) y el singularísimo La Bievre (1939) acerca de un río subterráneo que atraviesa París para desembocar en el gran colector de la Concorde; finalmente, como realizador de largometrajes de ficción, entre los que destacan Bataille du rail (1946) Palma de oro y Mejor dirección en Cannes, Les maudites (46), que narra las peripecias de los marinos alemanes enclaustrados en un submarino que recorre ``sin ton ni son'' el océano una vez concluida la Segunda Guerra; Audela des grilles (Demasiado tarde, 1949), Oscar al mejor filme en lengua no inglesa y Mejor Dirección en Cannes; Le Chateau de Verre, año 50, en cuyo contexto se aprecia cierta inclinación de psicoanálisis al recrear un París de piedras muertas; Jeux interdits (``Juegos prohibidos'', 1952) León de oro, Festival de Venecia, y Oscar por mejor filme.
Monsieur Ripois, año 54, película que surgió de una entrevista que sostuvo con Raymond Queneau sobre la condición de la mujer en el mundo moderno y por la cual obtuvo premio a la Mejor dirección en Cannes; Gervaise, año 55, excelente trasvase, acorde con los cánones tradicionales, de L'Assommoir novela de Zola; Paris, brule-t-il? ("Arde París?", 1966) con Jean-Paul Belmondo, Kirk Douglas, Michel Piccoli, Orson Welles, destinada a celebrar la liberación de la capital francesa del yugo nazi; y La Baby-Sitter, año 75, con la actriz María Schneider su postrer realización.
Retrocedamos para ir al encuentro de Arabie interdite, documental acerca de lo ocurrido en Yemen durante los años treintas, estructurado a través de tres cortometrajes bajo la supervisión del antropólogo Jules Barthou, y que se proyectó después de la Segunda Guerra en el festival del Filme Maldito organizado en Biarritz por Jacques Doniol Valcroze. Ahora demos un paso hacia 1945 para aproximarnos a La bataille du rail, que según la crítica es un magnífico trabajo de reconstrucción documental sobre la resistencia que opusieron los ferroviarios franceses a la ocupación nazi. Suceso que según guión de Colette Audry poseyó cuatro momentos señalados: el tránsito clandestino de hombres y mujeres en las diversas zonas fronterizas que aprisionaban a Francia en los inicios de la ocupación (1941); descripción de sabotajes y ejecución de rehenes durante la larga noche del 42; ataque a un tren enemigo por grupos guerrilleros (1943); y finalmente desvío y descarrilamiento del tren repleto de tropas alemanas llamado Apfelkern en el momento del desembarco libertario de los aliados. Si hiciéramos referencia a las mejores secuencias de aquel filme, galardonado con la Palma de oro, no podríamos dejar de citar: el fusilamiento de rehenes, el clandestino trajín en las fronteras... Demos otro paso hacia adelante para acercanos a Jeux Interdits, filme multipremiado (León y Oscar) y al mismo tiempo inexplicablemente excluido por una burocracia pudibunda del Festival de Cannes, que narra con inusual emoción poética el encuentro ``amoroso'' entre una huérfana de cinco años (Brigitte Fossey) y un niño campesino cuya temprana infancia apenas rebasa los once (George Poujouly). Encuentro cuyo lúdico lugar de enfrentamiento ocurre en un imaginario cementerio que los menores crean verbal y gestualmente en el interior de una modesta casa de la campiña francesa durante el verano de 1940.
Continuemos refiriéndonos a ``la guerra'', no sólo porque la cinta fue realizada durante los momentos más dramáticos de ``la guerra fría'' sino porque René Clement declaró en entrevista una vez que su película fue aclamada mundialmente: ``Pour moi la guerre est le premier sujet des jeux...". Y para concluir, sólo nos resta escribir que Clement fue, sin duda, uno de los grandes directores que alentaron entre 1945 y 1950. Descanse en paz quien siempre vivirá en la conciencia colectiva.