Hay indicios de reactivación, pero no es homogénea
Raúl Llanos Samaniego Los problemas que enfrenta la economía nacional siguen siendo graves al igual que la situación de las empresas, y mientras no se pueda generar el desarrollo económico del país no habrá empleo; el crédito bancario seguirá siendo caro y restringido, y la cartera vencida continuará como una carga financiera desproporcionada para la planta productiva nacional, sostuvo el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Héctor Larios.
A su vez, Víctor Manuel Díaz Romero, dirigente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), aseveró que la mejor forma de reducir el ``costo-país'' es generando confianza entre los inversionistas nacionales y extranjeros, lo cual se logrará con políticas claras, y con objetivos y metas realistas en el corto, mediano y largo plazo.
En un discurso pronunciado ante empresarios de Sonora, Larios Santillán estimó que a pesar de las actuales circunstancias ``ya se presentan algunos datos positivos que indican que se ha detenido la caída de la economía y hay indicios incipientes y modestos de un principio de recuperación''.
Mencionó que la inflación en el primer trimestre de 1996 fue casi la mitad del mismo periodo del año pasado; las exportaciones y el superávit de la balanza comercial muestran una tendencia al alza, igual que el número de asegurados en el IMSS, mientras las tasas de interés van a la baja.
Sin embargo, expresó Larios, ``no podemos lanzar las campanas al vuelo'', ya que siguen siendo resultados inferiores a los que teníamos antes de la crisis, aunado al hecho de que la incipiente mejoría es poco homogénea y no está generalizada.
Por ende, añadió, ``no puede decirse que la economía se ha recuperado, tampoco se debe afirmar que sigue deteriorándose al mismo o peor ritmo que en el año pasado, e ignorar las señales de reactivación que están empezando a darse, mismas que tampoco pueden impulsarnos al quietismo y a la complacencia''.
Recordó que la magnitud de la recesión de la economía nacional en 1995 fue muy profunda, al cesar de golpe los recursos foráneos; la reversión de flujos de divisas, dijo, fue equivalente a casi 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) ``y nos hubiera llevado a la bancarrota ante los mercados internacionales de no haber recibido el apoyo de las instituciones financieras internacionales''.
Remarcó que el efecto más doloroso de ese periodo lo constituyó el fuerte incremento del desempleo y la pérdida del poder adquisitivo de los sueldos y salarios lo cual, conjugado, significó una reducción de más de una cuarta parte de la demanda agregada de las ventas al menudeo y la caída de la producción.
Reconoció que los problemas económicos todavía no se superan y se requerirá el trabajo constante de toda la sociedad y de todos los sectores productivos.
En tanto, Víctor Manuel Díaz, de la Concamin, insistió en la demanda de los industriales para consolidar una política industrial en México que constituya un real apoyo para las empresas, en especial para las de menor tamaño.
``Esa política --precisó-- no implica un giro del modelo económico, y al hablar de cambios en las políticas fiscal y monetaria no proponemos un relajamiento inconsciente de las políticas de ajuste, sino su ordenamiento con disciplina para que se puedan dar señales claras de estímulo a los inversionistas y por lo tanto lograr la confianza''.
Hizo énfasis en que la mejor forma de disminuir el costo del dinero y del costo-país es con políticas claras, cuyos objetivos sean realizables en el corto, mediano y largo plazo, las cuales deberán estar apuntaladas con compromisos de los actores económicos y con el apoyo del gobierno para ofrecer condiciones propicias para el desarrollo.