Revuelo en el Senado por 5 palabras en el texto sobre Afores
Néstor Martínez y Mireya Cuéllar ``Estamos debatiendo sobre un dictamen mutilado...'' La afirmación hecha desde la tribuna por Félix Salgado Macedonio congeló al pleno del Senado de la República.
Y con los documentos en la mano, el perredista demostró que, efectivamente, el dictamen senatorial no coincidía con el texto de la minuta de la Ley de los Sistemas de Ahorro para el Retiro que les fue remitida por la Cámara de Diputados.
No sólo eso: las cinco palabras en que consistía la irregularidad, en el tercer párrafo del artículo séptimo de la referida ley, modificaban el sentido de ese precepto.
``Creemos que esta minuta agregaba el senador perredista debe regresar a comisiones de la Cámara de Diputados''.
Habían pasado 15 oradores por la tribuna y transcurrido casi cinco horas de una discusión, cuando el descubrimiento de Salgado precipitó súbitamente la situación. Alarmados, visiblemente desconcertados, los senadores priístas responsables del dictamen se aglutinaron en torno al escaño del líder Fernando Ortiz Arana.
Amador Rodríguez Lozano, José Murat Casab y Carlos Sales Gutiérrez, el encargado de elaborar el dictamen senatorial, discutían y buscaban la manera de darle una salida legal al problema. Aquiles López, el secretario particular del líder, iba y venía por todo el recinto. Llevaba y traía documentos.
Desde sus escaños, los panistas observaban curiosos y divertidos los malabares que los senadores priístas hacían para zafarse ese jaque que les había dado el del Partido de la Revolución Democrática.
Salgado Macedonio machacaba desde la tribuna. Aseguraba que ninguna comisión legislativa tiene el derecho de mutilar una minuta y sostenía que era producto de una ``marrullería''.
Al final de su intervención, ante el azoro de los priístas que parecían no atinar todavía a una salida, el opositor formalizó su propuesta para que la minuta retornara a la Cámara de Diputados.
Tan pronto como Salgado bajó de la tribuna, Fernando Ortiz Arana se incorporó de su asiento como impulsado por un resorte y, con el brazo en lo alto, pidió la palabra: ``Para hechos, señor presidente... voy a hacer una proposición''.
Ya en la tribuna, afirmó que la propuesta de Salgado, en el sentido de que regresara la minuta a diputados, era ``francamente una táctica dilatoria'', y aseveró: ``No ha habido intención de nadie, que yo sepa, de modificar, de adulterar la minuta, aquí recibida''.
Ortiz Arana indicó que se estaba a tiempo de presentar al pleno una propuesta de modificación al artículo séptimo del dictamen senatorial, lo que, de ser aprobado, salvaría la diferencia. En realidad, las cinco palabras no fueron mutiladas, sino colocadas en otro sitio, dentro del mismo párrafo, lo que le daba un sentido diferente.
El párrafo decía: ``Los tres vocales restantes serán designados por el secretario de Hacienda debiendo ser dos representantes de las organizaciones nacionales de trabajadores que ostenten la mayor representatividad, y uno de los correspondientes a los patrones, que formen parte del Comité Consultivo y de Vigilancia. Las palabras ``que ostenten la mayor representatividad'' debían ir al final, a continuación de ``Vigilancia''.
El líder propuso un nuevo texto al tercer párrafo del artículo séptimo del dictamen del Senado, en los mismos términos en que fue remitida la minuta de la colegisladora.
Los priístas respiraron. Aliviados, reconocieron con aplausos la habilidad de su líder.
Juan de Dios Castro, quien se había mostrado interesado en ver si los priístas atinaban a una salida correcta, no tuvo más remedio que reconocer el oficio del político y señalar la inexperiencia del perredista.
``El Revolucionario Institucional va a tener que darle un regalo a Salgado, porque si éste hubiera hecho la observación después de que la ley hubiera sido votada, entonces sí habría metido al Senado en un grave problema. Quizás la minuta hubiese tenido que regresar a diputados'', comentó el panista.
Las dos propuestas fueron sometidas al pleno en votación económica: la de Félix Salgado fue rechazada por el PRI; la de Ortiz Arana, obviamente, recibió el aval de la mayoría. Los panistas se abstuvieron.
Instantes después se votó el dictamen. Acción Nacional y el PRD lo hicieron en contra; el PRI lo aprobó con 82 votos en lo general, aunque la campechana Layda Sansores se opuso en lo particular.
Al final de la sesión, mientras el del PRD se lamentaba de haber errado el procedimiento, el oficial mayor, Mario Alberto Navarro, siempre puntilloso, le palmeaba la espalda y le murmuraba en tono burlón: ``Igual que Kalusha (fino mediocampista del América), tuviste toda la portería abierta para meter el gol... y tiraste la pelota al poste. Ni modo''.