La Jornada 15 de abril de 1996

Ventaja abismal del sur del DF sobre el resto del país en centros culturales

Renato Ravelo, enviado/I Colima, Col. Qué consumen culturalmente los mexicanos? Qué tipo de libros leen: lectura técnica o de placer? Qué lugares nunca han visitado pero si tuvieran oportunidad asistirían? Qué porcentaje de familias cuentan con, al menos, un profesionista como integrante? Los productos culturales que se les ofrecen le son atractivos? Cómo ha evolucionado durante el siglo la formación de ofertas culturales?Preguntas elementales, que cualquiera pensaría que editores de libros, funcionarios culturales, artistas, intelectuales, podrían responder sin dificultad porque sus trabajos tienen que ver con lo público.

México, integrante desaventajado de un bloque comercial con Estados Unidos y Canadá, carece, en opinión del investigador en comunicación Jorge A. González, de ``una cultura de la información. Se renuncia constantemente a la experiencia, a la memoria. Se hacen planes desconociendo el público al que se dirigen y su historia''.

El aval de González para hacer este cuestionamiento es el trabajo de investigación que coordinó, mismo que involucró alrededor de 140 personas y se encargó aplicar una encuesta en 34 ciudades. Con esta investigación se pueden responder de manera básica las preguntas señaladas. Formación de Ofertas y Públicos Culturales (FOCYP) se intitula la investigación de marras.

Financiada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través de la Dirección General de Culturas Populares, la investigación tuvo sin embargo su principal motor en la Universidad de Colima. Otras ocho ciudades participaron del proyecto: Distrito Federal, Guadalajara, León, Mexicali, Monterrey, Morelia, Tijuana y Veracruz.

Se trata de una base de datos que tiene tres aspectos o módulos. En uno de ellos los resultados de una encuesta nacional en 4 mil hogares; el otro módulo se compone por una cartografía de las nueve ciudades en las que aparecen las ofertas culturales a través de cuatro etapas de este siglo. El tercer módulo lo integran historias de familia, para el cual se realizaron diez entrevistas por ciudad, con integrantes de por lo menos tres generaciones con arraigo en la región.

La investigación inició en 1994; llevó alrededor de un año entre trabajo de campo y un primer procesamiento de la información. El costo fue de 900 mil pesos. Aunque ya ha dado frutos concretos como tesis, cortometrajes y cuadernillos regionales, será en el mes de mayo cuando se conozcan a nivel nacional los resultados de la encuesta a través de la edición del libro.

Los públicos se forman

Cuando se planteó la investigación, sostiene González, se partió de concebir una definición amplia de cultura: ``estamos, aunque nos pese, jugando en las grandes ligas, con un pie en el primer mundo y no sabemos usar el bat. No conocemos el juego, no sabemos ni dónde estamos parados. Así, necesitábamos partir de conocer la situación de México''.

Carecemos de una cultura de la información, ``no sabemos cómo se han formado los públicos y las ofertas culturales en el país. Definimos ocho sectores de interés básico para la investigación que abarcan un concepto amplio de cultura: religioso, educativo, sanitario, la que denominamos cultura legítima (museos, teatro, etcétera), medios de difusión colectiva, alimentación, abasto y diversión'', agrega el investigador.

Estos eran los puntos de interés para cada uno de los módulos: la encuesta, la cartografía y las historias de familia. Los ocho campos de interés serían abordados desde las tres perspectivas de lo inmediato, lo histórico y el testimonio de las generaciones.

En la cartografía, continúa, ``se trataba de hacer mapas que señalaran cómo ha crecido la oferta cultural en este siglo. Para esto encontramos cuatro etapas significativas en la historia del país: la primera entre 1900 y 1910 que es el periodo prerrevolucionario; la segunda, que abarca 1930-1940, se refiere al periodo de institucionalización del país; la tercera es de 1950 a 1960, cuando México se modernizaba; finalmente el inicio del periodo de crisis, que aún vivimos, entre 1970 y 1980".

El trabajo consistió, explica, en acudir a todo tipo de archivos, testimonios, mapas de crecimiento de las ciudades, directorios que permitieran establecer cuántas escuelas, iglesias, museos, salones de baile, cines, hospitales todos esos sitios de oferta cultural que abarcan nuestros ocho campos de interés, se habían fundado en cada una de estas etapas''.Trabajo maratónico sin duda que requirió conjuntar el esfuerzo de 140 personas. Para el caso de Colima, ejemplifica, ``que es la más pequeña de las ciudades, fue necesario consultar 50 mil fichas en un periodo de seis meses''.

