La integración económica mundial y la dinámica industrial que han seguido los principales países desarrollados en lo que va de la década, han definido cambios muy relevantes que para muchos analistas e ideólogos (de todas las tendencias) han representado comportamientos poco previsibles.
Si analizamos el desempeño de la producción industrial de Estados Unidos, Japón, Italia, Francia, Gran Bretaña y Alemania entre 1986 y 1995, se pueden destacar al menos dos hechos fundamentales:
1. Se observa con claridad la ocurrencia de dos periodos: el primero 1986-1991 corresponde a un crecimiento acumulado importante para todos los países, y destaca en los extremos Japón con el 27 por ciento y Gran Bretaña con apenas el 7 por ciento.
2. El año 1991 marca un cambio definitivo en la tendencia de este indicador prácticamente en todos los países objeto de estudio. Japón y Alemania, los más pujantes durante el primer periodo, con crecimientos acumulados del 27 y el 15 por ciento, a partir de ese año entran en recesión industrial en la medida que ven caer su producción en 4 y 3 por ciento entre 1991 y 1996. Por el contrario, Estados Unidos, Gran Bretaña e Italia (en menor medida) observan una gran recuperación de su producción industrial. En efecto, en este segundo periodo la industria de estos países creció aproximadamente en 19, 9.3 y 6.2 por ciento, respectivamente.
Aunque es difícil dar una explicación amplia de estos comportamientos en este breve espacio, valdría hacer unos apuntes explicativos.
Por un lado, Japón y Alemania (los perdedores militares de la Segunda Guerra Mundial, pero los ganadores económicos desde entonces) vienen asistiendo a un proceso severo de recesión industrial en lo que va de la década. Japón ha venido sufriendo de una agresiva política cambiaria y comercial de los estados, además de altísima inestabilidad política y de un rápido envejecimiento de su población. Alemania, por su parte, ha pagado un costo enorme de su reunificación desde el otoño de 1989, cuando cayó el muro de Berlín. Desde ese momento Alemania emprendió una política fiscal sumamente expansiva en la contraparte oriental, destinada a la inversión en infraestructura en la industria, programas de atención al desempleo y rescate financiero de empresas. Sin embargo, esta política generó un gran déficit fiscal y de cuenta corriente desde 1991.
Finalmente, el notable desempeño industrial de Estados Unidos parecería estar asociado a algunas razones ya descritas, pero también al cambio del partido en el poder y la consecuente redefinición de programas y presupuestos. En particular, es posible pensar que la llegada de la administración demócrata, después del largo periodo republicano, planteó una política industrial muy clara, sustancialmente distinta a la de los gobiernos neoliberales anteriores.
Es indudable que habría que profundizar en la casualidad de estos desempeños diferenciales, pero no obstante que hay una gran variedad de razones explicativas, la política industrial ocupa un lugar central.