Miguel Barbachano Ponce
Videoarte

Comencemos por el principio, precisamente, cuando industriales japoneses introducen en el mercado internacional la ``Sony portapak''. A partir de entonces año 65, la utilización de la tecnología del video conocerá un auge semejante al que conocieron durante la quinta y sexta décadas las cámaras de super 8 y 16mm. Auge que se extiende hasta nuestros días en la confección de noticias emitidas por los múltiples canales de la televisión; por cientos de trabajos de índole independiente y experimental como aquellos que realizaron Chris Marker (documentalista francés, autor entre otros videofilmes, de 1. Heritage de la chouette, año 89) y Jean-Luc Godard, Grandeur et Décadence d'un petit commerce de cinema, año 86; por el íntimo quehacer de innúmeros voayeristas que se valieron de sus videocámaras para recoger momentos señalados de su dinámica sexual, según ilustró Stephen Soderbergh en Sex, Lies and videotape; sin olvidar, el quehacer confesional y subjetivo (''comcorder-video'') de Atom Egoyan y Derek Jarman (cineasta/videosta inglés, experimentador vanguardista y radical, creador de trece cintas, entre las que destacan, Jubiles y Caravaggio año 77 y 86 respectivamente, Waiting Godot, tape de 20 minutos y The Garden, rodada con una cámara de video y otra de super 8, película que vino a ser su postrer trabajo); sin olvidar tampoco los esfuerzos de ''video-makers'' estadunidenses (Michael Klier, entre otros) que transformaron a través de la ``Pixelvision Toy camera'' la tradicional concepción del encuadre a partir de los ochenta, novísima concepción presente en II Mistero Di Oberwald, filme de Michelangelo Antonioni, basado en una obra teatral de Jean Cocteau con Monica Vitti como la Regina; en One From the heart de Coppola; en Prospero's Books de Peter Greenaway; en Natural Born Killers (1994), de Oliver Stone.Retrocedamos ahora en el tiempo para ir al encuentro del nacimiento del videoarte en dos espacios diferentes; alumbramientos cuya inesperada paternidad estuvo a cargo del músico coreano Nam June Paik, discípulo de Stockausen y John Cage, y miembro hiperactivo de un movimiento artístico hoy desaparecido denominado Fluxus. Pero, dónde y cuándo ocurrieron éstos nacimientos que vinieron a fundar el videarte, más allá de experimentaciones mayores y menores?El primero sucedió el 11 de marzo de 1963 en la galería Parnass, ubicada en Wupertal, Alemania en cuyo libérrimo espacio supervisado por el doctor Jarling el coreano Nam June Paik, ofreció, a estupefactos espectadores, un concierto de música aleatoria, interactiva, a través de las emanaciones sonoras y visuales (zigzagueantes líneas que se entrecruzaban obsesivamente) que emitían mejor sería decir ``vomitaban'' trece preparados televisores capaces de proyectar, una y otra vez, un video abstracto y musical. No en vano, segundos después de que hubo concluido el singularísimo concierto, Name June, gritó eufórico: ''J'ai inventé la television abstraite'' (``He inventado la televisión abstracta!'').Sin embargo, es justo recordar que otros historiadores consideran que el arte del video nació cuatro años más tarde 9 de febrero de 1967 en New York, precisamente en la exclusiva ``Cinemateca de Cineastas'' fundada y dirigida por el cineasta independiente Jonas Mekas. En aquella ocasión, la paternidad correspondió, de nueva cuenta, al superactivo Nam June, acompañado por la audaz y apreciadísima violoncellista estadunidense Charlotte Noorman, que aceptó fascinada participar con el coreano en aquel ''Happening'' fluxus titulado La ópera sexcronizada semidesnuda, es decir, apenas cubierta por una mínima ropa interior de inusual diseño. Así vestida, ella, ejecutó una larga serie de gestos musicales, pulsando entre sus piernas a Nam Jane Paik que, decidido a ridiculizar la dignidad artística, habíase convertido en un dócil violoncello carnal. Evidentemente, una videocámara recogía aquella singular imagen y registraba aquel inesperado sonido que producía el arco de Charlotte pasando una y otra vez sobre las espaldas de Paik.

A partir de entonces, las posibilidades de provocar una pulsión estética a través de las singulares ofertas visuales del video quedaron fundamentadas.