La Jornada 2 de mayo de 1996

En el acto oficial frente al Congreso del Trabajo, ni reclamos salariales ni repudio a la política económica

Juan Manuel Venegas En la conmemoración oficial del Día del Trabajo, los dirigentes obreros se comprometieron a apoyar la reforma del Estado impulsada por el presidente Ernesto Zedillo y a emprender la transformación del sindicalismo mexicano, también criticaron al PAN y su ``tono belicoso'' y alabaron las recientes reformas del actual gobierno.

También, sólo una llamada de atención clara, la de Héctor Valdez Romo, secretario general de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado: ``señor Presidente, los trabajadores necesitamos un respiro'', porque ``el obrero mexicano es el de menor ingreso en las naciones latinoamericanas y el país se sitúa en sexto lugar mundial en desigualdad social''.


Carlos Jiménez Macías, Fidel Velázquez Sánchez,
Manuel Aguilera Gómez y Leonardo Rodríguez
Alcaine, ayer en el CT.
Foto: Víctor Mendiola

El dirigente de los burócratas abrió la ronda de discursos oficiales en el evento celebrado en la explanada del Congreso del Trabajo. Habló de ``transformar la estructura, la práctica y la cultura de los sindicatos'' en México.

Valdez alabó la reforma del Estado, ya que representa ``la gran reforma de la nación, porque es incluyente de la sociedad y de los sectores''. Con ella ``se reforman las instituciones políticas, se reforma el Poder Judicial, a la vez que impulsa el federalismo, se hace vigente al Estado libre y soberano y se acota el presidencialismo''.Por eso, sostuvo que la reforma ``iniciada por el presidente de la República implica hacer de la conciliación una actitud de vida, de la tolerancia, un método de trabajo, del respeto, la base de reconocimiento a la pluralidad y de la inclusión, una conducta inveterada de la unión y la corresponsabilidad''.

Señaló que el movimiento obrero organizado, ``está dispuesto a entrarle al toro'' a las reformas; ``debemos preguntarnos si frente a los impactos de los cambios tecnológicos y organizacionales en el ámbito del trabajo, no se ha agotado la función intermediadora y gestora de nuestros sindicatos; si ante la intensidad y la velocidad de los cambios y ante la incapacidad del recurso inteligente para la negociación, algunos sindicatos han caído en una política de confrontación a ultranza, que los lleva, las más de las veces, a derrotas y frustraciones''.

Valdez Romo se definió autocrítico, y preguntó: ''Acaso no estamos ya en el momento de construir una nueva alternativa sindical que asimile la madurez y la inteligencia de todo el movimiento obrero organizado y el del sindical de los trabajadores al servicio del Estado? Acaso no seremos capaces de construir un nuevo modelo que replantee la estructura, la práctica y la cultura de los sindicatos, que transforme sus relaciones con las bases, con la sociedad, con los partidos políticos y con el Estado?``El secretario general de la FSTSE delineó en seguida lo que México necesita de sus sindicatos: que sean ``capaces de orientar a los trabajadores hacia estadios superiores de capacitación y que ésta sea la necesitada justamente por el trabajador para elevar su productividad y la calidad... Esto puede ser la diferencia entre el sindicalismo actual y el modelo de sindicato que proponemos''.

Entre vivas y gritos de unos 300 trabajadores petroleros y ferrocarrileros sentados bien ordenados en la explanada y todos, vestidos de azul, siguió el secretario de Organización de la Confederación Revolucionaria Obrero Campesina (CROC), Mario Moreno Carvajal, quien consideró que las ``circunstancias difíciles'' deben de unir a todos los mexicanos para lograr ``el proyecto de nación que demanda del presidente de la República y la sociedad''.

El croquista elogió las reformas emprendidas por el gobierno, como la Ley contra el Crimen Organizado. También la del IMSS: ``Reconocemos la alianza económica a la que convocó el presidente Zedillo y que sirvió de base para elaborar la nueva Ley del Seguro Social, que todos los trabajadores apoyamos''.

Dijo que la crisis la heredó Zedillo, por lo que a la clase obrera sólo le queda ``reconocer los esfuerzos de su gobierno para mantener la estabilidad en las reservas internacionales y recuperar los flujos de inversión extranjera manteniendo el equilibrio en las finanzas públicas''.

Después criticó al PAN por ``su tono belicoso, sus constantes amenazas y sus constantes retiros de la mesa de diálogo para la reforma del Estado. Con estas actitudes en nada contribuyen al fortalecimiento de la democracia''.