De La Jornada Semanal, 3 de marzo de 1996
Rafael Vargas y Francisco Cervantes, poetas y traductores, han aportado al español su propia voz y la de autores imprescindibles como Charles Simmic y Fernando Pessoa. En esta entrevista, dialogan con Jaime García Terrés sobre la vigencia de la poesía y los laberintos de la traducción.
Francisco Cervantes: Su labor como traductor, va a la par de la de poeta?
En ocasión de un programa que hacía para Radio Uni versidad, "La historia del vals", traduje por primera vez un poema: "El vals", de Byron. A pesar de lo elemental de aquella versión apresurada, me di cuenta desde entonces que no se traduce sólo por aprove char el conocimiento de lenguas extranjeras, sino sobre todo por placer, pa ra uno mismo. Como se escribe un poema propio. Uno siente el poema ajeno, se palpa su estructura más íntima.
FC: Hay un tema sobre el que quiero hacerle un par de preguntas: la relación entre la música y la poesía.
La música fue mi primera pasió n, que se consolidó gracias a que mi madre me hizo estudiar música de niño. Un día me amenazó: "Debes tener cultura musical. Te voy a poner una maestra de pia no." Yo dije: "De ninguna manera." E l piano sólo sirve para que cuando uno va de visita alguien diga: "a ver, que el niño nos toque algo". Así que preferí el violín, porque a nadie se le ocurre decir: "que toque una piececita de violín", ent re otras razones porque no anda uno cargándolo. Fui un pésimo discípulo, pero aprendí algo de técnica musical. Asistí a los primeros conciertos de la naciente Sinfónica en Chapultepec. Conocí a Car los Chávez, que era muy amigo de mi familia materna. Mi interés se fue afirmando. Me agradaba enterarme de cóm o habían nacido las notas, qué habían sido las notas breves en la Edad Media, la historia de los instrumentos y de las formas.
La música fue lo primero que disfruté como arte. Eso que se llama placer estético, un placer que no se parece a ningún otro. Brincos diera por haber sido compositor, pero ni siquiera concebí la posi bilidad de ser intérprete. Cuando aún no hacía poemas ya tenía nociones de músi ca y de disfrute musical. Fue en secundaria cuando comencé a escribir. Primero hice epigramas. Enseguida pasé a la traducc ión, y fui conociendo más y más poesía. De otra manera me habría que dado con los versos de que nos hablaban en los cursos de gramática: "pobre bar quilla mía, tan sola, desolada...", o peor: "trabaja joven, sin cesar trabaja..."
FC: La música influyó en la posterior escritura de poesía?
Yo creo que sí. Comencé con estric to apego a la métrica más convencional. Luego, sin prejuicio de seguir creyendo en la prosodia, la cambié un poco. Creo, como decía Ezra Pound, que no hay que escribir versos con metrónomo sino si guiendo la respiración.
FC: Antes se hablaba de la inspiración. Luego la idea se devaluó. Hoy, nuevamente se habla de este fenómeno un tanto mágico...
La inspiración, iluminación o como quiera llamársele, viene no de tarde en tarde sino de año en año, y para eso hay que cuidar que los lápices estén bien afi lados y que contemos con los instrumentos más apropiados para escribir. Desde luego, creo que hay que trabajar mucho, no pretender que todo lo resuelva la ins piración. Escribir y escribir, incluso a riesgo de repetirse. (Yo creo que es váli do repetirse, así como El Greco pintó el San Jerónimo quién sabe cuántas veces.) La poesía es como la gracia: sopla donde quiere. Y a veces de esa gracia uno pue de aprender, experimentar. El poema proviene siempre de una intuición que es fruto de la experiencia. La poesía es experiencia. Sin eso no hay nada.
FC: Hoy se dice mucho que la poesía sólo puede reflejar la historia, el presente y la sociedad actual.
