El INIFAP (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias) es, por su extensión, número de investigadores y tipo de investigación que realiza, la institución de su tipo más importante del país.
El lunes 5 de febrero apareció en El Financiero una entrevista con el vocal ejecutivo del INIFAP, Jorge Kondo López. En ella se mencionó que a partir de este año, el INIFAP cumplirá sus funciones por medio de Fundaciones estatales lidereadas por productores; por medio de éstas se llevarán a cabo los trabajos de investigación que interesen a nivel regional, ``con base en la vocación de la tierra, las posibilidades del mercado y en otras variables productivas''.
Sobre lo anterior mencionaré que, si bien el mercado es importante en la orientación de muchos proyectos de investigación, aún en la actualidad muchos de los productores del país, especialmente en la agricultura tradicional, orientan su producción hacia el autoconsumo; ejemplo de ello es la leña. Este producto es esencial para la cocción de alimentos, hervir agua y para calefacción de las familias rurales. En la zona centro del estado de Veracruz el 73 por ciento de las familias basa su consumo de energía en la leña (SEMIP, 1988). Es importante mencionar, además, que de acuerdo con la FAO (1983) casi todo el territorio nacional presenta una situación de déficit en cuanto a leña se refiere.
La falta de leña puede asumir consecuencias graves que afectarán más las posibilidades de desarrollo, ya que incide en la nutrición y estado de salud de la gente puesto que no está en condiciones de cocinar sus alimentos y protegerse del frío. Obliga, asimismo, a aumentar el tiempo y/o dinero para procurarse combustible; del mismo modo, ante la escasez se recurre al uso de todos los desechos disponibles (estiércol y vegetales que podrían usarse como abonos), afectando con ello la productividad del suelo.
En la entrevista se mencionó que los recursos fluirán en la medida que los productores se organicen y presenten proyectos. En este sentido, la organización de los productores tiene diferentes sentidos culturales y económicos, ya que mientras los productores de subsistencia se organizan para hacer faenas, por ejemplo, la organización de un productor orientado hacia el mercado se fundamenta en la ganancia. Por ello, la organización productiva tiene que fomentarse, especialmente entre los productores de subsistencia. Junto con esto se debe propiciar una mayor interrelación entre los investigadores y los productores, de tal manera que, vía relaciones horizontales, se puedan establecer prioridades de investigación. Podría lograrse por medio de la metodología de investigación participativa (Schutter, 1981).
Se mencionó en la entrevista, asimismo, que las fundaciones no excluirán a los productores de subsistencia, pues se mantendrán ``proyectos de investigación de mediano y largo plazos en materias de interés nacional y regional, independientemente de las decisiones de las fundaciones''. Esta última afirmación me da la sensación que de alguna manera los productores de subsistencia estarán al margen de las decisiones en las fundaciones. El problema podría salvarse si éstas se organizan de manera horizontal, estimulando la participación, vía invitación, de productores orientados al mercado y de subsistencia; de lo contrario corremos el peligro de dejar fuera de la actividad científica a los grupos de productores agrícolas más pobres y marginados del país.
Del mismo modo, creo que en las fundaciones debe ser escuchada y tomada en cuenta la experiencia de los investigadores que formamos el Instituto; todos tenemos mucho que aportar a la definición de prioridades de investigación a nivel regional y nacional. Además, ello enriquecería la discusión sobre los problemas más importantes que enfrenta el Instituto en la actualidad y cómo resolverlos.
Creo que el tiempo de las decisiones verticales y en cascada ya pasó. Finalmente la suma de esfuerzos es mejor, y muchas cabezas pueden pensar mejor que unas cuantas.