Mauricio Ortiz
Realidad vicariante

Más que una lámpara de inmenso wattaje conviene el multicitado recurso de la mecedora. Un corredor de piso rojo, las paredes blancas y el típico enrejado, algunas plantas en maceta de hojalata, los tanques de gas, las consabidas antenas y una inservible parabólica. Horas de la tarde o de la noche, al cerrar la puerta nada queda salvo el rumor de la calle y su apremiante advertencia, ¡Quid pro quo! ¡Quid pro quo!

Y es que los procesos vicariantes juegan un papel importantísimo en la vida de los hombres, la vida individual como la colectiva. Si los infartos del corazón suelen ser más fulminantes en una persona de treinta que en una digamos de sesenta es por la llamada circulación vicariante, que reduce sensiblemente el territorio miocárdico afectado y por tanto el peligro de muerte. A medida que corren los años y las arterias coronarias endurecen y se depositan sedimentos de sangre en sus paredes, otros pequeños vasos se van abriendo camino por los lados. Si la arteria joven al taparse deja sin gota de agua al jardín entero, en la persona mayor los nuevos canales y pequeños cauces que el tiempo fue abriendo se encargan de regar aunque sea los últimos matorrales.

De igual modo las personas van abriendo sus brechitas ante la dureza de la vida. No se puede por acá, por más que le intente uno, vamos a ver si por este lado. Antes sí, con un trabajo bastaba para toda la familia; hoy tienen que ser tres, cuatro chambitas y la mujer también y los hijos más grandes: economía familiar vicariante. Y se tapan las arterias principales de la macroeconomía, pero surge la circulación ambulante, economía vicaria que tal vez salva a la ciudad del infarto múltiple no obstante afear las plazas y las calles. Ante el tapón que se acumula con el tiempo en el sexo conyugal busca el hombre amantes jóvenes en que vicariamente circular las pasiones que le quedan. El papá sublima en el niño su ansia de gol y juventud y quiere que además de jugar futbol aunque no le guste, sea de perdida medio volante porque en sus tiempos él fue defensa central. Qué tanto un cigarrillo es un fragmento vicariante de la vida para que en los momentos amargos sepa mejor y en los dulces no empalague tanto.

La realidad nacional dio en estos días los últimos toques a un proceso vicariante muy ilustrativo de este tipo de operaciones. ``El juez primero de distrito de Tuxtla Gutiérrez sentenció a 13 y 6 años de prisión, respectivamente, a los presuntos miembros del EZLN Javier Elorriaga Berdegué y Sebastián Entzin, por los delitos de terrorismo, rebelión y conspiración.O Lo de presuntos les viene porque no importa si son zapatistas o no, da igual si el proceso es irregular o no, lo que vale es que simbolizan el zapatismo a ojos de la autoridad competente. Don Quijote y Sancho Panza, el hidalgo en este caso ladino y su escudero adecuadamente indígena, con sentencias apropiadas para los diferentes cargos. Una lectura muy sensible si bien simple de la imaginería cervantina consagrada muy desde el principio por el subcomandante Marcos en el cánon zapatista. Si las circunstancias políticas no aconsejan tener tras las rejas al de la Triste y Enmascarada Figura propiamente, al fin todos somos Marcos y un Quijote vicario es por lo pronto suficiente para sublimar las distintas ansiedades y evitar, así sea ilusoriamente, la fatalidad del infarto inevitable. ¿Por qué Elorriaga y Entzin? Lo mismo da, Rocinantes hay en todos los potreros.

``Por quien Dios es, Sancho --interrumpió a esta sazón Don Quijote--, que concluyas con tu arenga; que tengo para mi que si te dejasen seguir en las que a cada paso comienzas, no te quedaría tiempo para comer ni para dormir; que todo le gastarías en hablar. O Una cosa por otra.