ATROCIDADES MEDIEVALES

Entre India y Pakistán media la sangrienta cuestión de Cachemira, que ha originado guerras, choques e incidentes y una permanente tensión entre ambos países. La proximidad de las elecciones indias y la difícil situación del Partido del Congreso y de los hinduístas ha agravado los problemas, pues los extremistas islámicos se han visto tentados a pescar en río revuelto y a desestabilizar al país vecino, que entre sus electores cuenta con millones de musulmanes que son víctimas de la presión de los extremistas hinduístas. El sábado, un sangriento atentado causó 15 muertos y decenas de heridos en India, la bomba asesina fue reivindicada por un grupo musulmán extremista de Cachemira. Hoy, otro atentado igualmente atroz sega, en cambio, las vidas de muchas inocentes personas que en Pakistán se trasladaban en vísperas de la principal fiesta islámica.

A la barbarie de este acto equivalente a una matanza en un atestado medio de transporte de un país cristiano en vísperas de Navidadse añade el odio religioso, que se identifica con el odio nacional. La inestabilidad política tanto en Pakistán como en India deja rienda suelta a los aventureros en ambos países y a quienes en el campo internacional tienen interés en evitar la paz y el progreso en el atormentado subcontinente indio, que hoy está obligado a malgastar en armamentos, incluso atómicos, los recursos necesarios para el desarrollo.

La idea de la corresponsabilidad colectiva de un pueblo con su gobierno es racista y propia del Alto Medievo, cuando el infiel (para cada religión) por ser diferente era un enemigo que podía ser combatido a sangre y fuego, cualquiera que fuese su edad, sexo y condición. Cuando en los últimos 200 años desaparecieron los reyes por derecho divino y los Estados religiosos cedieron el paso al concepto laico de la nación, compuesta por ciudadanos iguales pero diferentes por su etnia, su religión y sus ideas, pareció que aquella barbarie quedaba como rémora sólo en algunas partes atrasadas de nuestro planeta. Sin embargo, las estrategias imperiales, primero, y la globalización, ahora, han dado nueva vida a las atrocidades, al racismo, a la intolerancia, al tribalismo y el regionalismo.

Es necesario, por lo tanto, un gran esfuerzo internacional para reinstaurar el método del diálogo entre los países y entre las personas y salvar así un modo de vida civilizado. De otra manera, mientras alguien crea que puede seguir vigente la ley del talión, tendremos siempre sangre en cualquier frontera martirizada porque los poderosos en crisis tratan de desviar la rabia de sus ciudadanos contra falsos enemigos.

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