La Jornada Semanal, 28 de abril de 1996


Horacio Costa

Seis propuestas para el próximo milenio

El escritor brasileño Horacio Costa estudió en la Universidad de Yale y escribió su tesis de doctorado sobre el novelista portugués José Saramago. Es autor, entre otros libros de creación, de The very short stories. Lusitanista de primera fila, Costa es profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En este ensayo, ofrece claves imaginativas para superar algunos escollos del Sistema Nacional de Investigadores.



De cualquier manera, no estoy aquí para hablar de futurología, sino de literatura.

Italo Calvino

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Me parece equivocado que el Sistema Nacional de Investigadores centre su sistema de información en el sistema IBM y compatibles. Desde 1985 yo he utilizado Apple-Macintosh con provecho para mi trabajo personal, lo que quiere decir que no me siento tentado a sustituirlo por ningún otro por el momento. Sin embargo, el disquete que el SNI me envió se reveló incompatible con mi sistema doméstico, por lo que muy a mi pesar tuve que dedicar cuatro semanas al llenado de su formulario en el servicio de cómputo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cuyo horario de apertura es, si se me permite un juego verbal, incompatible con mis horarios de clase, de atención a estudiantesy demás actividades académicas. En pocas palabras, fue una verdadera pesadilla tener que estudiar el ya de por sí complicado programa y además el funcionamiento de una computadora nueva, tan sólo para elaborar un informe circunstancial. A cada problema con el que me topaba, no podía dejar de pensar que representaba una pérdida de tiempo para mí, y que yo debería haber elaborado el informe en mi estudio particular, en el que, dicho sea de paso, todos mis documentos se encuentran.

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Quiero protestar por las categorías en las que se divide el informe. La vida de un investigador y docente en el área de letras debe ser bastante distinta de la de un colega dedicado, por ejemplo, a las ciencias puras. No digo esto con alevosía sino con perplejidad. Cómo puede ser que gran parte de lo que hago no encuentra lugar para ser expresado en el informe que me enviaron? Algunas de las actividades fundamentales de un hombre de letras, en México o en cualquier lugar del mundo, son sus conferencias, charlas, lecturas, cursos de extensión, participación en debates, presentaciones de libros, etcétera. Para mi sorpresa, ninguna de ellas es contemplada por el Sistema Nacional de Investigadores. La asistencia a congresos o simposia, por invitaciones o no, no cubre todo lo que un investigador que se dedica a las letras desempeña en la sociedad, ni cubre todo lo que él investiga.

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Quiero dejar constancia de mi inconformidad con el hecho de que el informe del SNI no contemple la publicación de, llamémoslos así, artículos u obras de creación tales como poemas, cuentos, novelas u obras de teatro. Otro tanto se puede decir de la traducción literaria. Para un científico quizá sea diferente, pero para un hombre de letras, tradicionalmente, la crítica, la docencia, la investigación, la traducción y la creación siempre estuvieron unidas. Para no alejarnos demasiado de nuestro horizonte cultural latinoamericano, consideremos que un Haroldo de Campos, en el caso de la literatura brasileña, ha ejercido todas esas actividades, sin privilegiar ninguna de ellas, a lo largo de su vida. Por qué debo ignorar la investigación del lenguaje bajo un prisma creativo?. Además, por qué yo, como profesor de literatura, debo excluir lo que, a partir de mi creación literaria, se traslada a mi enseñanza? Asimismo, por qué debo omitir la importancia de la traducción literaria entre mis actividades de investigación, la cual me permite ejercer una función de aproximar tradiciones culturales y lingüísticas apartadas, como las de la lengua portuguesa y la española?

