La Jornada 18 de abril de 1996

Presentó su Proyecto Pastoral 1996-2000; la inestabilidad es general, dice en el documento

José Antonio Román La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) afirmó que el sistema político ``se ve debilitado y quebrantado'', con la consecuente inestabilidad social en todos los órdenes. Aseguró que hay algunos sectores que ``oponen resistencia'' al cambio ordenado y efectivo en la vida social y política del país.

En su Proyecto Pastoral 1996-2000, la jerarquía eclesiástica señala también que entre el pueblo mexicano hay desaliento, cansancio e incertidumbre, aunados a una crisis de credibilidad en todos los niveles, especialmente hacia las instituciones gubernamentales y hacia los protagonistas de la acción política.

Asimismo, afirma que entre los obispos hay ``inconformidad e incertidumbre'' ante el nuevo marco jurídico de las iglesias y en las relaciones con algunas instituciones del gobierno; además, ``hace falta mucho camino por recorrer'' para que el país viva en una auténtica libertad religiosa.Pese a esta situación, advierte que la Iglesia católica no cifra sus esperanzas en privilegios dados por el poder civil, sino en el reconocimiento pleno y efectivo de la libertad religiosa, que abarca mucho más que la simple libertad de creencias o de cultos, que es la que existe hasta la fecha.``La Iglesia católica quiere ser considerada y tratada no como extraña, menos como enemiga a la que hay que afrontar y cambatir, sino como una fuerza aliada a todo lo que es bueno, noble y bello'', dice el documento, presentado ayer de manera oficial, durante el tercer día de trabajos de la 60 asamblea del Episcopado Mexicano.

El texto, inspirado en la metodología del Documento de Santo Domingo y que incluye un análisis de la realidad política, social y religiosa nacionales, servirá durante los próximos años de guía a los obispos de todo el país y a los diferentes organismos episcopales, a fin de realizar un trabajo pastoral coordinado y así alcanzar metas comunes.En las 40 páginas y 155 puntos que integran el proyecto pastoral, el Episcopado señala que su objetivo fundamental es proclamar a Jesucristo; comprometerse a trabajar, en el espíritu de la nueva evangelización y del jubileo del año 2000, por una Iglesia más evangelizada y misionera, por una sociedad más justa y solidaria y por una cultura de la vida y la esperanza.Los obispos también expresan su preocupación por los actuales cambios culturales, sobre todo en las comunicaciones sociales, las realidades ``dramáticas'' del empobrecimiento creciente de amplios sectores y la marginación de grupos sociales y pueblos indígenas.

De igual forma, existe preocupación por la crisis que vive la familia como institución, las angustias de los jóvenes, por el desempleo y el alcoholismo, que a veces ``hace perder el sentido de la vida'', y la migración a las ciudades, entre otros problemas.

En referencia al aspecto eclesial, la jerarquía católica expresa su preocupación por el ``indiferentismo religioso'', la religiosidad popular sin apertura a la trascendencia y la crisis de las vocaciones en algunas regiones de México, tanto en la vida consagrada como en la sacerdotal.

``Reconocemos que nuestro testimonio como cristianos, tanto personal como comunitario, es muy débil y refleja la incoherencia entre la fe y la vida'', además de que, ante la falta de una adecuada formación y los vacíos de la labor evangelizadora, se constata el aumento de la actividad proselitista de las ``sectas'' y de nuevos grupos religiosos.

``La nueva situación legal de las iglesias en el país requiere de nosotros (la Iglesia católica) un cambio de mentalidad para educarnos en el deber y en el derecho a la libertad religiosa y para mejorar nuestra relación con las demás iglesias y otros grupos religiosos'', expone.Respecto al análisis social, el proyecto pastoral del Episcopado señala que el creciente empobrecimiento de millones de mexicanos, que llega ``a intolerables extremos de miseria, es el más devastador y humillante daño que vive nuestra patria''.``Hay una creciente ola de violencia y una gran inseguridad pública, que en gran parte se debe, entre otros factores, a la pobreza, a la impunidad y a una deficiente impartición de la justicia. La deshonestidad y la corrupción afloran públicamente y parecen impregnar todos los estratos de nuestra sociedad''.

Asimismo, dice que ante los graves problemas del país en la sociedad hay un anhelo y una búsqueda de paz con justicia y reconciliación social.

En el aspecto económico, el Episcopado afirma que el modelo aplicado en el país, que privilegia los índices de rendimiento de la macroeconomía, ha provocado desequilibrios, debilitamiento y miseria.

Los obispos recuerdan que en repetidas ocasiones han expresado su preocupación porque la crisis actual y el modelo económico seguido en el país han provocado desempleo creciente, salarios insuficientes, alza de precios, cierre de empresas y devaluación de la moneda, lo que ha afectado gravemente al pueblo, sobre todo a los sectores más débiles.

En este apartado, la Iglesia aborda de manera breve los temas de narcotráfico, derechos humanos, trabajo, familia, indígenas, campesinos y migrantes.

Al tema político destina dos párrafos, en los que afirma que el sistema ``se ve debilitado y quebrantado''. Señala que un aspecto positivo de los últimos años es que entre la población ha ido despertando el sentido de participación democrática, pero afirma que todavía falta una educación política permanente para lograr un cambio ordenado y efectivo en la vida social del país.Por lo anterior, el Episcopado Mexicano se compromete a acompañar e impulsar, desde su misión evangélica, el proceso democrático del país, ``superando el ambiente sofocante de desconfianza en las instituciones, proclamando los valores de una genuina democracia pluralista, justa y participativa, y animando al pueblo hacia un real protagonismo.``Frente a la dramática realidad de la pobreza y el hambre que padecen millones de mexicanos, nos comprometemos a promover la justicia social, haciendo un fuerte llamado a la conciencia de quienes ejercen el poder económico, político o social, para que no lucren a costa de los indígenas, de los campesinos y de los obreros, y recordándoles que la discriminación y la marginación son un atentado contra la paz familiar y social.``Señala que el narcotráfico, por la misma crisis económica y por su proyección internacional, ``se ha vuelto un cáncer que golpea y corrompe todo lo que toca y penetra hasta los centros del poder político y económico''.