Ricardo Alemán Alemán
Itinerario político

Ascenso y caída de Rizzo, por la gracia del Señor
Entre las razones, aparente vínculo con el narco

``El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor'', dice la Biblia.

Y a Sócrates Rizzo García lo inventó Carlos Salinas de Gortari, lo impulsó y lo impuso. Y a Sócrates Rizzo García lo dejó caer Ernesto Zedillo, en contra de la propia promesa presidencial de no intervenir en la autonomía de los estados. Defenestrado, el ex gobernador de Nuevo León puede terminar, incluso, en la cárcel.

De suyo sorpresiva, la supuesta renuncia de Sócrates Rizzo García a la gubernatura de Nuevo León, en realidad parece una decisión del centro, acordada en el primer círculo del poder, y cuyo origen va más allá del desgobierno y las corruptelas, de su acendrado salinismo, de los excesos de Rizzo García, que pronostican una segura derrota electoral en 1997 para el PRI de Nuevo León. Más bien, no es descabellada la versión que vincula la caída del Ejecutivo neoleonés con la extradición de Juan García Abrego y con las declaraciones del otrora jefe del cártel del Golfo al FBI.

De origen humilde y formado en las filas del radical Grupo Espartaco, de tendencia trotskista, Sócrates Rizzo García se vincula desde su juventud con la familia Salinas, especialmente con Raúl, en los tiempos en que éste lidereaba un grupo de tendencia maoísta. Con el ascenso de la familia Salinas, Sócrates no pierde el vínculo y hasta consigue también de los Salinas una beca para estudiar, igual que los hermanos Carlos y Raúl, en el extranjero.

Siempre a la sombra de Carlos y Raúl, Rizzo García es llevado a las secretarías de Hacienda y Crédito Público, y de Programación y Presupuesto, de 1979 a 1985, y luego, de 1985 a 1988, a la 52 legislatura de la Cámara de Diputados, donde se vincula estrechamente con otro de los preferidos de los Salinas, Luis Donaldo Colosio Murrieta. Sócrates fue llevado al Congreso por el 27 distrito electoral de la ciudad de México, y su caso, por no reunir los requisitos, fue uno de los más impugnados. En esa misma legislatura eran parte del mismo grupo Manuel Cavazos Lerma y Manlio Fabio Beltrones, hoy gobernadores de Tamaulipas y Sonora.

Ya siendo presidente Carlos Salinas, Rizzo García es impuesto como dirigente estatal del PRI en Nuevo León, de donde es lanzado para la alcaldía de Monterrey y luego a la gubernatura. Una carrera meteórica, siempre de la mano de los Salinas. En la primera mitad de su gestión como gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo García era presentado como el gobernador modelo, justo en la última parte de la gestión del presidente Carlos Salinas.

Sin embargo, la debacle empieza el 28 de febrero de 1995, cuando es detenido Raúl Salinas y su hermano Carlos se refugia, horas después, en San Bernabé una colonia popular de Monterrey, para iniciar una huelga de hambre. Eran los momentos más intensos de la pugna entre el presidente Ernesto Zedillo y el ex presidente Carlos Salinas. A partir de entonces se hizo público lo que todos sabían pero también callaban en Nuevo León: una larga lista de desaciertos políticos, corruptelas, tráfico de influencias y, por supuesto, evidencias de vínculos con el narcoráfico, en los que se asociaba a Raúl Salinas, Juan García Abrego y Sócrates Rizzo.

Son poco convincentes los argumentos que se han esgrimido para explicar la renuncia de Sócrates Rizzo al gobierno de Nuevo León. Efectivamente, existe una importante descomposición política, hay malestar de los empresarios locales por las corruptelas del gobernador y por su enriquecimiento inexplicale. Y también es cierto que dejó al estado prácticamente en manos del PAN, partido que tiene garantizado el triunfo electoral en 1997.

Sin embargo, esas causales son iguales o mayores que en otras entidades, entre ellas Tabasco y Campeche, por mencionar sólo dos. Debe recordarse que por mucho menos que eso se sostuvo hasta el límite de la crisis a los gobernadores de Guerrero y Chiapas, quienes finalmente salieron más por la presión popular.

La razón que llevó al gobierno federal a defenestrar a Sócrates Rizzo no pudo haber sido sólo la crisis política y la anunciada debacle electoral. De ser así, la medida debió tomarse desde hace mucho. Hoy, como dice un experimentado priísta, ``ni un mago salvará a Nuevo León de la derrota electoral''. Lo mismo debió ocurrir en el caso de los malos manejos o de la quiebra económica del gobierno.

En el fondo, las razones fundamentales parecen ser otras. Una, que inició la purga de los gobernadores salinistas, que agrupados en el llamado sindicato de gobernadores torpedearon y lo siguen haciendo al zedillismo, y que obtaculizaron no sólo las acciones económicas, sino la reforma política. Y dos, que Sócrates Rizzo pudiera estar vinculado al cártel del Golfo, o por lo menos incurrió en omisiones que permitieron el florecimiento de ese grupo mafioso en la entidad neoleonesa, donde por cierto fue capturado Juan García Abrego.

En cualquiera de los casos, la decisión fue tomada en el primer círculo del poder federal, donde se toman las decisiones y de donde surje un mensaje para quienes insisten en un gobierno débil. Lo cierto es que con la caída de Sócrates Rizzo, queda en el olvido la intención presidencial de no intervenir en la soberanía de los estados.