El de ayer fue un día de informaciones y declaraciones sobre el desempeño económico. La VII Convención del Mercado de Valores fue la ocasión para la mayoría de ellas. El presidente Ernesto Zedillo habló de indicios de recuperación, y dio a conocer datos que indican un comportamiento positivo, superavitario, de la balanza comercial. Pero otras informaciones confirman el cuadro de una economía devastada. El producto interno bruto (PIB) del primer trimestre de 1996 tuvo una nueva baja frente al mismo periodo del año anterior. Los precios repuntan de nuevo, aunque el ritmo de aumento es estimado por el gobernador del Banco de México en 2.8 por ciento para abril frente al dato de marzo de 2.2 por ciento, una previsión inflacionaria acaso demasiado optimista, según la experiencia diaria de muchos ciudadanos que han visto aumentos mucho mayores por todos lados.
Parte de los deudores que renegociaron sus deudas con el Ade cayeron nuevamente en cartera vencida, poniendo en duda la suficiencia de ese programa para resolver el tamaño de los problemas de deudas impagadas.
A estos datos, contenidos en declaraciones, se suma el resultado de la Encuesta Nacional del Comercio 1995, elaborada por el INEGI y la Concanaco: casi 60 por ciento de los establecimientos comerciales del país resultaron afectados por la liberalización comercial y en especial el Tratado de Libre Comercio.
Frente a tantos y tan reiterados problemas, la respuesta la conforman, por un lado, el anuncio del Ejecutivo en el sentido de que se persistirá en el rumbo; y, por otro lado, su ofrecimiento de que ahora sí, en el trimestre que empieza en abril, habrá un crecimiento apreciable, siempre en relación con el mismo periodo del año pasado.
En los documentos entregados al Fondo Monetario Internacional a principios de 1995 se decía que en la primera mitad de 1995 la economía iba a decrecer, pero que en la segunda mitad de ese mismo año se reanudaría el crecimiento, de modo que el PIB total de 1995 sería mayor que el del año anterior. Desde entonces la fecha de la recuperación se ha ido recorriendo. Si bien es cierto que algunos de los datos aportados ayer por el Presidente podrían indicar una mejoría, la reiterada postergación del inicio del crecimiento económico hace difícil darle todo su peso al actual ofrecimiento en este sentido.
Lamentablemente, el tema del manejo económico no se ha dirimido en un diálogo entre el gobierno y sus críticos, sino en dos monólogos. Es tiempo de escuchar las razones gubernamentales pero también los disensos que han expresado sectores diversos y hasta opuestos desde la jerarquía eclesiástica católica hasta las agrupaciones evangélicas, desde los zapatistas chiapanecos hasta sectores del propio PRI, desde agrupaciones sindicales hasta cúpulas empresariales y, a la luz de un debate nacional amplio y exhaustivo, replantear la política económica vigente.