En 21% de hogares mexicanos no hay un libro; 87% tienen tv de color
Renato Ravelo, enviado/ II y última, Colima, Col. De acuerdo con la encuesta del proyecto de Formación de Ofertas y Públicos Culturales (Focyp), 21 por ciento de la población no cuenta siquiera con un libro; 16 por ciento tiene de 1 a 5 libros; 14 por ciento de 6 a 10 libros; 15 por ciento se cuenta entre los que tienen 11 y 20 libros; 7 por ciento tiene de 21 a 30 libros. Sólo 25 por ciento de los mexicanos encuestados tiene más de 31 libros.
En las bibliotecas de 3 mil 331 hogares mexicanos, 66 por ciento de los libros que se tienen son enciclopedias; en poco más de 45 por ciento se tiene literatura; 25 por ciento de los acervos cuenta con literatura sobre ovnis; 85 por ciento con diccionarios y 75 por ciento tiene en su biblioteca una Biblia.
En casi 87 por ciento de los hogares hay televisor de color; en arriba del 64 por ciento hay video, y en 7.7 existe una computadora. Eso en cuanto a un promedio general. Por ingresos destaca que el 29.5 po ciento de los hogares tienen computadora en el nivel alto; el 8.5 por ciento en el nivel medio, y el 3.6 por ciento en el nivel bajo.
La encuesta sobre hábitos en los consumos culturales, que forma parte del proyecto Formación de Ofertas y Públicos Culturales (Focyp), abarcó treinta y cuatro ciudades de mas de cien mil habitantes. Estas fueron atendidas por una cuestionario que tenía como objetivo generar un cúmulo de información en ocho rubros:Abasto, Alimentación, Cultura, Diversión, Educativo, Difusión, Religión y Salud.
Guadalupe González del Programa Cultura del Centro de Investigaciones Sociales de la Universidad de Colimacomenta que fueron cinco las versiones de cuestionario que se manejaron para aplicar. Finalmente se diseñó uno dirigido a mayores de 15 años, con 77 preguntas, mil 360 posiciones, 17 tarjetas, que cuenta con un 95 por ciento de confiabilidad con un margen de más-menos de 3 por ciento.
De acuerdo con los especialistas en el tema, cada informante representa la posición de 8 mil 300 personas.
Explica que en complemento con los otros dos aspectos de la investigación, los mapas y las historias de familia más dirigidas hacia la comprensión del pasado la encuesta tenía que relacionarse con el consumo cultural de los públicos en la actualidad. Sus hábitos, el equipamiento con el que cuentan en los hogares, sus expectativas de consumo cultural.
Parte del resultado, que pronto aparecerá publicado en su versión de vaciado de datos, representa para quienes participaron en el proyecto de Focyp, el primero de los frutos que por su dimensión destaca.
El volumen que editará el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, contiene exclusivamente los datos relacionados con la cultura. Quedan 15 tomos estadísticos que tienen lo mismo datos sobre hábitos alimenticios que sobre hábitos médicos.
El diseño de la encuesta contó con el apoyo de especialistas como Pierre Bourdieu, Henry Trueba, Daniel Bertaux.
Alberto Cirese, antropólogo italiano que combina en su historial ser de los primeros en difundir el pensamiento de Gramsci y sumar 25 años de trabajo en sistemas de computación, fue quien diseño el software.
Cuántos consumen qué Según la encuesta, cuatro de cada diez habitantes consultados en el Distrito Federal, compró por lo menos un libro en el último año.
La primera parte de la investigación está terminada y ponerle rostro a las cifras es el siguiente paso. Para el coordinador del Focyp, Jorge A. González, la idea es repetir la encuesta, realizada en 1994, este año o el siguiente. También prepara otras publicaciones: una de ellas en la que se den a conocer grupos culturales encontrados en la encuesta.
Me refiero, explica, ``a grupos que comparten hábitos y prácticas culturales muy semejantes y que no necesariamente tienen que ver con ciudad, clase o edad. Esas variables son las clásicas. El análisis estadístico que hicimos fue trabajar dentro de los datos, con lo que se reagrupa toda la encuesta, y empezamos a perfilar seis diferentes tipos de grupo.
``Hay un grupo que está cargado: clases bajas, mayoritariamente femenino, mayoritariamente no lee jamás, que les encantan ciertos productos culturales, y que jamás han ido a ciertos lugares. Cada grupo está policompuesto: tiene de todas las clases, pero hay configuraciones que tienden a caracterizar de una cierta manera a este grupo.
``Eso significa que una política de comunicación, una política cultural, de difusión, incluso de producción editorial, puede ir dirigida específicamente para tomar en cuenta las especificidades del modo como la gente en México se relaciona como público con sus ofertas''.
(En los hogares de nivel de ingresos altos el libro que más se tiene es el diccionario, seguido por las enciclopedias).
Qué te sorprendió de la encuesta?
Cosas que yo sabía o podía intuir. Por ejemplo en los hogares que cuentan con al menos un miembro titulado que no pasa del 30 por ciento: de cada diez hogares en México tres tienen al menos un titulado. Pero cuando pasas a la parte de lectura es impresionante: gente que tiene nivel licenciatura y cuántos libros tienen en su casa o cuántos libros compraron en el último mes: 42 por ciento había adquirido por lo menos un libro, y el restante 58 por ciento, no.
``Para cada capítulo habría cosas impresionantes. La gente en México no lee; tiene libros técnicos, no tiene libros para el placer. Más que una sorpresa en la encuesta, me sorprende la pobreza que se tiene, el enorme hoyo negro respecto a la cultura de la información en este país. Es duro constatarlo.
``Mucha gente del nivel superior no pasa de treinta libros. No hay mercado, no se han formado lectores. Este mismo año, repetimos. Por primera vez vamos a tener datos longitudinales, cómo va cambiando el país, dónde hay que meter la mano. No como bastón de ciego, podríamos diseñar estrategias y no hablo nada más del CNCA sino de toda la sociedad civil. Esto no lo puede hacer Bellas Artes o el CNCA, es una labor titánica en la que tiene que participar la sociedad civil.
``Respecto a la gente que va a los museos. La diferencia entre lo que hacen y lo que les gustaría. La gente en México tiene deseos de hacer cosas, pero no tenemos enzimas culturales, no tenemos exposiciones, pensamos en una cultura solar: 'a ver, ahí te va el sol ponte bronceador para que te broncée la cultura'. Hay una diferencia entre lo que la gente hace y quisiera hacer.
``La radio es un medio absolutamente desperdiciado para la promoción cultural. Y es una infraestructura impresionante por ejemplo en el DF cómo empezó a cambiar la credibilidad hacia el espectro radiofónico.
``La planeación cultural debe contemplar el aspecto de los subgrupos; lo que sirve para uno o dos subgrupos, simplemente no lo perciben los otros cuatro. Esto nos va a obligar a que tengamos una actitud hacia la difusión y en general y las políticas culturales en cualquier nivel que se encuentren, sea estatal, sea privado, sea universitario o escolar que tome en cuenta por lo menos esta multidimensionalidad y pluralidad de los receptores o usuarios de la cultura en México''.
No se tiene una panacea en el proyecto Focyp. Tenemos el mínimo de información para poder configurar esas ofertas culturales en las ciudades. Debe ser considerada porque en la capital del país siguen con el estigma de que fuera del defe todo es Cuautitlán''.