Luis Buñuel sufrió un descalabro emocional cuando presentó en el Festival de Cannes su película El (1952). Hasta Jean Cocteau que era su fan, escribió que con esa película Buñuel se había ``suicidado''. En cambio, 52 psiquiatras en grupo asistieron a una de las funciones y quedaron gravemente conmovidos. Al terminar, uno de los asistentes --el doctor Jacques Lacan--, expuso durante varias horas los aciertos psicoanalíticos del cineasta y después usó la película para ilustrar sus clases en la universidad.
En 1866 el pintor Gustave Coubert hizo un cuadro para el diplomático turco Khalil-Bey: el torso de una mujer desnuda, desde los muslos hasta los pechos, acostada en una cama de sábanas revueltas. Con las piernas separadas y el sexo despierto, como si acabara de enviar a su amante al paraíso. Este cuadro de panorama estremecedor fue titulado con un nombre que acabó de redondear el concepto: El Origen del Mundo. Los hermanos Gouncourt lo encontraban ``bello como la carne de un Correggio'', en cambio a Maxime Du Camp le parecía una basura perfecta para ilustrar las obras del marqués de Sade.
Cuando murió el diplomático turco, El Origen del Mundo roló por varias colecciones privadas. Durante la Segunda Guerra Mundial ya iba por Budapest. Luego fue confiscado (y seguramente confinado) por los nazis, nada más durante el tiempo que los soviéticos necesitaron para adueñarse de él. Después el cuadro de Coubert regresó al circuito de coleccionistas y ahí fue adquirido, en 1955, por el doctor Jacques Lacan. La moral y el pudor habían dejado su huella en el cuadro, y para esos días ya dormía oculto bajo una tapa decorada con un paisaje menos ofensivo que las piernas abiertas de esa mujer generosa. El Origen del Mundo ha seguido su ruta misteriosa, pero antes de seguirla, es conveniente detenerse en ese curioso mecanismo moral que prefiere ocultar, antes que desaparecer, las cosas que atentan contra la decencia. No es difícil imaginar al poseedor hipotético: un hombre recto, de bases morales sólidas, que cuelga el cuadro del paisaje en la sala y sólo cuando nadie lo observa retira el paisaje para contemplar esa indecencia que es El Origen del Mundo. Este mismo conflicto moral brinca intacto hasta 1996; pero ahora en vez de pintura tenemos una fotografía que también, por qué no?, podría llamarse ``El Origen del Mundo''. De todas las cualidades de la pintura, transcribamos aquí la que apunta el endemoniado escritor polaco Witold Gombrowicz: ``El cuadro siempre será una belleza torpe, una belleza estropeada por la inhábil mano del hombre. Pero tal vez en esto se oculte el secreto de la atracción. El cuadro nos transmite una belleza sentida, ya percibida por alguien, es decir, por un pintor. El cuadro no nos dice solamente: `Este paisaje es bello', sino también: `yo lo he visto, he sucumbido a su encanto y por eso lo he pintado'''. Sirva esto para dejar muy claro que la comparación entre el cuadro y la fotografía (es decir, entre los dos Orígenes del Mundo) queda lejos de la siguiente información, que jugará, más bien, en los terrenos de la moralidad y las buenas costumbres.
Hace unos días los Pet Shop Boys presentaron Before, el sencillo de su nuevo álbum. La versión normal viene en un CD, acompañada por tres tracks extra y empaquetada en una caja de portada blanca con la fotografía de un pet shop boy de brazos cruzados. La versión alternativa de este mismo sencillo, trae cinco remixes de la canción Before, grabados en dos discos de vinyl y empaquetados en una funda que ya empieza a ser un escándalo: en tinta azul o roja, según la preferencia del comprador, aparece la fotografía de un aparato reproductor masculino. Para no dejar la idea tan enmascarada como el cuadro de Coubert, digamos que la portada es un descomunal close up de pito. El disco empezará a circular en breve por las tiendas de discos de avanzada, debidamente resguardado por una bolsa que haga las veces del paisaje que cubría el cuadro que adquirió, en 1955, el doctor Lacan. El disco llegará a casa de sus compradores y sólo en momentos de extremo atrevimiento será despojado de su bolsa, para que alguna visita de extrema confianza pueda contemplar el ``otro'' Origen del Mundo. Más de un siglo después, el ángel del pudor sigue cuidándonos las espaldas.
El doctor Lacan llegó a su casa con El Origen del Mundo recién comprado, le quitó el paisaje de encima y lo colgó en su mejor pared. Unos días después, el mismo doctor le pidió a su amigo André Masson que le fabricara al cuadro un nuevo escondite de madera, porque ya no aguantaba los comentarios de sus visitas. La justicia le llegó hace poco al cuadro de Gustave Coubert, hoy se exhibe, ya sin ninguna de sus tapas, en el museo d'Orsay, en París. En la tienda de souvenirs, por menos de un franco, puede comprarse una postal con la fotografía de este cuadro desasosegante y hermoso.