Creo que siempre es malo generalizar. La poesía refleja lo que se le da la gana. En principio, estoy en contra de la poesía política. Pero los poemas polí ticos son legítimos siempre que provengan, insisto, de la experiencia íntim a, como en Eluard. Yo mismo he escrito algunos poemas políticos sobre la ciudad y sobre Grecia esa elegía que dediqué a Seferis es absolutamente política. Viví en carne propia la fascistización de Grecia. Pero escribir poemas políticos de propaganda me parece absurdo.
FC: Cuando leí en los años cincuen ta El hermano menor aprendí que cier tas cosas de la biografía personal pueden entrar en el poema si se vuelven también biografía del lector. Cómo ve usted ese libro a la distancia? Cree, como yo, que era un libro maduro?
No. Quizá algunos ensayos aislados se volvieron definitivos. Pero en todo ca si sí fue un aprendizaje: ese cuaderno recoge poemas hay uno de 1946 que escribí antes de irme a Europa. Cuando regresé, le di a Henrique González Casa nova algunos textos para que me hiciera favor de leerlos. Henrique, que era el crí tico en nuestro grupo de amigos, se los llevó a Arreola, quien dirigía Los Presentes, sin decirle quién era el autor. Arreo la preguntó si no era una floración de Joaquín Díez-Canedo, porque era leyen da entre nosotros que Joaquín escribía excelentes poemas a escondidas. En suma, gustó y yo sentí en ello una ciert a aprobación. Era lo primero publicable no me atrevería a decir maduro.
Rafael Vargas: A diferencia de tantos poetas que exploran largo tiempo an tes de encontrar su camino, usted posee desde el principio un lenguaje muy sin gular, que sintetiza lo coloquial y lo poético. Cómo adquirió este lenguaje?
No fue algo consciente. Primero escribí prosa, todo lo que hacía era en pro sa, tenía hasta una novela, que comencé a escribir a los 11 años y ya no pude continuar, porque en el primer capítulo mo rían todos los protagonistas: el personaje principal salía a la calle y algo le pasa ba, a su esposa la había atropellado un coche, y luego su hijo tenía una enferme dad mortal. Más adelante, a los 15 o 16 años, comencé a escribir poemas, pero no recuerdo haberme planteado entonces cuestiones de tipo estilístico. Yo creo que las peculiaridades de nuestra manera de hablar o de escribir son factores, por lo general, inconscientes, aunque, claro, las palabras se escogen, se privile gian unas sobre otras... Tal vez lo coloquial proviene de Vallejo y Parra, de la poesía inglesa, de poetas como Auden... Lo otro, eso que llamas "lo poético", es un misterio; tal vez eso "poético" es el fruto depurado que produce la necesidad de expresión.
En todo caso, lo que sí he hecho de manera absolutamente voluntaria es es tudiar a los poetas que me interesan. Por ejemplo, comencé a estudiar a Pound en 1953. Los Cantos al principio me parecieron escritos en chino bueno, hay partes escritas literalmente en chino, por lo cual, a pesar de que me interesa ban mucho, preferí comenzar por sus otros libros y por las obras en prosa, en las que encontré preceptos excelentes, como A few don'ts, que es un catecismo increíblemente didáctico. Tiempo des pués llegué a tener una correspondencia considerable con el propio Pound.
RV: Pound fue una lectura temprana. Estamos hablando del '53 Desde entonces se convirtió en su parangón?
Casi. Leí todos sus libros de crítica, que me parecieron muy agudos y útiles. De ahí salió mi gusto y mi frecuentación de poetas como Jules Laforgue, Tristan Corbière, Browning, los trovadores pro venzales, Cavalcanti...
RV: Esta predilección por la parte crí tica de Pound dice algo de su propio temperamento. Antes que como poeta, usted se dio a conocer, a los 17 años, con un Panorama de la crítica en México...
