María Teresa Jardí
Por eso mataron a Polo Uscanga

Aun familiar de Polo Uscanga lo han estado llamando para decirle que también yo fui amante de Abraham. La mentirosa calumnia no tendría mayor importancia si, curiosamente, no coincidiera en el tiempo con las amenazas y hostigamientos que mis hijos, nuestros colaboradores y yo hemos estado sufriendo.

Desde la ejecución del ex magistrado, voces siempre de hombre, siempre anónimas, han llamado acusándolo de haber tenido múltiples amantes, a lo mejor, como ahora, todas inventadas. Prostitutas de planta y ocasionales, bailarinas y meseras, jóvenes y viejas, bonitas y feas. Las llamadas dan buena cuenta de las cañerías del sótano en las que se mueve nuestra deplorable procuración de justicia. Los encargados de investigar el crimen parecen no haber acabado de entender que Polo Uscanga pudo tener 20 amantes o 100, e hijos con cada una de ellas, pero que no es su vida privada la que se encuentra sujeta a investigación. Su asesinato es un crimen de Estado, denunciado por el propio ejecutado. Cada palabra, cada hecho, consignado en la denuncia presentada ante el Consejo de la Judicatura del Tribunal Superior de Justicia del DF, publicada íntegramente en nuestro diario, debe ser investigado.

Hoy que la dignidad escasea hasta en los legisladores que estudiaron Derecho, vale la pena recordar algunas de las cosas que, en esa denuncia, Abraham Polo Uscanga dejó escritas: ``Mi único objeto al denunciar tales hechos, lo fue y lo es ahora, defender la posición de los integrantes del Poder Judicial, tanto que Poder independiente... Mi postura también es defender el derecho, como me comprometí al momento de rendir protesta del cargo como Magistrado, porque considero que sólo construyendo el Estado de derecho este maltrecho país que es el nuestro puede salir adelante... Igualmente mis declaraciones tuvieron por finalidad defender la Constitución y velar por su estricto cumplimiento, a lo que también me comprometí cuando tomé posesión de mi cargo''.

Las presiones de que fue objeto se referían a casos en los que se trataba, por razones de Estado, de encerrar o mantener en la cárcel a diversas personas violando la ley. Señalaba: ``Cabe destacar que en nuestro país los asuntos de Estado, o actos de Estado, no son considerados por el artículo 15 del Código Penal como circunstancias excluyentes de delito, en que seguramente hubiéramos incurrido los integrantes de la Octava Sala de aceptar las presiones para emitir resoluciones carentes de fundamento legal y constitucional: tales 'actos de Estado' tampoco pueden ser considerados justificativos para la violación de las garantías individuales de los justiciales, en el entendido de que para la suspensión de garantías el artículo 29 constitucional establece la hipótesis en que es procedente, los procedimientos para su declaración, las modalidades de ésta, y las autoridades que son competentes para ello sin que se hubieran dado tales supuestos en los asuntos de que aquí se trata''.

Denunciaba que, desde el momento en que solicitó la licencia, empezó a recibir llamadas anónimas diciéndole que se callara o le sucedería algo a él o a su familia, amenazas que tuvieron como antecedente de la ejecución, entre otros hostigamientos, un secuestro, torturas brutales y un interrogatorio policiaco.

Finalizaba: ``Mi experiencia personal, me hace pensar que a los graves problemas económicos que hoy vive nuestro país se suman gravísimos problemas de legalidad, de autoridades que pretenden hacer uso de la ley, como punta de lanza de la injusticia. Mi conciencia está tranquila, porque como afirma el dicho popular quien nada debe nada tema, la de ustedes lo está igual? Por el bien de esta patria que se desangra en pobreza de todos tipos espero que sí! y les recuerdo que entre el avasallamiento de la independencia del Poder Judicial así como del desprecio a los derechos humanos, y el fascismo y despotismo no hay sino un pequeño paso''.

Polo Uscanga alertaba sobre lo que se avecinaba: la imposición de leyes injustas, que buscan, a base de represión, establecer un férreo control social. Los teléfonos de los narcos hace tiempo que están intervenidos, pero lo anterior no ha servido para combatir el crimen organizado, y sí en cambio ha sido un factor determinante para que las instituciones encargadas de su combate se hayan corrompido hasta la médula.

Una vez consumado legislativamente el crimen contra México, impulsado por la derecha fascista, no tardaremos en ver aparecer los tristemente célebres cuerpos de élite policiacos al estilo de los Stasi de la Alemania comunista, como la Gestapo de la Alemania nazi, como la KGB de la URSS, que convertirán a todos los mexicanos en policías de todos. Los policías estarán en cada casa. Desaparecerá la confianza; el terror será la constante.

Abraham Polo Uscanga, un abogado honesto, un magistrado digno, un hombre inteligente y bueno, denunció que venía el fascismo. Por eso lo mataron.