Francisco Vidargas
Santuario en peligro

A finales de marzo, en Nueva York, la fundación estadunidense World Monuments Watch hizo pública su lista de 100 monumentos históricos del mundo que considera con mayor peligro de desaparecer. De todos ellos, sólo unos cuantos podrán ser seleccionados para recibir, durante los próximos cinco años, un fondo de 5 millones de dólares para su restauración y salvaguarda.

Dentro del amplio número de edificaciones consideradas se cuentan la antigua Pompeya, Italia; el Taj Majal, India; la Morería de Granada, España; el palacio Alexander de San Petersburgo, Rusia; y la Ellis Island, Estados Unidos. De América Latina y el Caribe fueron considerados 17 bienes y zonas históricas, como el Parque Nacional Serra da Capivara en Piaui, Brasil; el Convento de Santa Clara de Asís en La Habana, Cuba; el Centro Histórico de Cuzco, Perú; y la iglesía de la Compañía en Quito, Ecuador.

Nuestro país vio incluidos, entre otros monumentos, la misión de Santa Gertrudis, Baja California; la fortaleza de San Juan de Ulúa, Veracruz; y el Santuario de Jesús Nazareno en Atotonilco, Guanajuato.

Pese a que en nuestros días se tiene mayor conciencia en cuanto a la importancia de conservar al patrimonio cultural mundial, siguen siendo innumerables los factores que provocan su desaparición. Uno de ellos, lo mencionamos no hace mucho, es el tenaz paso del tiempo. Y en el Santuario de Atotonilco éste ha sido un factor primordial, aunado a la falta de mantenimiento (con deficientes restauraciones), la humedad (escurrimientos y goteras), el calor (humo y grasa de velas) y la deficiente ventilación que se acrecienta durante los multitudinarios ejercicios espirituales. De ahí que el deterioro, tanto de pinturas murales y de caballete, como de esculturas y retablos sea de gran magnitud.

Fundado por el padre oratoriano Luis Felipe Neri de Alfaro, e iniciada su construcción en 1746, el conjunto monumental está conformado por el templo de Jesús Nazareno y la Casa de Ejercicios, cuyos retiros espirituales se llevan a cabo desde hace 200 años, en el mes de septiembre, con la asistencia de más de cinco mil personas.

La iglesia de una sola nave está dividida en tres segmentos: la galería o pórtico, la nave con su altar mayor y en el ábside, el Camarín de los Apóstoles. También cuenta con seis singulares capillas: de Belén, de la Virgen del Rosario, del Santo Sepulcro (con sus espléndidos altares de la Crucifixión, la agonía y del descendimiento), y de nuestras señoras de la Luz, de la Soledad y de Loreto, además de una torre.

La riqueza artística del inmueble asciende a 206 obras de arte que datan, principalmente, del siglo XVIII. Su vasta decoración mural barroca atribuida al pintor queretano Miguel Antonio Martínez Pocasangre cubre bóvedas, cúpulas, linternillas y muros. Asimismo, alberga trabajos pictóricos de los artistas novohispanos Juan Correa (San Antonio de Padua con el niño Jesús y Santa Rosalía de Palermo) y José de Ibarra (Nuestra Señora del Refugio de los pecadores).Nada fue realizado casualmente en Atotonilco ya que se siguió, al pie de la letra, el programa espiritual de los ejercicios de San Ignacio de Loyola: tan sólo recordemos que la planta arquitectónica del templo mira hacia Jerusalem.

Recientemente, a fin de frenar su destrucción fue constituido el comité civil Atotonilco Santuario de la Patria. Su proyecto de restauración cuenta con el apoyo del INAH, la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la SEP, el programa Adopte una Obra de Arte, la Comisión Nacional de Arte Sacro y los gobiernos estatal y municipal de San Miguel de Allende.

En una primera etapa de restauración, con duración de un año, se pretende intervenir la Capilla y el Camarín de la Virgen del Rosario, terminadas en 1766. Este pequeño oratorio de encuentra adornado con un bello retablo estípite que se caracteriza por incluir, alrededor de su hornacina, una serie de espejos enmarcados con escenas bíblicas pintadas al óleo.

Desde que en 1936 fue declarado monumento nacional, el Santuario de Atotonilco ha sufrido diversos trabajos de reparación: restauración de muros y techumbres que se encontraban ``caídos'', reposición de puertas y ventanas, impermeabilización, consolidación de pinturas del portón principal y limpieza de las ubicadas en las bóvedas. Pero el deterioro actual es mayor. Por ello, este ``humilde y santo refugio de indios, labradores y rancheros'' en palabras de don Luis González merece, con urgencia, recuperar su esplendor.