Luis Javier Garrido
San Andrés

Ernesto Zedillo no se ha dado cuenta de que en Chiapas se juega el destino del país, pero también de su gobierno.

1. La guerra en Chiapas, suspendida por la ley de marzo de 1995, se halla en un momento decisivo. La llamada fase tres de la mesa 2 del Diálogo de San Andrés sobre ``Democracia y Justicia'', que discutirá a principios de junio la reforma del Estado, va a constituir el momento central de la negociación de más de dos años entre el EZLN y el gobierno, y sin embargo éste no muestra voluntad política democrática.

2. Las expectativas de éxito son mínimas, pues el gobierno ha demostrado a lo largo de 17 meses carecer de realismo político y en la negociación con los zapatistas enseña de nuevo sus limitaciones: no quiere dialogar ni negociar en serio, y está agravando la crisis política de México.

3. Tras el Diálogo de la Catedral de San Cristóbal de 1994, las comunidades zapatistas rechazaron la oferta de Manuel Camacho, el emisario de Salinas, porque se limitó a ofrecer unas cuantas prestaciones sociales y rechazó tratar la agenda política, y el Diálogo de San Andrés de 1995-1996 parece correr la misma suerte; no hay una oferta de transición ni de reforma de Estado seria de parte del gobierno de Zedillo y se va en la misma dirección.

4. El Diálogo de San Andrés se lleva a cabo por mandato de ley entre dos partes iguales, pero los señores de Gobernación no parecen haberlo entendido. Luego de mostrar su incapacidad para hacer frente al desafío, pues en la primera fase de la mesa de trabajo 2 guardaron silencio y en la segunda no presentan mas que unas cuantas cuartillas, sus delegados salieron con una peregrina invocación a ``la correlación de fuerzas militares y políticas'' para pretextar por qué no dialogan ni van a negociar los temas de la agenda: lo cual no sólo ignora el mandato de la ley sino que es una verdadera tontería.

5. El gobierno de Ernesto Zedillo no parece darse cuenta de su precaria situación política, pues no sólo no tiene ningún respaldo social, tampoco en el interior del ``sistema'' cuenta con apoyos, a no ser el del grupo Salinas-Córdoba y el de un sector del Ejército. La correlación de fuerzas sociales le es profundamente desfavorable, y sin embargo no quiere abordar con seriedad sus responsabilidades y enfrentar el problema político de México.

6. La principal responsabilidad oficial en el Diálogo de San Andrés la tiene la Secretaría de Gobernación, y la hipótesis de que Emilio Chuayffet no dialoga en serio con el fin de sabotear la vía pacífica de solución al conflicto (y acaso para hundir aún más a Zedillo, que es su jefe formal), la confirma el hecho de que sus enviados a Chiapas no tenían nivel para el diálogo, y de que no presentaron propuestas serias y sólo por momentos aceptaron tratar la agenda aprobada y discutir el TLC, el presidencialismo y el sistema de partido de Estado. Chuayffet es el único miembro relevante de la ``clase política'' en el gabinete y ha aglutinado a buena parte de los viejos y nuevos políticos priístas en torno suyo, de ahí la presunción de que utiliza el diálogo con fines futuristas.

7. En la mesa de trabajo 1 sobre ``Derechos y Cultura Indígena'', el EZLN no logró más que unos cuantos acuerdos significativos, pero al finalizar esa mesa su éxito era de otra naturaleza: había logrado sentar al gobierno a negociar. En la mesa 2, sin embargo, los personeros oficiales se equivocaron si piensan que van a obtener un acuerdo sobre declaraciones de buenas intenciones o sobre cosas nimias pues ello no haría sino tensar más la situación. Los zapatistas no se levantaron en armas a fin de pedir subsidio para las organizaciones sociales o para que al director del IFE lo nombre el Congreso.

8. El gobierno de Zedillo sigue a la deriva en materia de política interna, como consecuencia de la disputa de las diversas facciones del priísmo por el encubrimiento que sigue haciendo de los crímenes de Salinas y desde luego por su incompetencia en el manejo de la economía. Y es por ello preocupante que siga pretendiendo enfrentar al EZLN no mediante un verdadero diálogo sino de manera torpe y traicionera; y buscando que sus boletines de prensa sigan engañando a los mexicanos.

9. La mejor prueba que puede dar el gobierno de que quiere la paz en Chiapas (y en el país) sería el enviar a San Andrés a una delegación de mejor nivel, con algún secretario de Estado, y exponerle a los mexicanos qué propone para desmantelar al presidencialismo y terminar con el sistema de partido de Estado.

10. San Andrés es una pequeña comunidad indígena olvidada de Los Altos de Chiapas, pero es ahí donde se decidirá a principios de junio el destino del país. Las cosas sin embargo están claras. El gobierno de Zedillo se mueve en un escenario de profunda incertidumbre y por eso sólo pretende vencer; y el EZLN, que no aspira más que a convencer, actúa por eso con profunda certidumbre.