EL TONTO DEL PUEBLO Jaime Avilés
Chiapas: hipótesis de trabajo

A Jerónimo: bienvenido al mundo

Amigo y socio de Raúl Salinas de Gortari, el gobernador interino de Chiapas, Julio César Ruiz Ferro, que colaboró con él en Conasupo, ha encontrado una fórmula ideal para jalarle el tapete al principal adversario de su antiguo patrón: Emilio Chuayffet Chemor, el secretario de Gobernación que ha empezado a construir su propio poder político a la sombra del doctor Ernesto Zedillo.

De unos meses a la fecha, se dice en círculos de intelectuales cercanos a Bucareli, a Chuayffet todo le está saliendo bien. Y puede que sea cierto (aunque ello no traduzca, para el país, beneficio alguno). Porque Chuayffet no sólo ha logrado unificar a las facciones de Carlos Hank González y Alfredo del Mazo, bajo su propia batuta, para asumir el liderazgo de todas las fuerzas políticas del estado de México, sino que ha comenzado a desmantelar el sindicato de gobernadores salinistas, forzando la renuncia de Rubén Figueroa y poniendo a Roberto Madrazo Pintado de espaldas contra la pared. Se diría que las cosas le están saliendo tan bien a Chuayffet que, según la revista Proceso, a Sócrates Rizzo, gobernador de Nuevo León, uno de los miembros más conspicuos de la banda salinista, hace unos días lo mordió en Monterrey un perro ``entrenado para atacar delincuentes''...

Carrillo: el aspirante

La caída de Rubén Figueroa Alcocer, provocada por Televisa para consternación del propio Zedillo, significó para Chuayffet un triunfo augural. Recuérdese: en mayo de 1995, el ahora candidato a la presidencia del PRD, Andrés Manuel López Obrador, entregó a la Procuraduría General de la República los archivos secretos que documentan los escandalosos gastos de la campaña electoral de Madrazo en Tabasco.

Aunque no fue así, Madrazo y los gobernadores salinistas entendieron que el golpe era producto de una jugada sucia de Esteban Moctezuma, entonces titular de Gobernación. En respuesta, con el concurso de Figueroa Alcocer, fraguaron y ejecutaron la matanza de Aguas Blancas, que trajo consigo la inmediata dimisión de Moctezuma.

Desde julio de 1995 hasta hace unas cuantas semanas, Figueroa y los salinistas no vacilaron en aplicar la receta con el menor pretexto: cada vez que Chuayffet se movía en contra de los intereses del grupo y, particularmente, en contra de Madrazo. Hoy, gracias a esta siniestra metodología, los túmulos de más de ochenta sepulcros campesinos integran el único monumento que los guerrerenses conservarán para siempre como recuerdo del ex gobernador. Desprovisto ya de la protección de Figueroa y en vísperas de ser abandonado por su otro poderoso padrino Carlos Hank González, el nuevo aliado de Chuayffet, Roberto Madrazo parece estar en vísperas de dejar la Quinta Grijalva. Lo que falta, se infiere, es concertar quién lo substituirá en el cargo oficial, quién desempeñará las funciones que cumple fuera del gobierno, quién irá a la cárcel y quiénes se repartirán los principales negocios del estado: un procedimiento que la PGR de Lozano Gracia define, en su propia jerga, como ``investigación hasta las últimas consecuencias''. A Roberto Madrazo ya no le queda siquiera el recurso de promover actos desestabilizadores en el territorio que pronto dejará de gobernar sin haberlo gobernado nunca: es a tal punto débil, que cualquier jalón de tapete lo haría aún más vulnerable.

Pero de todos los adversarios que tiene Chuayffet entre las huestes del salinismo, nadie le resulta hoy en día más peligroso que Julio César Ruiz Ferro. Y nadie le ha causado más conflictos. De acuerdo con el nuevo refrán popular que circula entre políticos y periodistas adictos al tema, en Chiapas todo se pone en riesgo ``cuando chocan la Conai, la Cocopa y Laco Zepeda''.

Desde hace poco menos de un año, cada vez que hay diálogo entre el EZLN y los representantes de Chuayffet, algo ocurre en el campo chiapaneco. Desalojos, operativos de la Dirección General de Seguridad Pública del estado, amenazas de represión violenta, es decir, tensiones, incertidumbre, como podrá comprobarse la semana que entra, cuando los comandantes rebeldes y los funcionarios de Gobernación vuelvan a la mesa de San Andrés.

Elorriaga: la clave

En Chiapas, la pugna entre Raúl Salinas de Gortari y Chuayffet (o entre Carlos Salinas de Gortari y Zedillo) no es sino una disputa por el control de la guerra, es decir, por el control de la violencia.

Sin ser un ejército profesional en el que nadie cobra sueldo, sino formado al contrario por soldados que sólo aspiran a dejar de serlo, el EZLN ha sabido eludir todas las grandes y pequeñas provocaciones de quienes tratan de llevarlo otra vez al terreno del enfrentamiento directo: en el fondo, el único y verdadero objetivo estratégico de Chuayffet y del ``gobierno''.

El proyecto de reformas al Código Penal impulsado por Zedillo con la abierta colaboración de Chuayffet, revela que el ``gobierno'' no está pensando en una solución pacífica para Chiapas, sino que prepara las condiciones para amortiguar las respuestas civiles que provocaría, en el Distrito Federal sobre todo, una nueva ofensiva contra los rebeldes del sureste.

Por ello, el caso de Javier Elorriaga Berdegué, el periodista preso desde el 9 de febrero del año pasado, está a punto de ofrecer una clave esencial respecto de las intenciones de Chuayffet. El juez que estudia las acusaciones de la PGR y las conclusiones de la defensa, está por anunciar si, de acuerdo con la ley, Elorriaga es culpable o es inocente, pero también, si de acuerdo con el viento de arriba, el diálogo continuará o se recrudecerá la violencia.De todos los cargos presentados por Lozano Gracia contra Elorriaga, sólo subsiste el que lo acusa de ser ``zapatista''. Nada más. Ningún otro. La PGR no ha presentado un solo testigo que demuestre lo que presumen las denuncias. En estricto rigor jurídico lo han dicho decenas de especialistas en derecho penal, Elorriaga debe ser liberado de inmediato.Si el juez lo condena a la pena máxima por el mero hecho de haberle llevado cartas a Marcos, qué pueden esperar de Chuayffet y la delegación del ``gobierno'', quienes como Tacho o David o Susana o Andrea se ostentan públicamente como jefes políticos del movimiento? De qué garantías dispondrán para regresar a la mesa de negociaciones? Y cuál será la suerte de quienes, como Víctor Flores Olea por ejemplo, hoy en día fungen como asesores del EZLN?