Colaboradores o enemigos del Presidente?
Revivió Cavazos Lerma el bienestar para la familia
Ampliamente conocido por sus desplantes esotéricos, Manuel Cavazos Lerma, gobernador de Tamaulipas, incurrió ayer en uno más de sus excesos demagógicos, y en su afán de parecer más zedillista que Zedillo revivió ante el presidente de la República el lema de campaña de éste: ``por el bienestar de la familia''.Según la demagogia de Cavazos Lerma, con la firma del Convenio de Desarrollo Social, signado ayer en Nuevo Laredo, los tamaulipecos podrán alcanzar el ``bienestar para sus familias'', prometido durante meses y que fue uno de los pilares de la campaña y del triunfo de Ernesto Zedillo.
En el tercer párrafo de un elocuente discurso pronunciado en el Club de Leones de Nuevo Laredo, Cavazos Lerma retó: ``A quienes preguntan dónde está el bienestar de las familias tenemos una respuesta concreta que darles en cada uno de los miles de hogares que se verán beneficiados, en cada llave que se abre para dar paso al agua potable, en cada foco que se enciende...''Pero ni Cavazos Lerma ni los analistas presidenciales detectaron que el reto del gobernador tamaulipeco, más que inyectar esperanza, causó enojo entre no pocos asistentes: colonos, empresarios y clase media. Más bien pareció humor negro el pretendido rescate del principal lema de la campaña de Ernesto Zedillo. Y es que si bien el Convenio de Desarrollo Social aliviará la crisis económica que enfrentan los ciudadanos de esa entidad, resultó un exceso presentarlo como el cumplimiento de la promesa hecha en la campaña presidencial.La historia viene a cuento porque son frecuentes los incidentes que ocurren en torno del quehacer diario del presidente Ernesto Zedillo, y que más que motivar la comprensión ciudadana del mensaje presidencial lo muestran antipático y hacen aparecer como enemigos del Ejecutivo a algunos de sus colaboradores.
La lista de acontecimientos es larga, y además del más reciente en Tamaulipas, enumeramos algunos casos como el ocurrido apenas hace dos días en Querétaro, donde se provocó un notorio malestar ciudadano cuando se cerraron las calles aledañas al Teatro de la República, en donde el Presidente inauguró el Primer Congreso Iberoamericano de Derechos Humanos. En esa ocasión los gritos de la gente eran elocuentes: ``Queremos pasar, queremos ver al Presidente!''.
Días antes, el 10 de abril en Tlaltizapán, Morelos, cuando Ernesto Zedillo acudió al acto conmemorativo de la muerte de Emiliano Zapata, los campesinos llevados al acto se fueron incluso antes de que hablara el Ejecutivo. La razón: los citaron a las 9:00 horas y la ceremonia empezó alrededor de las 13:00. También en este caso era evidente el enojo de la gente.
En la última visita presidencial a Coahuila, en la conmemoración de la promulgación del Plan de Guadalupe, se llevó a miles de personas desde diversos puntos del estado, en trayectos hasta de seis horas, para confinarlos con escasas posibilidades de ver al mandatario. En ese acto Ernesto Zedillo ni siquiera fue orador. Con sólo caminar por donde estaba cercada la gente se percataba el malestar.
La más reciente visita del Ejecutivo a Michoacán mostró una asistencia selectiva, en donde los colonos, los campesinos y los militantes partidistas que querían expresarse fueron contenidos en un lugar apartado de donde se realizaba la Alianza para el Campo. Aquí no sólo fueron gritos, sino mantas y carteles con reclamos que nunca vio Ernesto Zedillo.
Y como no todo son giras, el viernes pasado en la residencia oficial de Los Pinos, cuando el procurador agrario, Dionisio Pérez Jácome, presentaba su primer informe, los reporteros gráficos abandonaron el salón luego de una fuerte discusión con algunos elementos del Estado Mayor Presidencial. Resulta que el espacio para los fotógrafos era sumamente reducido e inadecuado para su trabajo, y cuando quisieron buscar un mejor ángulo se les impidió desplazarse, además de que los insultaron, por lo que mejor se salieron y las fotografías del acto fueron mínimas, sólo las oficiales.
Por lo que respecta a la prensa, se han repetido los casos en que se impide a los reporteros el acceso a algunos actos y luego se distribuyen versiones de supuestas entrevistas, en realidad elaboradas por la propia Oficina de Comunicación Social. Esas versiones casi siempre se van a la basura.
Es comprensible que en los actos masivos, por razones de seguridad, se impida a los asistentes acercarse al Presidente, quien eventualmente rompe las vallas para saludar a aquellos que reclaman su presencia, pero en la mayoría de los casos ni siquiera existe una modalidad para que la gente entregue sus demandas al Ejecutivo.
Muchos de los que acuden a ver al Presidente en realidad van a entregarle en propia mano solicitudes de ayuda, de empleo, de escuela, de soluciones agrarias, de créditos... Y cuando no se les permite acercarse al Presidente o no hay quien les reciba sus peticiones, hay enojo.