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Vinculado al punto anterior, quiero solicitar que el SNI considere que en el universo de las letras el criterio para la publicación de ensayos o de artículos en revistas de "reconocido prestigio internacional", y que cumplan con el requisito de arbitraje, no se puede aplicar de igual manera que para el universo de las ciencias exactas, y me tomo la libertad de explicar la razón. Con este fin, doy el ejemplo de mi área precisa de investigación, la de las literaturas lusófonas. En lo que atañe a las literaturas brasileña y portuguesa, las revistas de mayor importancia académica y cultural no son las exclusivamente académicas, aunque ello pueda parecer paradójico, sino las que se han mantenido con un alto nivel gracias a alguna fundación o universidad, como la prestigiosísima Colóquio-Letras de Lisboa, editada por la Fundación Calouste Gulbenkian, o la muy digna Revista USP, de la Editora de la Universidad de São Paulo, que reúne a muchos de los más importantes académicos brasileños de todas las áreas de la vida universitaria nacional. En ambas he tenido el honor de ser un colaborador frecuente. Ninguna de ellas, posiblemente las más importantes del escenario cultural portugués y brasileño, sin embargo, cumple con el requisito de arbitraje solicitado por el SNI. Quiero creer que el modelo de las revistas exclusivamente académicas,provenientes de escenarios tan diferentes a los que me refiero (como el estadunidense), no es el único que debe considerarse para los investigadores de México. En pocas palabras, doy más importancia a que un artículo mío sobre literatura portuguesa, brasileña o hispánica, salga publicado en Portugal o en Brasil o en México que en los Estados Unidos, sin detrimento de que haya publicado y de que espero seguir publicando en las pocas revistas académicas estadunidenses que se dedican a enfocar las letras lusófonas. Además, recordemos que para la vida literaria quizá la publicación de artículos en vehículos exclusivamente académicos no sea tan fundamental como podría suceder en otras áreas del conocimiento, como las técnicas. Uno de los máximos exponentes de la literatura latinoamericana del presente siglo, Jorge Luis Borges, se enorgullecía de haber publicado muchas de sus ficciones y muchas de sus hoy aclamadas notas críticas en una revista femenina porteña de escasa importancia académica, El Hogar. Como saben todos los estudiosos de la literatura latinoamericana, ello no disminuye la relevancia de la obra borgeana; al contrario, la aumenta.

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También quiero hablar de la inadecuación de los espacios destinados al apartado relativo a las citas en el programa del SNI. No corresponden a la información que uno debe escribir, por dos razones. La primera es sencilla: se necesita un número mayor de dígitos. La segunda tiene que ver con lo que he dicho anteriormente: en el universo de la crítica o de la creación literarias, el sistema de citas exclusivamente académicas presenta, por así decirlo, escasa rentabilidad, porque es muy difícil saber dónde nos citan. El recomendado Citation Index quizá funcione para las publicaciones estadunidenses; aún así, me permito dudar de su eficacia, ya que en mi caso ni siquiera mi tesis doctoral, entregada en 1993 para la Universidad de Yale y registrada en los sistemas informáticos universitarios de Estados Unidos, aparece en él. Con relación a mi área de investigación, ni hablar: es difícil imaginar que una publicación portuguesa, brasileña o mexicana dedicada a las letras sea siquiera contemplada en él. Hay que subrayar un problema de criterio, que conlleva un horizonte eminentemente ético: qué será más importante, que el trabajo de uno sea sancionado por el Citation Index correspondiente, o bien que llegue a conocimiento público en los escenarios culturales a los que naturalmente pertenece? En fin, cuál es la distancia en la que el intelectual debe actuar, más cerca o más lejos de lo que estudia?

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Una última observación. Sinceramente, debo confesar que me ha molestado mucho un rasgo del informe. La impresión que tuve es que el SNI dudaba desde un principio de la existencia de mis actividades y, por ende, de la fidelidad de mi reporte. En los escenarios por los que transito, y creo que en el universo de las letras en general, no es habitual solicitar un comprobante cada vez que se va a publicar algo, cada vez que se trata algo. Tuve que hacer muchas llamadas internacionales para conseguir los documentos que les he entregado. De haber yo conseguido más, con mucho gusto lo habría presentado. Por ejemplo, al editor portugués de Caminho, una de las más reconocidas editoriales lisboetas, le he tenido que llamar cuatro veces de las 14 llamadas internacionales que tuve que hacer. Tres de ellas, el señor Zeferino Coelho no se encontraba en Lisboa o en la editorial, ya que hay siete horas de diferencia en el huso horario. La cuarta, le expliqué que necesitaba una carta dirigida al Sistema Nacional de Investigadores de México, en la que dijera que su editorial iba a publicar mi libro José Saramago, o Período Formativo. Sentí que el señor Coelho, quizá poco habituado a tales demandas, pensaba que yo lo estaba presionando para la publicación de mi estudio sobre el más connotado novelista portugués de hoy, lo que me resultó, como es de imaginarse, muy molesto. Finalmente, recibí un fax en el que me ha dicho que las pruebas del libro me serán enviadas pronto. Tuve que entregar el original de este fax, ya que no supe cómo pedirle más. Espero que me puedan excusar por esta deficiencia.