Jacques Derrida en sus últimos libros Dar el tiempo y Mal de archivo, y en uno anterior El nombre de Paul Diel inscribe las cuestiones sobre el origen y la esencia del lenguaje que parecen inseparables del origen y la esencia de la escritura. Sin embargo las tradiciones científicas correspondientes, la lingística y la gramatología, no han entrado en diálogo o crítica recíproca.
La lingística moderna excluye la escritura para definir la unidad interna de su objeto. Frente a esta unidad, la escritura sería siempre derivada, agregada, exterior, duplicación del significante: fonética. Ante esto, lo que Derrida, propone, es que la lingística supere su limitación fonológica y la gramatológica incorpore su adquisición histórico-cultural una conceptualización teórica como la que puede proporcionar el estudio formal estructural de la lengua.
Patricio Peñalver, filósofo español, espléndido lector de Derrida, sugiere que el enlace interno entre el descubrimiento de la relevancia de la escritura y los movimientos de la desconstrucción derridiana no permitirán ya un equilibrio tranquilo de la gramatología y la lingística. La escritura, más que elemento de una nueva, más cientifica lingística, será operadora de una dislocación de las relaciones entre ambas disciplinas. Las tesis de Jacques Derrida se cifran en una inquietud por el lenguaje inquietud en el lenguaje y por el lenguaje. Inquietud histórica y trascendente ante las instancias del sentido amenazado o la crisis de la verdad, experimentada desde el lenguaje como historia pura.
Es la inquisición del lenguaje como origen de la historia, lejos de un historicismo que vive la historia, como una suceción de acontecimientos e ideas abiertas a la reflexión del destino mismo de la aventura occidental y, más concretamente, a la repetición del logos griego que inaugura esa historia. Es decir, un retorno hacía el origen de la historia de la metafísica, la epistemología y la verdad.
Si el lenguaje es origen de la historicidad, es también en su forma pura o en su lenguaje de altura el lugar de la presencia y la ausencia. La presencia y la ausencia a la que se había referido magistralmente Freud, en su ensayo Más alla del principio placer, y es parte del pensamiento derridiano que reflexiona Peñalver.
Peñalver P. Desconstrucción; Montesinos, Barcelona 1996.