Un nuevo círculo de hierro pretende cerrarse hoy en torno a la comunidad de Oventic, con la ``movilización...de unos 400 militares, que cruzaron por el pueblo para dispersarse en las montañas de los alrededores'', aparentemente para instalar un campamento más ya existen cuatro, instalados desde diciembre de 1995 en los alrededores de la comunidad (nota de Rosa Rojas, La Jornada del 14 de abril).
El objetivo? Difícil saber si se trata de la preparación de un nuevo golpe militar al zapatismo, similar al que se ensayó en febrero del año pasado cuando se tomó por asalto la comunidad de Guadalupe Tepeyac, o si se trata de un simple avance de trincheras en el espacio y tiempo de la guerra de baja intensidad que el gobierno lleva a cabo desde tiempo atrás contra el EZLN y la población de la Selva y de Los Altos. Presuponiendo que esta segunda hipótesis fuera la correcta, sería a la vez difícil calcular si la movilización castrense en Oventic acompaña de manera directa el reinicio del diálogo de San Andrés Sacamch'en (la segunda fase de la Mesa de Democracia Social y Justicia Social se inicia el 18 de los presentes), en el marco de la tan ya publicitada estrategia gubernamental (Jorge del Valle dixit) de ``achicar'' al máximo ``al oponente'' en la mesa de las negociaciones.
Difícil especular sobre el asunto, pues falta sin duda información, pero los signos tienden ya como los que marcan los astros por desgracia a tener una precisión cuasi-matemática, en condiciones en que sería posible incluso hacer macabramente la fórmula algebráica correspondiente: vísperas del reinicio del diálogo entre el EZLN y el gobierno federal (o diálogo en proceso) apertura de las hostilidades castrenses de baja intensidad asesinatos, desalojos, golpizas de indígenas y/o miembros activos de la sociedad civil que se organiza en el espacio chiapaneco.
Tiene lógica la fórmula macabra? No hemos pasado ya una primera prueba de fuego con la Mesa de Derechos y Cultura Indígena, y en ella se mostró fehacientemente que el gobierno está dispuesto realmente a dialogar y a signar acuerdos políticos sustantivos con el zapatismo? Hoy por hoy los signos no dicen nada en favor de esta lectura de los hechos. Veamos.
1. Ha trascendido que el equipo de Gobernación que tiene en sus manos el ``asunto Chiapas'' considera que los acuerdos de Larráinzar son una verdadera ``papa caliente'', a la que habrá que tirar al bote de la basura en lo que tiene de sustantivo no sin antes dejar que se enfríe por el simple método de dejar que corra el calendario. No hay aún fecha definida para que el tema indígena sea discutido en los espacios legislativos de nivel federal, y se sabe por fuentes oficiales que septiembre se considera ``demasiado pronto'' para que el tema sea debatido en los niveles referidos.
2. A esta manera de entender las cosas, propia del equipo de Gobernación encargada del affaire San Sandrés, se suma ahora la posición panista dentro y fuera de la Cocopa, que en términos de la denuncia presentada en días pasados por el diputado José Narro Céspedes (del Partido del Trabajo) se ubica en la pretensión de ``detener algunos de los puntos acordados en la Mesa de Derechos y Cultura Indígena, entre ellos el de autonomía indígena'' (La Jornada, 14 de abril).
3. La Comisión de Seguimiento y Verificación de los acuerdos del diálogo, que debió haberse instalado durante las pláticas del pasado mes de marzo, no tiene para cuándo constituirse, por la negativa del gobierno federal a aceptar un elemento que para el zapatismo ha sido central en su propuesta: que las partes estén directamente representadas en la misma, como garantía de que en ésta no se convierta en una simple comisión de aparador.
4. El reinicio de los trabajos de la Mesa de Democracia y Justicia (en su fase II, que inicia el próximo 18 de abril) fue precedida por una primera etapa (marzo pasado) en la que el gobierno federal rompió toda regla y todo acuerdo previo, al aplicar la ``dictadura del silencio'' en lo que estaba previsto como diálogo. No hay, en consecuencia, reales ``síntesis indicativas'' para avanzar en la segunda fase, en las que se marquen ``consensos, disensos y convergencias''.
5. Los signos que vienen desde el espacio de Bucareli no son tampoco muy halageños, pues todo parece indicar que el nivel de acuerdos a los que han llegado los partidos en puntos clave que son parte importante de la Mesa actual de San Andrés sufren de dolores anémicos más que de partos prometedores. No habrá ``reforma definitiva'' en el terreno electoral y, mucho menos, reforma del Estado.
Se habrá decidido ya entonces, en mesa aséptica de pino, acabar de una vez por todas con esos indios levantiscos?