Es muy significativo que Jorge Mendoza, uno de los vicepresidentes de Televisión Azteca, concurra a un debate. Lamento que sólo se produzca en La Jornada y no en el Canal 13 también. Por la manera en que está redactado el artículo, se entiende que éste expresa puntos de vista de la empresa.
La discusión central es de quién es la tele? Según el marco jurídico constitucional mexicano, el ``espacio situado sobre el territorio nacional'' es un bien del dominio directo de la nación. Este postulado fundamental de la Carta Magna responde sobradamente la pregunta, pues la televisión no es el aparato emisor sino la propagación de las ondas en el espacio aéreo o la ocupación de éste para colgar cables. Podría tener TV Azteca una colección de emisores, pero de nada serviría sin la concesión del Estado para emitir ondas que pueden ser captadas por los aparatos receptores.
Creo que este asunto no amerita mayor discusión: la tele es de todos, es decir, de los mexicanos, de la nación mexicana. El Estado brinda en concesión un bien del dominio nacional, pero eso no cambia la naturaleza del asunto.
Los concesionarios de radio y televisión se encuentran bajo un régimen legal bastante malo, pues el gobierno puede imponer sanciones en lugar de que lo tuviera que hacer un juez a través de un juicio. Este sistema genera una tremenda presión sobre las estaciones y canales, las cuales normalmente son obedientes a las circulares de la Secretaría de Gobernación. Pero parece que esto no le preocupa a TV Azteca, sino que ésta defiende la ``libertad'' de los políticos para comprar tiempo de transmisión. Qué miras tan mezquinas.
Deben saber los directivos de la tele que en muchos países del mundo se está reduciendo cada vez más la capacidad legal de los partidos y candidatos para comprar lapsos de transmisión y que en algunos ya no existe este sistema: todos deben usar solamente el tiempo gratuito.
No es aceptable la manipulación de los electores a través de la radio y la televisión, como tampoco lo es que las elecciones sean manejadas por el dinero. Una y otra cosa ya se consideran antidemocráticas, por lo cual, tanto los medios electrónicos de comunicación masiva como el uso de recursos económicos, se encuentran bajo crecientes y severas regulaciones.
No se viola la libertad de expresión de nadie cuando le es impedido anunciarse en la tele. Es el caso del alcohol y el tabaco en Francia. Es también el caso de la imposibilidad de comprar anuncios electorales de radio y Tv en España y otros países.
En cuanto las emisiones gratuitas, el PRI sostiene la tesis de que el tiempo debe ser proporcional al número de votos obtenido por cada partido en la elección anterior. Se entiende que este argumento se origina en las cifras oficiales de votos de 1994, las cuales favorecen al partido del gobierno. Así, los electores reciben mayor cantidad de propaganda de un determinado partido a través de un medio que es del dominio de la naciónconstituyéndose un privilegio. Pero en las democracias no se deben admitir los privilegios.
Algo que debería ser obvio es que al iniciarse un proceso electoral no se puede saber el resultado. Los electores deberían tener el derecho reconocido de ser informados de las propuestas de todos los partidos, sin distingo entre ellos, pues el privilegio de uno es la reducción del derecho de las personas. Según la Carta Magna mexicana, el Estado debe garantizar el derecho a la información. Aquí estamos hablando del derecho de los electores a ser informados suficientemente de las propuestas de todos los candidatos, sin importar si en los comicios anteriores el partido que los postula haya obtenido muchos o pocos votos.
En cuanto a los programas de los partidos, los cuales según TV Azteca no son del agrado del auditorio, éstos se encuentran en un círculo vicioso. Los malos horarios de transmisión han llevado a los partidos a producir programas pésimos y, por tanto, éstos no son del interés de mucha gente. Ya es hora de dar a los partidos los horarios triple A y fomentar buenas producciones. Hay que aclarar de paso que muchas de las emisiones en buenos horarios son malas a juicio de la mayoría de los propietarios de televisores, lo que hace que muy pocos las reciban en sus casas. El monopolio de la mala televisión, por cierto, no se encuentra en manos de los partidos políticos.
Si TV Azteca está interesada en la reforma electoral, debería abrir sus emisiones al debate de este tema. Así, el señor Mendoza podría exponer sus puntos de vista, aunque naturalmente tendrían que hablar también otros. O no?