Es el PRD a Zedillo lo que el PAN a Salinas?
Urgencia gubernamental por la reforma política
Efectivamente, como lo señaló el Partido Acción Nacional, la primera fase de la reforma política que acordaron en la Secretaría de Gobernación las directivas del PRI, PRD y PT, son un ``conjunto de enunciados generales que conforman una mezcla de buenas intenciones...''. Sólo que se olvida que durante el salinismo, a lo largo de seis años, el PAN acordó hasta en tres ocasiones igual número de reformas electorales y nunca quiso pasar sólo de las buenas intenciones.Efectivamente, no existe aún garantía alguna de que el resultado del nuevo esfuerzo de reforma política se traduzca en la moderna legislación que reclamaron organizaciones civiles, partidos y promotores como los de Chapultepec. Sin embargo, los primeros enunciados dejan ver un notable ablandamiento de la parte gubernamental y de su partido, el PRI, que parece haber entrado en una fase definitiva para la reforma.
Más allá del análisis detallado de cada una de las 28 reformas constitucionales consensuadas y de los 79 acuerdos conseguidos por los partidos políticos con la notoria ausencia del PAN, conviene detenerse en lo que para muchos es una postura novedosa del gobierno y su partido, al aceptar, en principio, cambios que apenas hace no mucho se consideraban imposibles.En realidad, el más urgido a impulsar la reforma electoral y la reforma del Estado, es el propio gobierno de Ernesto Zedillo, cuyos operadores realizaron un importante cabildeo dentro de la estructura gubernamental de los estados, los gobernadores, y del PRI, para hacer retroceder las resistencias al cambio en materia electoral. No se sabe aún a cambio de qué los gobernadores habrían aceptado perder, de concretarse la nueva legislación electoral, algunos de los más importantes controles políticos de sus respectivas jurisdicciones.
Lo cierto es que para el primer círculo del gobierno zedillista, la recuperación económica estará en riesgo, si no avanza conjuntamente con el soporte político, cuya principal divisa será en los próximos meses la reforma electoral. Y es que entre los grupos económicos de dentro y fuera del territorio nacional, existe la convicción de que los esfuerzos por contener la crisis y revertir sus efectos, serán poco significativos sin una nueva legislación que garantice elecciones equitativas, transparentes y creíbles, que le den sentido a la transición democrática mexicana.
Más que producto de una cultura democrática, que en toda su historia ha estado ausente en el PRI y en los gobiernos emanados de ese partido, la reforma que poco a poco avanza, con cambios que parecen sustanciales, se ha convertido para el gobierno zedillista en uno de sus principales soportes, sobre todo ante la escasa credibilidad que han tenido las medidas económicas aplicadas.Por eso, de manera desusada, el gobierno y el PRI convirtieron al Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el interlocutor privilegiado. En ese escenario se localizan las acciones de gobierno relativas a Chiapas, Guerrero y Tabasco, en donde uno de los beneficiarios resultó ser el PRD.Pero la reforma electoral se encuentra apenas en su primera fase, que ya parece definitiva luego de repetidos intentos gubernamentales que terminaron en sonados fracasos. Sin embargo, no deberán descartarse sobresaltos, especialmente del lado del PRD, ya que en ese partido no existe el convencimiento pleno de que el acercamiento con el gobierno, de que una eventual convalidación le resulte positiva.La discusión de la reforma Electoral en el Congreso se dará de manera casi simultánea a una de las decisiones más transcendentales del PRD, la del cambio de su tercer presidente nacional, en momentos en que ese partido busca proyectarse a una etapa electoral plena, con miras a los comicios de 1997 y del año 2000. Por eso no es descartable que existan cambios en lo ya acordado.
Por lo que hace al PAN, parece ya definida su estrategia de mantenerse a distancia del gobierno, aunque en el Congreso tendrá una activa participación y llegará sin desgastes. Acción Nacional llegará dispuesto a ganar todo y a perder lo menos, porque para 1997 y para el año 2000 espera dar el paso definitivo, llevando en sus alforjas la ventaja de no haber convalidado la nueva reforma electoral.
Por lo pronto, muchos perredistas esperan que en el zedillismo no se repita la historia del salinismo. Esto es, que el PRD no sea en el gobierno de Zedillo, lo que el PAN fue para el de Salinas.