Sólo sanción política para Sócrates Rizzo?
Dónde está la justicia para Nuevo León?
Era tal la emoción del nuevo gobernador de Nuevo León, que cuando se presentó ante los periodistas, en Monterrey, abrió con un ``vengo de darle las gracias al presidente'' Ernesto Zedillo. Mientras tanto, en la ciudad de México, el secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, fue parco con los reporteros y de la caída de Sócrates Rizzo sólo dijo: ``Es un asunto local'' y siguió caminando. ``No voy a hablar, sólo voy a caminar'', respondió ante la insistencia de los informadores.
Nadie parece estar dispuesto a revelar las verdaderas razones que llevaron a Sócrates Rizzo a dejar el Ejecutivo de Nuevo León, y mucho menos se dan señales de que habrá un correctivo si es que la salida se debió al desgobierno, a la crisis política y económica y a la escandalosa corrupción. Existen evidencias de que el gobernador incurrió en múltipes irregularidades que ameritarían acción penal, pero sólo parece ser sancionado con la expulsión del cargo, como si con eso quedaran resueltos los problemas que ocasionó a los neoleoneses. Y es que por más intentos que se hagan para mostrar como una decisión propia la salida de Sócrates Rizzo, ya no es posible ocultar que se trató de una decisión política dictada desde el centro, con la que se busca un reacomodo de piezas pero no la aplicación de la justicia a un gobernador que llevó a la ruina a su entidad.En esa estrategia política de reacomodo de piezas jugó un papel destacado el subsecretario de Gobernación, Natividad González Parás, uno de los hombres de confianza del presidente Ernesto Zedillo y virtual candidato a la gubernatura de Nuevo León. No es un secreto que González Parás llegó a la diputación federal en la actual Legislatura, como resultado de su estrecha relación con el Presidente de la República, quien por cierto lo hizo secretario de la Gran Comisión de la Cámara de Diputados y luego subsecretario de Gobernación. Pues bien, González Parás fue uno de los que desde su puesto de privilegio maniobró para llegar a la gubernatura, en las mejores condiciones.En realidad, a poco más de un año de los comicios para renovar el gobierno, el candidato natural era Benjamín Clariond Reyes Retana, por lo que se considera que el PRI sacrificó una de sus mejores cartas para sustituir a Sócrates Rizzo. En el fondo, al quemar a Benjamín Clariond se deja libre el camino para el regreso al poder de uno de los grupos más poderosos de la política neoleonesa, el del ex gobernador Jorge Treviño.
Sólo que para recuperar Nuevo León para el PRI es necesario más que un gobernador empresario como Benjamín Clariond Reyes, mucho más que el peso de la Subsecretaría de Gobernación y de la influencia de los recursos que seguramente derramará el Ejecutivo federal para esa entidad. Para resarcir los destrozos políticos, económicos y de credibilidad que durante cinco años causó el salinismo en Nuevo León, se requerirá la aplicación de la justicia. Ya no es tolerable que el desgobierno, el enriquecimiento inexplicable, el solapamiento del narcotráfico y la corrupción, sean sancionados sólo con la expulsión de los gobernadores, quienes, debe recordarse, fueron electos popularmente.
Y si se quieren pruebas, ahí van algunos casos en los que estuvieron involucrados parientes del gobernador: nepotismo de su hermana Elida Rizzo, subsecretaria de Ecología, y de su cuñado Alfonso Reyes Martínez, director de Publicaciones Especiales de Comunicación Social del gobierno; presunto tráfico de influencias de otra hermana, Celia Fanny Rizzo García, y su participación con 50 por ciento en la venta de un terreno de propiedad estatal; tráfico de casas de la familia Rizzo en la residencia San Angel y problemas con una propiedad del cuñado del mandatario estatal.
Otras dificultades aparecieron cuando amigos del gobernador llegaron por favoritismo a puestos públicos y fueron acusados de desvío de recursos sin que se les aplicara la ley, y también por la asignación de becas en favor de hijos de funcionarios.
Otro conflicto fue la nueva ley del Isssteleón, que provocó manifestaciones magisteriales, y finalmente las reformas a la misma; nuevas inquietudes de los maestros por el déficit creciente del organismo que tuvo origen en la auditoría de 1994, y que posteriormente causaron la fusión de la entidad de seguridad social.
Los problemas de Rizzo llegaron al terreno deportivo: en dos años consecutivos, derroche en la contratación de jugadores para el equipo Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León y descenso del equipo a la Primera División A, con la consiguiente devaluación de la franquicia de 7 millones de dólares a 150 mil dólares.