MURIO EL CINEASTA TOMAS GUTIERREZ ALEA
Agencias, La Habana, 16 de abril Tomás Gutiérrez Alea, uno de los pioneros del nuevo cine latinoamericano y director de clásicos de la cinematografía cubana como Memorias del subdesarrollo y Fresa y chocolate, falleció a las cinco de la mañana de este martes, víctima de cáncer, a los 67 años de edad.
El ministro de Cultura de Francia, Philippe Douste-Blazy, el presidente el Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, y en México, Carlos Monsiváis, Mario Aguinaga y Jorge Ayala Blanco, coincidieron en señalar que el deceso de Gutiérrez Alea ``constituye una pérdida irreparable''.
Más conocido en su país como ``Titón'', el maestro por excelencia del cine cubano llevaba varios años en lucha constante contra el cáncer de pulmón que lo aquejaba.
Nació en La Habana el 11 de diciembre de 1928. Como buen hijo de la alta burguesía habanera, Titón pasó por la universidad donde fue compañero de curso de Fidel Castro para hacerse abogado y una vez graduado guardó su diploma en un cajón y se fue a Italia, en 1952, para cursar estudios en el Instituto de Cine.
En la Roma de los años cincuentas, se familiarizó con el neorrealismo italiano, fue alumno de Cesare Zavattini y amigo del escritor Gabriel García Márquez y del cineasta argentino Fernando Birri. A su regreso a La Habana, figuró entre los realizadores de El Mégano, considerada como una de las primeras películas del nuevo cine latinoamericano. Con Santiago Alvarez y Julio García Espinosa formó el pie veterano de los cineastas cubanos que narraron los primeros años de la revolución en documentales cuya novedosa temática y destreza técnica les dio fama internacional.
Luego del triunfo de la revolución cubana, participó en la creación del Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (ICAIC). Gutiérrez Alea y García Espinosa fundaron en 1959 la Sección de cine de la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde.
Dirigió en aquel entonces documentales sobre la revolución cubana como Esta tierra nuestra (1959), Asamblea general (1960), El arte del tabaco (1961) y junto con Santiago Alvarez Muerte al invasor (1961).
Entre los largometrajes que conforman su amplia filmografía se encuentran Historias de la revolución (1960), Las doce sillas (1962), Cumbite (1964), Una pelea con los demonios (1971), La muerte de un burócrata, La última cena (1975), Los sobrevivientes (1978), Hasta cierto punto (1983), Cartas del parque...
Un sentido crítico y rebelde, un tono sarcástico y humor negro, dieron en La muerte de un burócrata las señas de identidad del realizador, que completó su perfil de estilo en Memorias del subdesarrollo con un realismo reflexivo.
Ambas películas, con sólo dos años de diferencia, consolidaron a Gutiérrez Alea en el estrellato, pero en 1993 se produjo su obra de mayor resonancia internacional: una versión del cuento del escritor cubano Senel Paz El lobo, el bosque y el hombre nuevo y que llegó al cine con el título de Fresa y chocolate y narra el choque existencial en Cuba entre un ortodoxo comunista y un artista homosexual, en un recio alegato contra la intolerancia en las condiciones contemporáneas de crisis económica en la isla.
Fresa y chocolate no sólo permaneció meses enteros en cartelera en Cuba, también ganó el Coral en La Habana, el Goya en Madrid, el Oso de Plata en Berlín, rompió marcas de taquilla en América Latina y Europa. Una lista interminable de premios tiene fechas también en Suiza, Moscú, Leipzig, Checoslovaquia, Cambodia, Francia, Londres, Estados Unidos, Cádiz, Siria, Brasil, México, Chile y Colombia.
En su obra coinciden Memorias del subdesarrollo, considerada la mejor película cubana de todos los tiempos, y Fresa y chocolate, la más premiada y único exponente de la cinematografía cubana que ha recibido nominación para los premios Oscar de la industria estadunidense, rompiendo el férreo cerco que durante más de tres décadas las producciones de la isla no habían podido rebasar.
Ya entonces aquejado de cáncer, el realizador se había sometido a intervenciones quirúrgicas para detener el avance de la enfermedad, que en 1992 le hizo temer que no concluiría de filmar Fresa y chocolate. La dolencia cedió por un tiempo y Gutiérrez Alea pudo presentar su obra en varios festivales y en muestras que a su obra le dedicaron en varias partes del mundo.
Cuando sus amigos vivían esperando un desenlace fatal en cualquier momento, debido a su enfermedad, Titón volvió a aliarse con el joven director Juan Carlos Tabío (también codirector de Fresa y chocolate) y ``sacó de abajo de la manga'' su última película: Guantanamera, que fue recibida con dureza por la crítica nacional pero muy aplaudida por el público. Esa película reflejó una vez más una de las mayores obsesiones del gran maestro del cine cubano: la burocracia.
Gutiérrez Alea produjo una filmografía crítica, política, reflexiva, donde se funden la poesía y la dramaturgia en un esfuerzo por contribuir a reconocer la belleza. El cine le interesaba como método estético que da placer, pero le parecía mucho mejor cuando se estimulaba la reflexión sobre la realidad.
En su última película, Guantanamera, se propuso ilustrar ``lo absurdo de la vida cotidiana de la Cuba de hoy''.
En los últimos meses, retirado en su hogar de la capital cubana, Gutiérrez Alea valoraba la posibilidad de emprender desde su lecho otra película, con la ayuda de su esposa y musa, la actriz Mirta Ibarra y algunos de sus otros sistemáticos colaboradores. La enfermedad se precipitó en los últimos días y Titón falleció al amanecer de este martes en su apartamento cerca al mar en un barrio residencial habanero, donde en los últimos meses había recibido diversos homenajes. El funeral se inició el martes al mediodía y los restos mortales del cineasta serán sepultados este miércoles.
Entre sus sueños ``pendientes'', Gutiérrez Alea nunca abandonó la idea de filmar la continuación del destino del protagonista de Memorias del subdesarrollo en el exilio.
En Madrid, Gerardo Herrero, productor de las dos películas póstumas de Alea (quien casi al final de su vida obtuvo la nacionalidad española) expresó, al conocer la noticia del deceso: 'recordaré siempre a este gran cineasta cbano como a una persona con gran curiosidad intelectual, con ganas de conocer muchas cosas y que tuvo tres grandes pasiones: la música, la literatura y el cine'.
En París, el director de Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar lamentó la muerte de su amigo, 'un gran cineasta de todos los tiempos'.