Elba Esther Gordillo
La propuesta sindical

Frente a los cambios que está experimentando México en los órdenes social, económico y político y las transformaciones mundiales, así como ante las difíciles condiciones por las que atraviesa el sindicalismo representadas por el agotamiento del corporativismo y de las posturas meramente confrontadoras, los trabajadores y sus organizaciones están obligados a asumir los retos del presente y del futuro, reivindicando principios y valores, y revisando concepciones, estrategias y medios de acción, para reivindicar a los sindicatos como instrumentos válidos en la defensa de los derechos obreros y la conquista de mejores condiciones laborales de la vida, para contribuir propositivamente a la democratización del país, y para encauzar la modernización por el camino de la justicia, la equidad y la soberanía.

Los desafíos que encaran los trabajadores y sus organizaciones sindicales desde mi punto de vista, como expresé en mi intervención en el ciclo Los Compromisos con la Nación, se ubican en cinco ámbitos fundamentales que conforman la agenda de la renovación sindical y en los que está la clave para la construcción de un sindicalismo estratégico para la acción pública.

En lo referente a la revaloración y dignificación del trabajo México requiere con urgencia que la política económica genere crecimiento y empleos y le ofrezca a la sociedad un horizonte de mejoría: una política económica que revalore socialmente al trabajo.

Hacia el interior de las organizaciones de los trabajadores se requiere reconocer y respetar la pluralidad y promover la tolerancia a su interior, democratizando las estructuras y mecanismos sindicales, desde los procesos de elección hasta la toma de decisiones; promover la apropiación de la materia de trabajo y el compromiso con la productividad y el mejoramiento de la calidad con equidad y justicia; reivindicar la huelga y las movilizaciones como medios históricos de lucha de los trabajadores; hacer del sindicato una escuela cívica, y construir las condiciones que, a través del fortalecimiento democrático y el perfeccionamiento de la institucionalidad interna, eviten el esquirolaje y hagan que la cláusula de exclusión pierda su razón de ser.

En las relaciones de los sindicatos con el Estado es necesario replantear las relaciones con el Estado, los partidos políticos y las empresas, a partir de la defensa y pleno reconocimiento de la autonomía sindical; suprimir el registro gubernamental de las organizaciones y las dirigencias y la calificación de las huelgas como mecanismo de control; derogar el apartado ``B'' del artículo 123 constitucional; demandar la sustitución de las Juntas de Conciliación y Arbitraje por tribunales del Poder Judicial que aseguren la imparcialidad de sus dictámenes; impulsar la corresponsabilidad del sindicalismo en la formulación, aplicación y evaluación de las políticas públicas y en la reforma del Estado, y demandar la apertura de los medios de comunicación y la democratización de su acceso a las organizaciones sociales.

En un nuevo internacionalismo sindical urge formular estrategias para la acción internacional conjunta frente al desafío neoliberal y ante la configuración de bloques económicos; promover la Carta de Derechos Sociales para proteger a los trabajadores de México, Estados Unidos y Canadá de las consecuencias adversas del Tratado de Libre Comercio e impulsar la homologación de las condiciones laborales, y asumir la defensa de los migrantes en su lucha por el reconocimiento y el respeto de sus derechos humanos, laborales y de organización.

En la convocatoria a un nuevo pacto con la sociedad se hace indispensable impulsar la corresponsabilidad, no la exclusión y menos la subordinación, como fórmula de relación entre el gobierno, los empresarios y los trabajadores. Promover un sindicalismo volcado a la sociedad que presente alternativas a los problemas del desempleo y la economía informal, respaldando los esfuerzo de la pequeña y la mediana industrias, que busque la dignificación de los jubiladores, que defienda los derechos y las reivindicaciones de la mujer y de los jóvenes, y que impulse las demandas de los indígenas y los trabajadores del campo; garantizar la libertad de militancia y participación políticas de los trabajadores, y abrir espacios para que las fuerzas sociales y políticas representativas, generen las condiciones de una institucionalidad plenamente democrática que sustente la construcción de un nuevo pacto social.

Se trata de un sindicalismo estratégico para la acción pública: humanista, social, democrático, con vocación internacionalista y, sobre todo, comprometido con la nación.

En esta hora, cuando México atraviesa por una crisis de enormes proporciones y está en juego la viabilidad de la Nación, es hora de definiciones. Aquí están algunas aportaciones.