A José María Pérez Gay, la Cruz Austriaca de Honor
Pablo Espinosa De cómo nació el amor.
Sentado en la sala de su casa, un par de horas antes de partir hacia la embajada de Austria, donde recibiría la Cruz Austriaca para las Ciencias y las Artes, el doctor José María Pérez Gay despliega generosamente una historia de amor: su pasión por Viena, por la cultura austriaca, y el cómo germinó: ``Comencé a interesarme por la cultura austriaca como un antídoto contra la sistematización absoluta y a veces pesada y radical de la cultura alemana. Dentro de la cultura alemana, los austriacos estoy hablando de comienzos de los años sesentas eran poco conocidos. Fue gracias a una persona, que no era alemán ni austriaco, que más he estimado, que más he querido y más he apreciado intelectualmente, que era el embajador mexicano en aquel tiempo en Austria: un filósofo de nombre Manuel Cabrera Masiá, a quien conocí a principios de 1966. El había sido embajador en Austria durante cinco años y se había interesado mucho por el pensamiento austriaco desde la perspectiva de la filosofía pura.
Reconocimento a la trayectoria
literaria, académica, y
diplomática, José María Pérez Gay, primer
mexicano
que recibe la Cruz Austriaca de Honor para las Ciencias
y las Artes. Foto: Duilio Rodríguez
``Manuel Cabrera Masiá es un investigador, trabaja en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. Había comenzado a estudiar a Wittgenstein y había sido formado en la escuela huserliana, sobre todo en París, y había descubierto a Wittgenstein y el mundo alrededor de ese filósofo, de quien me enseñó que no solamente había sido un filósofo, también arquitecto, escultor, ingeniero aeronáutico. Entonces la cultura austriaca me fue llegando alrededor de los descubrimientos de Manuel Cabrera Masiá, de una manera muy directa, porque Cabrera amaba la ciudad de Viena, y el amor por la ciudad de Viena me lo transmitió también de una manera directa.
``Después fui su agregado cultural en Alemania, y allí tuve la oportunidad de estudiar con él ciertos aspectos de la ciudad de Viena y de la cultura vienese cuando todavía no era moda. Otra de las cosas que Cabrera me enseño fue el mundo alrededor de la literatura. Cabrera es un filósofo que ha leído a Musil, y lo ha leído en alemán. Cada vez que nuestra conversación tocaba puntos de literatura, me hacía ver que en Musil y en Broch había muchas más preguntas filosóficas que las que había podido formular el pensamiento alemán del siglo veinte, o las mismas de otra manera, quizá más divertidas. Me decía que la diferencia entre el amor y el matrimonio era la misma que existe entre la novela y la historia. La novela es más divertida y mucho más apasionante.
``Y fue a través de este diplomático e intelectual mexicano que empecé a conocer Austria y de ahí me seguí, porque el amor por Viena se transformó a veces en una obsesión. Ahora he dejado un poco el tema de Austria. Lo trabajé durante muchos años, pero la obsesión empezó a darse a manera de vasos comunicantes. Era una obsesión comunicativa. Yo iba lo mismo de Kraus a Freud, descubría la pintura austriaca y la pintura me llevaba a la arquitectura austriaca, esa arquitectura me llevaba a los salones austriacos y a las personas que no figuran quizá en las antologías sobre el pensamiento y el arte austriaco pero que fueron definitivas, mujeres que organizaron salones en Austria en donde se dieron cita quizá lo más interesante de lo que fue Viena a comienzos del siglo.
``En esa misma trayectoria, el descubrimiento personal de un escritor como Elías Canetti no hizo sino acendrar la pasión por Viena, porque cuando uno traduce a alguien, no es sino una mejor manera de leerlo. Y yo me preguntaba, bueno y de dónde la perspectiva de un libro como Masa y poder, desde dónde está escrito este libro tan extraño? con una crítica radical de lo que es el poder en sí mismo, mucho antes que Foucault y una perspectiva de las masas que era todo lo contrario al concepto revolucionario de masa. Era una especie de entidad autónoma la masa en Canetti y creo haber dado en el clavo cuando me dije: esto no puede ser sino Viena, no puede ser sino la cultura vienese que Canetti asimiló directamente de Broch y de Musil y del pensamiento en aquel entonces hegemónico en Austria.
``Recuerdo mucho algo que Manuel Cabrera me decía: si usted conoce la cultura austriaca de principios de siglo, va usted a conocer nuestro futuro anterior. Y esa convicción la he visto corroborada muchas veces en la misma medida en que fui estudiando a los austriacos. Es como si en 1890 presagiara lo que iba a suceder en la cultura en 1970, por ejemplo. Muchos temas austriacos que revivieron después de la segunda guerra mundial y que habían sido tratados a finales del siglo. Novelistas, escritores como Schnitlzer que vieron con una claridad sorprendente lo que a Freud le iban a costar veinte años de investigación.
``Ese sentido de la cultura como una fuerza auténticamente subversiva que se resume muy bien en el epígrafe que Freud pone en La interpretación de los sueños, y creo que es La Eneida, de Virgilio, que dice: si no puedo conmover el mundo de arriba, sacudiré el mundo de los infiernos. Y muchos de los austriacos sacudieron este mundo del infierno, y así les fue también, porque en 1938, aunque había terminado mucho antes, esa misma cultura se fue con el nacionalsocialismo a la oscuridad de los tiempos. Paradójicamente es recuperada más tarde a través de los Estados Unidos de Norteamérica. Es decir, el mundo de las universidades norteamericanas es el que descubre a este palimpsesto de la cultura occidental que es la cultura austriaca''.
Este es más o menos mi itinerario de la cultura austriaca, resume el doctor Pérez Gay, y prosigue una intensa disertación de nombres, fechas, autores, obras, anécdotas, atmósferas de la difícil costumbre de estar lejos, de la belleza austriaca.
``Tú y yo habíamos conversado hace tiempo acerca de Broch y de Musil, pero esto parece una fuente inagotable de autores y de libros. Vengo de descubrir ahora a muchos autores que no conocía. Hace dos años descubrí a un gran escritor austriaco, aunque dicen que es checoslovaco, que se llama Leo Perutz, quien escribió una novela que se llama La tercera bala y sabes dónde sucede La tercera bala? En México y sabes quién es su principal protagonista? Cortés. Y es Cortés enfrentado a un militar austriaco, Gumbach, que llega a decirle que lo que está haciendo es un genocidio. Se trata de una especie de conciencia de la cultura austriaca de ese tiempo trasladada a 1521, a lo que era la Gran Tenochtitlán.
``Hay en Austria lo que no hay en Alemania, en ciertos aspectos de la literatura, una gran capacidad de narrar. Los austriacos fueron en ese sentido mucho más periodistas y narradores que los grandes novelistas alemanes. Y quien narra está mucho más cerca de la vida''.
Narra el doctor Pérez Gay. Sergio Pitol, Juan Garía Ponce, Fritz Maunthner, Jorge Luis Borges, Jaime García Terrés, Carlos Fuentes, Hermann Broch, Milan Kundera, Alma Mahler. Viena. Austria. Siempre Viena. Narra José María Pérez Gay una intensa pasión, una historia de amor intelectual que en un par de horas recibirá una parte de la recompensa, pues la mayor parte de esa historia la ha prodigado como en esta plática Pérez Gay en su trabajo de escritor, en su trabajo filosófico, en el oficio de narrar y de vivir. Porque, ciertamente, quien narra está mucho más cerca de la vida.