El miércoles pasado, ese actor social cada vez más complejo y diverso que es el sindicalismo, manifestó de distintas maneras las visiones del momento político que sustentan sus principales expresiones. Qué diferencias sobresalen? Que unos decidieron hacerlo dentro de las estrechas fronteras de la explanada de la sede del Congreso del Trabajo y otros lo hicimos en la plaza pública. Que unos siguen hablando para y hacia el poder político mientras otros nos dirigimos a la sociedad. Que unos descalifican y excluyen y otros creemos que en vez de aislar y descalificar, lo que necesitamos es tender puentes, entender las diferentes razones y generar la unidad en la diversidad.
Los días previos al primero de mayo no faltaron reflejos autoritarios que pretendieron imponer la inmovilización y decidir, por encima de la autonomía de sindicatos y centrales, cómo y dónde conmemorar a los Mártires de Chicago. Pero ya pasaron los tiempos en que una sola voz en el sindicalismo (así fuera muy importante) se ostentaba como la voz de todos. Ya pasó el tiempo de las unanimidades impuestas, de las exclusiones a los que no eran idénticos a sí mismos, ya pasó el tiempo de que unos hablaban y decidían por los demás, del ejercicio vertical del poder.
Existen distintas lecturas sobre las marchas de las organizaciones del foro ``El sindicalismo ante la Nación'' y de las aglutinadas en la Coordinadora Intersindical. Las visiones son contradictorias: ``parteaguas en el sindicalismo'', ``disputa por los reflectores y por la interlocución con el gobierno'', ``gestión de una nueva alternativa''... Hay una pregunta que resume las dudas de los observadores y analistas: ''renace o se resquebraja el sindicalismo?''.
Como es lógico, cada quien mira a través del color de su cristal y así algunos vislumbran un despertar alentador, otros guardan reservas y no faltan quienes anticipan o quizás anuncian? consecuencias intimidatorias. La pregunta no es: quiénes están por el aturdimiento y la incertidumbre y quiénes por una política laboral que rescate y reconozca el valor del trabajo? Para quienes estamos en la última postura, recuperando lo bueno del pasado y construyendo el futuro, importan tanto el objetivo como los caminos que como dijera el poeta se hacen al andar.
Qué está en disputa: la conducción o el proyecto? Esta es una falsa disyuntiva, ambos son necesarios. Lo que se requiere es una visión estratégica para la formulación de alternativas y para fortalecer liderazgos.
En el Foro Sindical se está construyendo, no sin dificultades, una cultura que privilegia la reflexión colectiva, la discusión de propuestas, la generación de consensos. A nadie se le ha ocurrido hasta ahora imponer su punto de vista. El tema del primero de mayo estuvo a debate desde muchas semanas antes: se analizaron pros y contras de salir a la calle... Se temía la presencia de provocadores y aun el desbordamiento. Al final se confió en la madurez de los sindicalistas. No nos equivocamos. Pero las cosas como son: el Foro sindical es, apenas, una promesa de transformación, el asomo de una cultura sindical, es una búsqueda de un sindicalismo alternativo, democrático y autónomo.
La creación del Foro Sindical como un nuevo espacio institucional que abarcará sindicatos con tradición de lucha y vocación democrática de dentro y fuera del Congreso del Trabajo, partió del reconocimiento del desgaste severo de todos los actores sociales, significativamente, del sindicalismo.
A treinta años de la fundación del Congreso del Trabajo, ante su creciente agotamiento que se expresa en la reducción del papel de las organizaciones sindicales a ``legitimadoras'' simbólicas de decisiones que empobrecen a los trabajadores, y frente a procesos como la reforma democrática del Estado y la soiedad, tenemos que ir por un cambio que rescate su razón de ser; construir a partir de la democracia y la autonomía, la unidad en la pluralidad, la fuerza necesaria para tomar parte en las grandes decisiones públicas y hacerlo desde su perspectiva y para beneficio del pueblo. El problema del Congreso del Trabajo puede expresarse en que no pasa nada, cuando hoy debían pasar tantas cosas... Lo que pone en riesgo a los trabajadores y a sus organizaciones no es el cambio sino, por el contrario, la parálisis.
Si los sindicatos y el Congreso del Trabajo no representan el sentir de sus agremiados, si no pueden defender con eficacia el salario, las prestaciones, el empleo y la contratación colectiva, entonces corren el riesgo de ser arrumbados o rebasados... y entonces sí se estarán sentando las bases para los desarreglos sociales y la ingobernabilidad.
La gran noticia del primero de mayo es que por encima de las inercias y el inmovilismo que se quiso imponer, va consolidándose un sindicalismo maduro, democrático, combativo y propositivo, que no pretende tirar por la borda la institucionalidad corporativa sino los vicios y las deformaciones que generó su desgaste, que no es, de ninguna manera, una amenaza a la estabilidad, sino, en las nuevas condiciones, un soporte para una gobernabilidad democrática.