La Jornada 23 de abril de 1996

México, ejemplo de recuperación económica en 1995: Rubin

Afp, Notimex, Ap, Efe, Ips y Reuter, Washington, 22 de abril Los ministros de Finanzas del Grupo de los 10 países más industrializados del mundo (G-10) advirtieron hoy a los gobiernos y acreedores privados que en caso de nuevas crisis financieras no deben esperar un rescate masivo con dinero público, como el que se ofreció a México en 1995. ``Ni los países deudores ni sus acreedores privados deben esperar ser aislados de cualquier consecuencia financiera adversa de sus decisiones, mediante el aporte de un financiamiento oficial de gran escala en el caso de una crisis'', indicó el G-10.

Los ministros del grupo aprobaron un informe sobre las posibles soluciones a nuevas crisis financieras, y pusieron en guardia a los mercados de que, en lo sucesivo, tendrán que asumir un mayor grado de responsabilidad por los riesgos que corren sus inversiones. Reconocieron, sin embargo, que procedimientos de quiebra internacional ``no parecen aportar en las circunstancias actuales, ni en el futuro previsible, un modo factible o apropiado para lidiar con crisis de liquidez de deudores soberanos''.

La del G-10 fue la última de las reuniones previas a las deliberaciones semestrales de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, (BM), cuya agenda incluye el aumento de los recursos del Fondo y otras formas de preparación para futuras crisis.

El G-10 incluye en realidad 11 países: Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Japón, Holanda, Suiza, Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania y Suecia, que han suscrito con el FMI un Acuerdo General de Préstamos (AGP) mediante el cual ponen a disposición del organismo multilateral parte de sus reservas internacionales, unos 28 mil millones de dólares, para casos de emergencia. A raíz de la crisis mexicana el G-10 está negociando la posibilidad de duplicar el monto del AGP, incluyendo al mismo tiempo otros países.

El ministro británico de Finanzas, Kenneth Clarke, subrayó que la experiencia de la crisis financiera mexicana demostró que recurrir a este tipo de financiamiento tiene unos elevados costos que no sólo se revierten sobre el país deudor, sino también sobre la comunidad internacional. ``En las futuras crisis de liquidez los inversionistas en deuda del sector privado, igual que los acreedores oficiales y los bancos comerciales, no deberán actuar creyendo que su deuda es sacrosanta'', indicó.

Por su parte, Robert Rubin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, insistió en que es necesario mejorar los mecanismos para prevenir las crisis financieras internacionales, ya que sus repercusiones globales son muy profundas. ``Incluso la mejor y más completa transparencia de los mercados no puede evitar todas las crisis, y la experiencia nos enseña que esas crisis tienen consecuencias externas'', dijo el funcionario, luego de afirmar que los primeros y más afectados por recurrir a esas medidas son los países que las utilizan.

Reunión FMI-BM

Al hablar en la reunión semestral de primavera del FMI y del Banco Mundial, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Rubin, destacó el éxito de la recuperación económica de México y llamó a prestar mayor atención a los mercados emergentes para que los organismos multilaterales de crédito y los mercados de capital puedan detectar a tiempo el surgimiento de una crisis financiera.

Los debates para encontrar fórmulas que permitan paliar el endeudamiento de los países más pobres y la eventual venta de las reservas de oro del FMI centraron las discusiones de la reunión. El ministro de Hacienda británico, Keneth Clark, propuso que se venda ``una modesta porción'' del oro del organismo, cuyo valor total es de 40 mil millones de dólares.

Los miembros del Comité Interino del FMI evaluaron un programa sobre un fondo de 50 mil millones de dólares destinado a confrontar emergencias globales. El proyecto busca dar más poder y recursos al FMI para que enfrente los problemas de países pobres abrumados por deudas insostenibles.

El FMI y el BM han consensado un plan para condonar unos 8 mil millones de dólares de la deuda de los países más pobres, muchos de ellos de Africa, abrumados por lo que deben a los organismos. Estados Unidos y sus aliados aprueban el objetivo del plan, pero sostienen que ambos organismos deben asumir una proporción mayor de los costos de reducir la deuda de unos 20 países.