La Jornada 30 de abril de 1996

Ante la crisis, cambio sindical: académicos

Andrea Becerril Historia de ``una década y media de derrotas'', como la definen analistas e investigadores, los últimos 15 años han significado para los trabajadores mexicanos el deterioro permanente en su nivel de vida, con la ``caída brutal del salario y el empleo'', como lo reconoce la propia Confederación de Trabajadores de México (CTM).

Más de un millón de trabajadores fueron desplazados de fábricas y empresas el año pasado y el fantasma del desempleo sigue presente.

Y ante esa crisis la respuesta obrera ha sido mínima. ``A excepción de la lucha de los trabajadores de Ruta 100, que puede considerarse un triunfo y un ejemplo de resistencia, los pocos movimientos reivindicativos fueron sofocados o atomizados'', señala el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Luis Méndez.

Coincide con otros analistas del sector obrero, como Javier Aguilar García, en que la hegemonía de la CTM va en declive y ``su resquebrajamiento parece inminente'' y se está configurando una nueva fuerza en el movimiento sindical, principalmente a través de los 21 foristas, la que podría ser una alternativa real si quienes la conforman se atreven a romper con el esquema corporativo.

Autor, junto con José Othón Quiroz, del libro Modernización estatal y respuesta obrera: historia de una derrota, Méndez resaltó que pese a las condiciones en que debió negociar, a los problemas futuros que habrá de enfrentar al tener que administrar sus propias empresas, el Sutaur logró permanecer después de resistir en la calle más de un año.

``Ello es un triunfo y una opción alentadora frente a la conservadora respuesta institucional del movimiento obrero, que no ha sido capaz de frenar la embestida del capital en la última década y media''.

Los conflictos obrero-patronales se han incrementado, de acuerdo con datos de las autoridades laborales los juicios y demandas crecieron en 25 por ciento más a nivel federal y 40 por ciento en el Distrito Federal, pero el número de huelgas es mínimo.

Incluso, los estallamientos han ido disminuyendo año con año. En 1980, a nivel federal se registraron 230 huelgas; en 1992 156; un año después 155; en 1994 se colocaron las banderas rojinegras en 116 empresas, y en 1995 en 96.

Las demandas individuales ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, por el contrario, fueron incrementándose de un año a otro. De 19 mil 609 juicios en ese tribunal en 1983, llegaron a 45 mil 414 en 1995, y la mayor parte se refiere a juicios por reinstalación, presentados por trabajadores despedidos.

El desocupación se ha convertido, junto con la caída del salario, en uno de los problemas más graves del país.

``Al iniciar 1995, los niveles de empleo se deterioraron de manera impresionante. En palabras del secretario del Trabajo, por esos días, Santiago Oñate Laborde, tan sólo en los dos primeros meses de 1995 se perdieron 235 mil puestos de trabajo y durante los primeros siete meses se acumularon 750 mil ceses más, lo que en proyecciones moderadas daría para el cierre de año la friolera de un millón y medio de mexicanos involuntariamente desplazados, según la feliz metáfora del lenguaje oficial que así denomina a los trabajadores despedidos'', advierte el investigador de la Universidad Autónoma de Puebla, Huberto Juárez Núñez.

En un estudio sobre desempleo y desocupación, advierte que aunque no hay cifras consolidadas, se calcula que entre despedidos y nuevos demandantes, para diciembre de 1995 había entre 2 y 2.3 millones de personas que perdieron el trabajo y/o no pudieron encontrarlo.

``Cifras que, sumadas al desempleo crónico-estructural de los últimos años, ha creado el histórico fenómeno de que en cosa de 12 meses un tercio de la población económicamente activa está fuera del mercado laboral y otro tercio está en el subempleo y la economía informal, como mecanismo alternativo obligado para la subsistencia''.

A 15 años de distancia, precisa Juárez Núñez, la industria manufacturera está empleando 35 por ciento menos personal que el que tenía en 1980. Parece, agrega, que el proceso de deterioro del empleo nada lo detiene. ``La obtención de trabajo o su conservación se han vuelto cuestiones tan vitales que para muchos ha pasado a un lugar secundario las condiciones laborales en el interior de las fábricas o las oficinas'', añade el investigador de la UAP.

Por su parte y pese a las declaraciones de Fidel Velázquez, en un documento presentado a la Secretaría de Hacienda en febrero pasado la CTM advierte que ``la drástica y severa caída de la producción nacional que se dio en 1995, afectó de forma brutal a los salarios y el empleo''.

La central obrera resalta que desde 1976 el deterioro del salario mínimo es una constante, salvo en 1981 en que aumenta ligeramente, y en 1994, cuando se mantiene constante. ``Así, en los últimos 20 años el salario sufre una estrepitosa y permanente caída''.

En su Manifiesto a la Nación, los 21 sindicatos foristas dejan claro que volverán a ocupar las calles de la ciudad este miércoles primero de mayo para expresar su descontento e inconformidad, porque el trabajo ``está siendo destruido, degradado y desvalorizado''.

Para Javier Aguilar García, catedrático e investigador de la UNAM y autor de varios libros y artículos sobre el movimiento obrero, la década de los noventas marcó la cancelación de la hegemonía de la central fideliana en el sindicalismo oficial.

La CTM, precisa Aguilar García Ñcoordinador del libro sobre la historia de esa confederación, que editó en 1990 la UNAMÑ, ha ido perdiendo consenso y legitimidad y ha resentido de manera severa las nuevas condiciones económicas y políticas configuradas por la modernización.

La central, agrega, le apostó siempre a la permanencia del vínculo corporativo con el Estado y se resiste a los cambios, con la misma intensidad que su líder, Fidel Velázquez, se aferra al poder .

Por ello, añade Méndez, la posibilidad de que los 21 foristas, con Francisco Hernández Juárez a la cabeza, se conviertan en una alternativa depende de que rompan la relación corporativa con el Estado.

Por lo pronto, este Día del Trabajo tendrán que dar muestra de su capacidad de movilizar a sus bases, de pasar de las palabras a los hechos, concluye el investigador.