En lo que va del año, mil casos denunciados; muchos más no se notifican, por miedo o apatía
Alberto Nájar Los asaltos a pasajeros de microbuses en el norte del Distrito Federal, se incrementaron en lo que va del año. En este lapso, las agencias del Ministerio Público de la zona han recabado hasta mil denuncias por este concepto. Sin embargo, los afectados señalaron que estas cifras representan apenas una pequeña parte de los delitos que se cometen diariamente, porque por miedo o apatía casi todos prefieren guardar silencio. ``Los robos en peseras ya son cosa común, ocurren todos los días'', comentaron resignados.
Afirmaron que el problema está ``fuera de control'' porque los asaltantes, la mayoría de ellos menores de edad, ``hacen lo que quieren y cometen los atracos a cualquier hora del día o de la noche''. De acuerdo con policías judiciales y agentes del Ministerio Público de Azcapotzalco y Gustavo A Madero, el promedio de asaltos denunciados al día aumentó de seis a diez este año. ``En realidad son muchos más, pero la gente no los denuncia'', indicaron.
La situación es a tal punto desesperada, que por lo menos dos de las zonas consideradas ``más peligrosas'' fueron rebautizadas por las personas que transitan por allí. Es el caso de El paso de la muerte, como se conoce ahora al tramo de avenida Insurgentes desde el paradero de Indios Verdes hasta el límite con Ecatepec, donde inicia la autopista México-Pachuca. Juan Jiménez, chofer de la ruta 44, comentó que en ese trayecto ``nadie se salva de los atracos''.
Otro ejemplo se presenta en las colonias Gabriel Hernández, Martín Carrera y la Ampliación Gabriel Hernández, donde los territorios cambian de nombre de acuerdo con la pandilla que los controla. En las avenidas Cabo Finisterre y Eva Sámano, que circundan al cerro donde se asienta la zona residencial, conviven Los Gordos, Los Boys, Chicanos y el grupo de El Indio, cuyos integrantes manejan una especie de ``garita'' en la esquina de la calle Porfirio Díaz. Todos los microbuses que pasan, de ida o vuelta, deben pagar una ``cuota'' para poder continuar su camino. De lo contrario, los conductores se exponen a que rompan los cristales de la unidad o a que sus pasajeros sean asaltados.
Ayer al mediodía, durante su recorrido normal por la zona, Jesús Méndez, chofer de la ruta 18, decidió correr el riesgo de no cooperar. ``No traigo, acabo de empezar'', dijo al adolescente moreno, vestido con bermudas y camiseta negras, que se trepó al estribo y a quien no importó mostrar el mango de una navaja guardada en el bolsillo izquierdo.
--Ya sabes, que es pa'l Indio, no te hagas güey.
--La neta, no traigo, mejor a la vuelta les doy doble.
--Ya vas.
El joven pandillero descendió de la unidad y con una señal informó del acuerdo a tres de sus compañeros que esperaban frente al microbús. Se apartaron.
El incidente no pareció alarmar al trabajador del volante. ``Es de diario, lo bueno es que andaban de ánimo, porque luego se ponen necios cuando no les quieres dar''.
Policías judiciales adscritos a la delegación Gustavo A. Madero, comentaron que la ruta 18 es una de las más conflictivas, precisamente porque atraviesa las colonias antes mencionadas. En enero y febrero pasados, se reportaron hasta tres asaltos al día, por lo cual los concesionarios decidieron cancelar esa parte del recorrido hasta recibir garantías de que se pondría orden.
Así, desde principios de abril se intensificó el patrullaje de la Secretaría de Seguridad Pública, y ahora los microbuses restablecieron la ruta original... Pero sólo durante el día, porque por la noche ``vuelve a ser tierra de nadie'', indicó el chofer Gabriel Méndez.
Los norteados del norte
De acuerdo con testimonios de conductores y usuarios de microbuses, en la mayoría de los asaltos participan sólo tres jóvenes armados con navajas o pistolas, y que en principio simulan ser pasajeros.
Según la zona donde ``trabajen'' es la estrategia que utilizan para cometer los delitos. Por ejemplo, en avenida Cuitláhuac, delegación Azcapotzalco, aprovechan que las unidades reducen la velocidad al cruzar las vías del ferrocarril, en la calle Córcega, para abordarlas y amagar a los ocupantes. Una vez que los despojan de sus pertenencias, los ladrones se bajan una calle antes de la Glorieta Camarones.
Los asaltantes que operan en El paso de la muerte abordan las unidades en el paradero Indios Verdes, y esperan hasta que el vehículo cruza la avenida Acueducto, casi en el límite de Gustavo A. Madero con Tlalnepantla. Entonces sacan sus armas y se distribuyen: uno amaga al chofer, otro cuida la puerta trasera y el tercero se para enmedio para amenazar y despojar a los viajeros.
Julián Garnica, conductor de la ruta 64, aseguró que es poco lo que pueden hacer para evitar los asaltos. ``No podemos elegir a quién subimos y a quién no, ya de por sí el pasaje está escaso''.
--Algunos dicen que ustedes son cómplices...
--¡Nooo es cierto, si a nosotros también nos pasan a amolar, hasta nos golpean!
Pero Susana Gálvez, vecina de Villa de las Flores en Ecatepec, dice convencida: ``Todos son la misma cosa, porque lo sufrí en carne propia. El lunes pasado iba a mi casa en una combi, cuando hicieron la parada dos muchachos, que de lejos se veía que estaban drogados o borrachos. Yo iba junto al chofer y le dije que no se parara, pero no me hizo caso y casi en cuanto subieron empezaron a robar a los que iban atrás. Se bajaron antes de la caseta, sin que nadie los molestara''.
Otro de los métodos que con frecuencia utilizan los ladrones en colonias de la delegación Gustavo A Madero como San Felipe de Jesús, Casas Alemán, Campestre Aragón y Ampliación Casas Alemán, es abordar los microbuses ``por partes''.
Luis Jiménez, conductor de la ruta 88, comentó que un grupo de adolescentes lo ha asaltado varias veces en la colonia San Felipe de Jesús --``ya hasta soy su cliente''-- y que lo abordan en los alrededores del mercado. ``Primero se sube uno y en la siguiente calle ya me están esperando los otros dos'', se quejó.
--Si ya los conoce, ¿por que los deja subir?
--Es que siempre hacen parada con otras personas, y ni modo de dejar tirado al pasaje; a veces se esconden en las esquinas y salen de repente, o se suben en los altos. Le digo, ya los conozco bien.
--¿Y presentó denuncia?
--No, para qué si nunca hacen nada.
Esta apatía provoca que los asaltantes no sean aprehendidos. Fernando Vargas Muñoz, titular de la agencia 14 del Ministerio Público, comentó que la mayoría de las personas que denuncian, no pretenden recuperar sus pertenencias, sino que requieren el acta para justificar la pérdida de documentos o aparatos electrónicos ante las aseguradoras.
``Casi siempre les quitan muy poquito, y prefieren no hacer más escándalo (sic) porque como los conocen o pasan diario por el lugar, tienen miedo. Y luego, el trámite es muy engorroso para lo que perdieron. Por eso, los que vienen son la mínima parte de los que asaltan a diario''.