Las cabezas que se piden: Herminio, Levy y Chapa
El malestar empresarial conla política sexenal toda
El enojo de los líderes empresariales y de quienes detrás de éstos operan política y económicamente no es sólo por la dificultad de alcanzar consensos con el gobierno en torno de la política económica e industrial. No es sólo por las diferencias que han surgido debido a la reforma a la ley de las cámaras patronales. No es sólo porque los empresarios fueron otra vez utilizados para avalar el incremento a los básicos, lo que significó romper los términos de la más reciente alianza para la recuperación económica.
Tampoco el enojo de los capitanes de empresa se ha debido solamente a la escasa respuesta del gobierno y los partidos en favor de la reforma política, o por los ridículos resultados de las investigaciones de los casos Colosio y Ruiz Massieu. Ni están molestos sólo por la reducción del gasto público o por la deficiente respuesta de las autoridades de Comercio a las violaciones estadunidenses al Tratado de Libre Comercio (TLC).
En realidad están molestos por la política del gobierno de Ernesto Zedillo en conjunto, porque contra lo que había ocurrido en años anteriores, especialmente en el pasado inmediato, el gobierno en turno sí les hacía caso, sí tomaba en cuenta sus propuestas e inquietudes y hasta compartía sus posturas.Las cosas son diferentes en el gobierno de Ernesto Zedillo, en donde los empresarios no encuentran casi ningún punto de convergencia y, al contrario, se han enfrentado a no pocos funcionarios de quienes han sugerido, sutilmente, que sean removidos de sus cargos y que sus lugares sean ocupados por hombres experimentados y no sólo con abultadas trayectorias académicas.
Del gabinete económico al menos dos personajes han sido impugnados por los patrones: Herminio Blanco, el secretario de Comercio, y Santiago Levy Algari, el poderoso subsecretario de Egresos de Hacienda, y a quien se acredita gran parte de la política social del régimen, incluida la tarjeta pobremático y los programas de salud. En los dos casos un importante sector de la iniciativa privada ha colisionado con los funcionarios y sugerido su reemplazo.
En el gabinete político existe inconformidad con los operadores que impulsan la reforma política del Estado, pero el caso más recurrente se ubica en la Procuraduría General de la República, en donde desde todos los frentes se ha demandado la sustitución del fiscal especial Pablo Chapa Bezanilla, de cuya gestión los empresarios han hecho un balance a todas luces negativo.
En el caso del secretario de Comercio y Fomento Industrial, Herminio Blanco, han criticado con severidad que parece no hacer caso a las directrices presidenciales y hasta ignora las posturas empresariales, sobre todo en lo que respecta al Programa de Desarrollo Industrial, que ya estaba listo pero fue retrasado por la presión de la iniciativa privada. Blanco también ha sido criticado por la débil respuesta mexicana a las violaciones al TLC y porque ha sido rebasado en lo que a control de precios se refiere.
Entre los capitanes de empresa es frecuente escuchar dos anécdotas que se asocian con el presidente Ernesto Zedillo, directamente, pero en las que aparece invariablemente Santiago Levy Algari. En el primer caso dicen que cuando se le previene a Zedillo respecto de los riesgos de estallidos sociales o de la necesidad de evitar chispazos, un molesto presidente de la República dice: ``eso me lo han venido diciendo desde enero de 95... Y ya ven, no ha pasado nada'', al tiempo que le pide a Levy Algari que les explique a los preocupados lo que se hace para evitar un estallido social.
En el segundo caso, cuando algún funcionario o empresario se atreve a cuestionar la política social, los esquemas que especialmente ha impulsado Santiago Levi, otra vez un molesto Zedillo ataja: ``Parece que no han entendido... A ver Santiago, explícales otra vez'', responde.
Levy es más que el subsecretario de Egresos, es uno de los principales asesores presidenciales en materia de gasto y de política social. Pero también es un funcionario con experiencia sólo de escritorio, y gran parte ni siquiera escritorio mexicano, al que además se acredita la reducción del gasto público en el primer trimestre de 1996.
En el fondo, el malestar empresarial con el gobierno es general por todo el proyecto sexenal. Por eso han apelado al cambio de funcionarios y a la reconstrucción del Estado.