La Jornada 27 de abril de 1996

México obtuvo a cambio equipo militar con menos limitaciones, dicen

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 26 de abril El anuncio sobre un acuerdo en principio para ampliar la cooperación militar entre México y Estados Unidos, dado a conocer el pasado miércoles 24, fue posible porque a Washington le representa ``poner un pie en la puerta'' para una cooperación más amplia, y a México le permitió el acceso a más equipo militar Ñparticularmente helicópterosÑ sin la supervisión que ha caracterizado a otros programas de donación militar estadunidense a países como Colombia, según fuentes entrevistadas aquí.

``Lo que Estados Unidos ha estado intentando lograr en los últimos años es meter su pie en la puerta'', explicó el coronel retirado Stephen Wager, quien en los 80 fue agregado militar en la embajada estadunidense en México, y se ha destacado como analista militar de la relación bilateral.

En entrevista con La Jornada, Wager señaló que durante muchos años, Estados Unidos ha expresado su deseo de establecer una relación militar más cercana con México, pero que tradicionalmente los militares mexicanos se han mostrado sumamente cautelosos sobre esta posibilidad.

El analista Roderick Camp, de la Universidad Tulane, coincide con Wager: ``Esto es de verdad muy significativo, ofrece por primera vez de forma estructural una cooperación entre las dos fuerzas armadas y un incremento del involucramiento estadunidense en el entrenamiento de los militares mexicanos''.

Funcionarios estadunidense hacen eco sobre este punto, y uno de ellos comentó: ``Hasta ahora, no hemos tenido el tipo de relación madura que nos hubiera gustado tener... pero (ahora) veo que eso se está desarrollando''.

Otro analista, que pidió no ser identificado, dijo que lo establecido el miércoles pasado implica de hecho el inicio de un tratado de cooperación militar. Para los estadunidenses, el nuevo acuerdo de proveer entrenamiento especializado a militares mexicanos y hasta unos 75 helicópteros Huey, ofrece un paso concreto hacia la cooperación militar bilateral. Además, se informó que los oficiales estadunidenses estaban muy complacidos de que México hubiera acordado formalizar la labor del Grupo de Trabajo Bilateral sobre asuntos militares, establecido después de la visita de William Perry a México el año pasado, y el cual se reunirá semestralmente.

Para los militares mexicanos, el marco establecido y anunciado tras el encuentro de Perry con el general Enrique Cervantes, para concluir acuerdos de cooperación, ofrece la posibilidad de obtener nuevo equipamiento -incluyendo helicópteros- y posiblemente mejorar la flota de los aviones F- 5, equipo de visión nocturna y otros materiales, que estarán dedicados a la lucha contra el narcotráfico. En contraste con los anteriores acuerdos para arrendar helicópteros y otros equipos, estos nuevos traslados serán ``donados'' y se dedicarán prioritaria pero no exclusivamente a actividades antinarcóticos.

``Por mucho tiempo, México (se) resistía aceptar cierto tipo de traslados debido a algunas cláusulas y condiciones que estaban integradas a los requisitos legislativos'', comentó el miércoles pasado a la prensa un alto funcionario del gobierno mexicano. ``Entonces hemos estado negociando... con el propósito de colocar nuestras condiciones, o por lo menos con las que estamos mas cómodos dentro de esto... (y) satisfaciendo las leyes estadunidenses''.

Estas negociaciones, señalaron oficiales estadunidenses, fueron la clave para lograr los resultados anunciados ayer. La legislación federal a la cual se refería el funcionario mexicano, técnicamente obliga a los países receptores de equipo otorgado por Estados Unidos, a ofrecer ``una revisión y observación continua'' del equipo que ha sido entregado, y de hecho en países como Colombia, el grupo militar estadunidense de la embajada realiza inspecciones sin previo aviso, a fin de asegurarse que el equipo otorgado se utiliza bajo las condiciones del acuerdo bilateral.

