Dedico este artículo a Javier Elorriaga, cuya condena viene sólo a ratificar la falta de justicia que priva en el país, al mostrar que la ausencia de pruebas resulta irrelevante a un Juez, cuando se trata de castigar a quien no es grato para los poderosos.
Como todos los años, este 1o de mayo se constituyó en el escenario simbólico en el que aflora la realidad política del país, la cual quedó plasmada en las fotografías de las marchas multitudinarias, en las mantas y los slogans, en el descontento expresado de mil formas distintas en todas las ciudades del país, como complemento de las inconformidades campesinas rurales que con igual fuerza se expresaron hace tres semanas en ocasión del aniversario luctuoso de aquel hombre llamado Emiliano.
Sí, otra vez la fuerza de los símbolos, en la lucha de la nación contra la soga que pretende estrangularla y doblegarla, la unidad de los trabajadores, expresada en 8 kilómetros de manifestantes avanzando hombro con hombro, la ruptura de los mecanismos corporativos, expresada en la presencia del Congreso del Trabajo en el Zócalo, y el aislamiento del Presidente de la República reunido con los líderes vetustos que a nadie representan, en una parodia política que sólo recuerda a Luis XVI reunido con la corte en sus días postreros, cuando poco quedaba por hacer. A dónde va el Presidente en su empeño de mantener lo que resulta insostenible? Alguien lo sabe?La separación del pueblo, de la sociedad, de los hombres y mujeres de México, respecto al Presidente y su equipo de colaboradores quedó manifiesta y fue ratificada por el mismo Presidente, en su discurso de los ``no a las puertas falsas'' y ``sí a los ya meritos'', del gobierno que seguirá atento a las necesidades y demandas de la dirigencia obrera en sus discursos salameros, pero ciego y sordo a los reclamos populares de empleo, salario, salud y justicia.
Un 1o de mayo con símbolos nuevos, con empresarios marchando al lado de los obreros, diciendo no a la venta de la petroquímica, a la pérdida de soberanía, empresarios haciendo a un lado el respeto y los buenos modales para con el gobierno, para denunciar la destrucción de la planta productiva, para exigir el cambio del modelo económico y el fin del neoliberalismo.
El gobierno debiera responder a estos retos, a actuar con honestidad y aceptar de una vez que sus estrategias no funcionan. Mucho se ha hablado de control de la inflación, de la mejoría en la balanza comercial, de aumentos en la afiliación al IMSS. Pero qué podría decir el gobierno del flujo de indocumentados a California y Texas? Acaso ha comenzado a disminuir? Cuál es el número de hombres, mujeres y niños mendingando en los cruceros de las calles como resultado de la política neoliberal y de los errores de diciembre? Acaso ha comenzado a disminuir? Qué tanto se ha reducido la esperanza de vida a consecuencias de las reducciones reales en los presupuestos de salud? Cuál es el número de propiedades embargadas y perdidas por incapacidad de pago de los deudores? Cuántas empresas se han creado durante 1995 y 1996? Cuántas se han cerrado? Cuántas han sido compradas por extranjeros? (a precios de remate por supuesto) En cuánto han empezado a disminuir los delitos vinculados con el desempleo? Conocer todo esto resulta necesario para poder hablar de recuperación económica de manera responsable, porque lo demás parece poco serio.
Así lo parece al menos a la sociedad mexicana, que este 1o de mayo se expresó con civilidad, con gallardía, con ingenio y sobre todo con mucha claridad.