Fue dentro de un ciclo de conferencias sobre México. Recuerdo que Alfon so Reyes calificó positivamente mi pláti ca. Al día siguiente me mandó una carta muy estimulante: "El gran júbilo con el que veo nacer a las letras un joven...", etcétera. Eso para mí fue un signo de ver dadero afecto. Ahí comenzó mi amistad con Alfonso Reyes. Pero sí, la crítica fue una de mis primeras aficiones. Y creo que hay que escribir mucho, pero nunca sin autocrítica. Hay que tirar mucho, romper mucho mis cestos siempre esta ban y están llenos de papeles.
RV: Y aparte de Pound, qué otros poetas han sido importantes para usted?
Entre los clásicos, Dante, Quevedo, Góngora, Ronsard... Yeats fue una influencia decisiva. Pero no sólo los poe tas han sido importantes. A Proust me lo leí en un par de semanas, absolutamen te enfebrecido. También La montaña mágica eso, durante una convalecen cia. Son tantos los autores... Uno está formado de muchas y muy diversas mate rias. Hay que recordar lo que decía T.S. Eliot: el escritor es siempre una caja de resonancias en la que resuena todo lo que ha leído y pensado, lo mismo Spinoza que los trovadores provenzales.
FC: Cuando uno escribe poesía, hace declaraciones de arte poética. A veces quince o veinte diferentes. Entre las su yas, cuál rescataría?
Hace tiempo di una conferencia titulada "Otra defensa de la poesía", en l a que justamente me extendía en la definición de la poesía. En ella dije que muchos poetas no han hecho sino definir su poética en el poema mismo fue el caso de Mallarmé, y que prácticamente todo poema es una declaración de fe poética. Yo creo que a duras penas se descubre algo que no sea tratar de aproximarse a la esencia de la poesía. Si es que tiene una esencia, verdad? Creo que la poesía es algo sobrenatural, absoluto, indispensable. La poesía es instrumento de cono cimiento, fuente de placer, puerta a lo maravilloso. Al paso de los años es una de las pocas certezas que uno conserva.
RV: Qué perspectiva le dan los años para contemplar la vida?
Realmente es un mito eso de que uno vive la vida, la vida lo vive a uno. Eso es lo único que se me ocurre contestar.
A Celia
O that morning might come without the day
Robert Lowell
Acaso tengas un momento pálido
para llenarlo con la luz resuelta del paisaje,
la muerte acá y arriba cuatro colibríes
entre el azul y el verde
inmersos en el vuelo que los crea;
honda respiración apenas devorando todo;
esbozo de placer culpable de inocencia
frente a las ateridas lágrimas marciales.
Acaso puedas otorgar el sueño al sueño
y dibujar sereno con mano poderosa
la pura forma de los pájaros
cuando beben la miel de tantas flores rojas,
la vida entre nosotros, confundida
con la respiración de cuanto vive;
la muerte sometida bajo tierra,
sólo al acecho gris, sólo en espera.
El colibrí mayor domina el territorio
y persigue a los otros implacable;
tras una gran pirueta brinca al cielo
y se pierde en alburas no previstas.
Con un poco de suerte quedará grabada
en tus ojos su leve trayectoria,
a la par que los nidos y los cálices,
como hierro candente sobre la piel dormida
sembrando de color las horas apagadas.
Un libro de bolsillo les contará su vida:
cómo su padre le pegaba, y él se fugó por ello,
cuáles fueron de joven sus conflictos,
y qué acciones
lo volvieron tan alta figura de sus días;
luchó, cazó y pescó,
trabajó enteras noches;
bien que aturdido,
escaló nuevos montes, y bautizó un mar.
Y ciertos estudiosos aun afirman
que de amores lloró como cualquiera.
Con todas estas honras, suspiraba por alguien
asómbranse los críticos que se quedaba en casa;
hábil para cuidarla, y nada más:
silbando reposaba o andaba en el jardín,
y contestaba algunas de sus largas
cartas maravillosas, sin conservar ninguna.