``Había una frase que podría haberse interpretado como que oficiales estadunidenses estarían observando sobre los hombros de la gente y que podían llevar a cabo inspecciones en cualquier lugar'', explicó un funcionario del gobierno de Clinton. ``Les podemos asegurar (a los mexicanos) que esto no será el caso, no es algo que haríamos''.

Sin embargo, esta fuente agregó que México todavía tendrá que respetar las restricciones legales marcadas en la legislación y entregar informes anuales sobre ``uso final'' al gobierno estadunidense. Esta aclaración, presentada por escrito al gobierno mexicano, permitirá que el vecino país firme por primera vez el acuerdo de uso final contenido en la sección 505 del Acta de Asistencia al Exterior.

Hasta este momento, todos los helicópteros que Estados Unidos ha otorgado a México, han sido trasladados bajo un acuerdo de arrendamiento con la PGR. Debido a que México se había rehusado a firmar el acuerdo general de uso final -la Sección 505-, Washington había impuesto estrictas restricciones a los contratos sobre el uso del equipo militar; los militares mexicanos enfrentaron este tipo de restricciones en 1994, cuando se produjo el levantamiento en Chiapas.

Según el Informe de Monitoreo de Uso Final del Departamento de Estado, emitido en marzo 1996, varios de los helicópteros estadunidenses arrendados a México, fueron desplegados para ofrecer apoyo logístico a las tropas del Ejército Mexicano que estaban enfrentando al EZLN en enero de 1994. El Departamento de Estado explica que luego de que el gobierno estadunidense ``le recordó'' a México que el uso del equipo estaba restringido sólo a la lucha antinarcóticos, el gobierno mexicano retiró los helicópteros de la zona.

El pasado miércoles 24, un alto funcionario del gobierno mexicano informó a la prensa en Washington que, bajo el nuevo arreglo, esas restricciones no existirán para los helicópteros Huey que se entregarán a la Fuerza Aérea Mexicana. ``Serán utilizados fundamentalmente contra el narcotráfico, pero no exclusivamente'', explicó el funcionario. Cuando La Jornada pidió hoy a un funcionario del Pentágono ampliar esta declaración, respondió: ``Creo que la frase es que serán utilizados primariamente para combatir el narcotráfico. El énfasis está sobre la palabra primariamente''.

Otros analistas, que solicitaron no ser identificados, indicaron que podría haber otras razones que motivaron la decisión de los militares mexicanos a incrementar la cooperación con Estados Unidos. ``Primero, uno tiene que pensar con quiénes se quieren relacionar los militares mexicanos'', comentó un ex funcionario estadunidense. ``Si van a cooperar en el rubro del narcotráfico, bueno el Ejército (mexicano) odia a la DEA y no confía en la CIA; entonces tal vez los militares estadunidenses son la mejor opción''.

Ademas, señaló esta fuente, durante el debate sobre la certificación en febrero, en torno a si México había cooperado con Estados Unidos en la lucha antidrogas, los militares mexicanos habían suspendido toda discusión y hasta habían congelado el viaje del general Enrique Cervantes a Washington. ``Una vez que se les dio la certificación, probablemente hubo algunos miembros de la clase política del gobierno mexicano que pensaron que los militares deberían hacer por lo menos algunas concesiones para una cooperación más amplia'', comentó esta fuente, con conocimiento de esas negociaciones.

Aun así, el ex agregado militar estadunidense Stephen Wager, se muestra cauto en su evaluación sobre la extensión de la futura cooperación. ``Los militares mexicanos son percibidos como los guardianes de la tradición, de la Revolución. Son muy cautelosos sobre cualquier ampliación de la relación con Estados Unidos''. Como ejemplo, Wager recordó la ruidosa protesta que provocaron declaraciones de Perry, sugiriendo que Estados Unidos podría realizar operaciones conjuntas con México hace unas semanas.

``Simplemente, no veo que eso ocurra'', concluyó Wager.