Emilio Zebadúa
Conflictos anunciados

El día en que Ernesto Zedillo visitó el estado de Morelos era probable que ocurriera una tragedia. El conflicto en Tepoztlán fue desatendido durante casi un año, en el que se acumularon agravios y se endurecieron las posiciones de los actores políticos. Cuando hubo la oportunidad de distender el conflicto, el presidente Zedillo prefirió otorgarle carta blanca al gobernador del estado, Jorge Carrillo Olea, para que lidiara con los tepoztecos de la manera en que quisiera.

Según la óptica de Carrillo Olea, los problemas de Tepoztlán son causados por las ``inquietudes de grupos minoritarios'' y, desde el origen del conflicto, se negó a reconocer el amplio grado de oposición al Club de Golf que existe entre la comunidad. En vez de darle una salida al conflicto, el gobernador creó un cerco en torno al pueblo, que fue cerrando paulatinamente. Su principal interés siempre fue recuperar el control del municipio a cualquier costo. Para ello con una mano ofrecía conciliar, mientras con la otra promovía órdenes de aprehensión contra los dirigentes de la comunidad.

A pesar del clima de tensión que provocó esta actitud, Carrillo Olea aseguró que ``no había por qué pensar en que la visita presidencial a Tlaltizapán, en donde está el cuartel general de Zapata, tuviera ningún elemento de riesgo''. El dispositivo montado para detener una caravana de hombres, mujeres, niños y ancianos tepoztecos que buscaban encontrarse con Zedillo demuestra que el gobernador no escatimó fuerzas. Carrillo Olea reconoce que ``detener a los tepoztecos pudo haber sido un arcaismo, pero cuando a costos probables está en riesgo el orden público, no hay otra cosa que sacar la carita''.

Significa esto que el enfrentamiento no pudo haberse previsto y, además, evitado? El conflicto en Tepoztlán no es nuevo; transcurrieron muchos meses, alrededor de un año, más bien, desde que el pueblo se expresó en contra del club de golf. En ese periodo los tepoztecos buscaron dialogar con las autoridades, recurrieron a instancias federales, hicieron pública su oposición. Acaso fue necesaria la muerte de Marcos Olmedo para que el Grupo KS cediera finalmente en su ambición por construir un club? No sabía el presidente Zedillo de los problemas de gobernabilidad que existen en Morelos?En realidad, el problema en Tepoztlán era conocido ampliamente; sólo que se le dejó crecer como otros tantos que existen alrededor del país por falta de voluntad política para resolverlo. En Los Pinos se llevaron a cabo varias reuniones en las que participaron el gobernador Carrillo Olea y Francisco Kladt Sobrino, director de KS, con el propósito expreso de discutir el proyecto del Club de Golf El Tepozteco. Varias dependencias federales tienen expedientes abiertos sobre Tepoztlán. Y, en anticipación a la visita presidencial a Morelos, el Estado Mayor fue actualizado de la situación que priva en el pueblo. En ningún momento Zedillo ha carecido de información sobre el conflicto.

En distintas coyunturas claves el gobierno federal tuvo, incluso, el poder para intervenir y aliviar la tensión en el municipio. El conflicto ha estado marcado por eventos decisivos, incluyendo la toma del palacio municipal por el pueblo, la suspensión de las obras de construcción del campo de golf por parte de la Profepa, y las elecciones extraordinarias por medio de las cuales se constituyó un Ayuntamiento Libre. Cada uno de estos episodios modificaron las condiciones existentes dentro y fuera de Tepoztlán y crearon oportunidades para la distensión que, al no ser aprovechadas, provocaron que el problema se fuera enredando y enredando.

Durante todo este proceso el presidente Zedillo prefirió no hacer nada. Conforme a su estilo personal de gobernar optó, mejor, por dejar libres a las fuerzas políticas y, sólo después de que ocurrieron hechos trágicos irreversibles, lamentó las consecuencias. Por rehusarse a actuar a tiempo en los conflictos con los que ha tenido que enfrentarse durante su mandato y buscar así, quizás, evitarse costos políticos inmediatos, el presidente ha contribuido a elevarlos irremediablemente. Así sucedió en Guerrero y en Tabasco, y ahora ha vuelto a pasar en Morelos. En ningún caso la respuesta presidencial resulta suficiente, y nadie queda satisfecho con el balance parcial. La sociedad exige que esta vez sea distinto.