La semana pasada, los partidos políticos recibieron la propuesta de redistritación electoral que elaboró el Registro Federal de Electores y que deberá ser revisada y aprobada para que sea utilizada en las elecciones federales del año entrante. Dado su estatuto jurídico específico, el Distrito Federal será la única entidad federativa que sea objeto de dos proyectos de redistritación: uno que será aplicable a la elección de diputados y otro a la de asambleístas. Esta duplicidad se debe, en buena medida, al retraso que ha tenido la reforma política del DF que no ha permitido que la elección de sus órganos de representación local esté normada por una legislación propia. La Asamblea de Representantes del DF es una instancia de representación de los capitalinos, pero sigue estando regida por las disposiciones federales.
La nueva división del territorio nacional en 300 distritos uninominales, que fue dispuesta para efectuarse para las elecciones de 1997 en la reforma electoral de septiembre de 1993, tiene el propósito de acercarse lo más posible a que los diputados representen a un número semejante de habitantes, es decir, para terminar con la enorme desproporción que hoy en día existe, por ejemplo, entre el 1 y el 40 distritos electorales del DF, pues éste último tiene un padrón electoral diez veces más grande que el primer distrito.
De acuerdo con la propuesta presentada por el Registro Federal de Electores, al DF le corresponderán solamente 30 distritos electorales en lugar de 40 como había sido desde 1979, en virtud del crecimiento negativo que la entidad capital ha venido experimentando en los últimos años y del crecimiento que han tenido otros estados. Esta nueva distritación no podrá ser utilizada para la elección de los miembros de la Asamblea de Representantes porque la Constitución señala que ésta se compone de 40 representantes electos por el principio de mayoría relativa y 26 por el de representación proporcional. ¿Era necesaria una nueva división que mantuviera los 40 distritos capitalinos? ¿No podía seguirse utilizando la actualmente existente en tanto se concluye la reforma política en ciernes?
Desde enero pasado, el Consejo General del IFE solicitó al Registro Federal de Electores que elaborara además del proyecto de redistritación federal, uno particular para la elección de los asambleístas, a fin de eleminar las profundas asimetrías que actualmente existen en la población representada por cada distrito. Esta tarea era necesaria en virtud de que no estan entre las propuestas de reforma capitalina la de modificar la composición de la Asamblea. Tampoco era posible retrasar el ajuste de los 40 distritos capitalinos porque este es un procedimiento técnicamente complicado, pero sobre todo políticamente delicado, ya que se requiere de un plazo suficiente para que los partidos políticos lo analicen y despejen sus dudas, es decir, para que sea considerado legítimo.
En suma, para las elecciones del año próximo, dos diferentes distritaciones regirán en el DF en una misma jornada electoral, lo que implicará que los diputados serán electos en unos distritos y los asambleístas en otros. Esto significará una complicación y una molestia para los votantes, pero no es un caso único, ya que hay otros estados en la República en donde en un mismo día se eligen diputados federales y diputados locales que responden a diferentes distritos electorales.
Sería deseable y sobre todo racional, que los estados se movieran eventualmente hacia una correspondencia entre sus distritos federales y sus distritos locales. Además, así como se recomienda que las fronteras distritales queden dentro de los límites municipales que son la referencia político-administrativa inmediata de los ciudadanos, así para el DF sería conveniente que la representación política coincidiera con la división administrativa, es decir, con la de las delegaciones. Esta es una tarea para el mediano plazo que nuestro convulsionado escenario político sigue sin dejarle lugar.