Segundo año sin desfile del Día del Trabajo
Razones políticas y de seguridad nacional
El primero de mayo de 1994, el último desfile oficial que se vio desde el balcón central de Palacio Nacional, fue en apoyo al candidato presidencial del PRI. Entonces, el líder cetemista, Fidel Velázquez, definió el desfile de un acto ``eminentemente político'' y en respaldo a Ernesto Zedillo. También en esa fecha, ya al final de su gobierno, Carlos Salinas ofreció consolidar ``la recuperación del salario real de los trabajadores'', a quienes ``fue mucho lo que la crisis les quitó''.
Los dos ofrecimientos, el del apoyo al candidato presidencial y el de la recuperación del poder adquisitivo, en realidad fueron expresiones políticas que buscaban fortalecer desde el gobierno y el sindicalismo oficial al candidato Ernesto Zedillo; hacerlo aparecer como un hombre preocupado por los trabajadores, por su causas y sus reclamos.
Sin embargo, durante dos años consecutivos, el primero de mayo de 1995 y el de mañana, ya como presidente, Ernesto Zedillo no ha querido ocupar el balcón central de Palacio Nacional para presenciar el desfile obrero. Se ha negado a presidir un ritual que por décadas nutrió el ego presidencial. Se ha opuesto a que los multitudinarios contingentes del sindicalismo oficial le expresen su apoyo, le muestren su adhesión con mantas, pancartas, a gritos, como fue costumbre.
Y es que ya ningún trabajador, muy pocos dirigentes obreros, unos cuantos empresarios recuerdan aquel 5 de abril de 1994, cuando Zedillo, reunido en el más importante acto obrero de su campañacon la CTM, reivindicó su origen trabajador: ``De mí no se puede decir que entiendo a la clase trabajadora, &3161;soy de la clase trabajadora! Comparto sus valores, sus luchas, su visión del futuro de nuestra patria.``Más aún, a lo largo de su discurso, casi a gritos, Ernesto Zedillo formuló 14 compromisos. En 14 ocasiones gritó ``Me comprometo...'' Se compometió a todo a cambio del voto para el PRI.
No pasó mucho tiempo para que los desfiles obreros del primero de mayo de 1995 y de 1996 fueran cancelados por instrucción gubernamental. Pronto quedaron atrás los 14 compromisos y en cambio se amenazó con expulsar primero del Congreso del Trabajo a las organizaciones que no acataran la orden de no desfilar, y luego todo quedó sólo en un regaño.
En realidad, el desfile obrero del primero de mayo de 1995 y el de 1996 fueron cancelados por razones de seguridad nacional, en prevención de un conflicto político, para evitar dentro y fuera el golpe publicitario del rechazo generalizado a la política zedillista y el trago amargo, para el propio Presidente y su gabinete, de ser repudiados por los trabajadores, por esa clase a la que dijo pertenecer Ernesto Zedillo.
Para los encargados de la seguridad presidencial y de la seguridad nacional aún está presente el primero de mayo de 1994, cuando fueron lanzadas bombas molotov a las puertas del Palacio Nacional. Se teme un atentado contra el jefe del Ejecutivo y se quiere prevenir un estallido de enojo por parte de los trabajadores.
Se pretende evitar una crisis política y anular el impacto que en las variables económicas podría producirse cuando el sindicalismo oficial más que mantas de apoyo, expresiones de agradecimiento y simpatía, muestre el repudio generalizado al desempleo, a la carestía, al bajo poder adquisitivo de los trabajadores, a lo obsoleto del comporativismo sindical. No se quiere mostrar la cara de la crisis y del fracaso en revertirla.Sin embargo, de manera apenas tenue, y en prevención de un desborde de las bases trabajadoras, 10 organizaciones entre telefonistas, electricistas, tranviarios, trabajadores del IMSS y maestrospertenecientes al CT rehazaron la censura y nueve de ellas marcharán al Zócalo junto con los integrantes del llamado Foro de Sindicalistas ante la Nación. Pero no fue posible, porque aún les pesa el corporativismo, realizar una sola marcha, junto con el sindicalismo independiente, que por separado también se manifestará.
El gobierno, en cambio, prefirió realizar su Día del Trabajo con un acto acotado, con acarreados, aplaudidores profesionales y elogios oficiales. Segundo año sin desfile frente al Presidente.
En el camino
Parece que los tiempos de las concertacesiones salinistas están por regresar, si se confirma una versión de que el Partido Acción Nacional y la Secretaría de Gobernación acordaron que en el controvertido caso de Huejotzingo, Puebla, se obligue a renunciar al presidente municipal priísta, Miguel Angel Martínez. Parece que pesó más la presión de Acción Nacional que las promesas de legalidad.