Evidentemente, señala, es un trabajo que no puede ser considerado terminado. En algunas de las ciudades los equipos de investigación funcionaron de manera menos efectiva que en otras. La ciudad de México tuvo que ser dividida en dos partes: la zona centro y la zona sur.

Se trata, sin embargo, de la primera aproximación de este tipo destaca González, que aun con sus limitaciones funciona como una base de datos que puede, como lo ha hecho, generar investigaciones más especializadas.

Las cartografías fueron consultadas durante varias sesiones. De los tres aspectos de la investigación que se conocieron durante la estancia en esta ciudad, éste es sin duda uno de los más atractivos, si bien presenta algunos inconvenientes.

Lo que sugiere Jorge A. González sobre otras investigaciones especializadas se entiende cuando se realiza la consulta. Se podría, por ejemplo, hacer una investigación para averiguar por qué los museos, teatros, cines de arte, aparecen en Monterrey de manera significativa en el perido posterior a la crisis de la década de los años setentas. Es el mismo periodo en que se fundan 12 de las 25 iglesias católicas de la ciudad de Tijuana y en León, se funda la única casa de cultura que tiene la capital industrial de Guanajuato.

Se abre el archivo del FOCYP. Aparecen en pantalla los tres módulos: encuesta, cartografía, historias de familia. Se escoge cartografías. El menú de opciones indica que se debe elegir primero una de las ciudades. Se elige Guadalajara. Ahora hay la opción de escoger uno de los cuatro periodos o bien señalar todos. Se hace lo segundo, y aparecen diferentes perfiles de la ciudad delimitados por líneas de colores.

La opción ahora es elegir entre los campos de salud, religión, cultura legítima, etcétera. Se escoge el de cultura y al perfil aéreo de la ciudad se suman puntitos. Se lleva la flecha que controla el ratón de la computadora a uno de los puntos y aparecen los datos del museo, su fundación y ubicación.

En el campo elegido se consignan los museos, casas de cultura, bibliotecas, teatros, salas de concierto, auditorios, archivos, cines de arte, galerías, librerías, tiendas de música, tiendas de discos y escuelas de arte.

Esa misma información puede ser consultada a nivel cuadro estadístico. Esta modalidad sirve para saber que Guadalajara cuenta con 14 museos, 27 casas de cultura, 20 bibliotecas y 12 teatros; buena parte de ellos fundados en la época de la crisis, entre 1970 y 1980. Uno empieza a pensar que hay una extraña relación entre crisis y cultura.

Igual información puede obtenerse sobre el número de salones de baile en Guadalajara (23), hospitales (35), cines (57), iglesias católicas (310), clubes deportivos (21), que constituyen algunos de los 54 lugares referenciados de tres maneras: mapas, cuadros por periodos y campos, y cuadros por periodos y subcampos.

El primer inconveniente tiene que ver con la consulta en pantalla del mapa, donde al acumularse más de dos señalamientos (tres templos, o bien un templo, un restaurante y un hospital), el software no permite al ratón señalar exactamente el sitio del que se quiere conocer la ficha.

El segundo inconveniente resulta de los vacíos en la información en subcampos y en ciudades. La investigación en sus inicios se planteó averiguar sobre 54 lugares o subcampos y censarlos en ocho ciudades con los datos más básicos durante cuatro periodos de la historia del país. Al parecer esto se hizo como una gran apuesta.

Pero por esa falta de cultura de la información (muchas dependencias queman sus archivos cada determinado tiempo), por el trabajo disparejo entre los equipos de las ciudades, o porque los datos aún no se cargan en el sistema, hay ciudades sin información Veracruz por ejemplo, y otros subcampos desarrollados de manera incompleta.

No obstante, la consulta a este primer módulo permite constatar que con sus 36 museos, 42 casas de la cultura, 348 bibliotecas, 40 teatros, 7 salas de concierto, 56 auditorios, 28 cines de arte, 26 galerías y 22 escuelas de arte, el sur de la ciudad de México aplasta las cifras del resto del país.