Juan Arturo Brennan
Los antiguos y su encuentro

Al parecer, el segmento del público melómano que sí cree que se hizo buena música antes de Bach está creciendo inexorablemente. De ello dieron prueba reciente los numerosos públicos que se dieron cita a las sesiones del Encuentro Internacional de Música Antigua 1996 que terminó hace un par de semanas. La sede principal de esta sabrosa exploración de lo medieval y lo renacentista fue el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes. Es cierto que el aspecto mismo del auditorio no es muy apto para este tipo de expresión musical, pero el elemento realmente importante, que es la acústica, funcionó muy bien para la proyección de la delicadas sonoridades ofrecidas por los grupos y solistas participantes. No hay espacio aquí para una reseña exhaustiva de todo lo escuchado en el Encuentro, pero sí hay líneas ágata suficientes para mencionar algunos de los momentos más destacados de esos trece días de buena y antigua música.

El concierto de apertura estuvo a cargo de la orquesta y el coro de la Cappella Cervantina, dirigidos por su fundador, Horacio Franco, músico de inagotable energía y curiosidad. La combinación de piezas vocales e instrumentales en el programa permitió hacer observaciones muy específicas respecto a este singular ensamble. La compenetración del coro y la orquesta va en ascenso indudable, y cada ejecución es mejor que la anterior. Hay que decir, sin embargo, que el análisis individual indica que mientras el coro ha alcanzado ya un nivel técnico y expresivo muy bueno, a la orquesta todavía le falta acostumbrarse plenamente a sus cuerdas de tripa, sus arcos flojos, su ausencia de vibrato, sus fraseos y sus ataques a la manera antigua.

Se nota que Franco ha trabajado a profundidad con la orquesta, y se nota que el grupo ha hecho progresos notables. Lo que falta por hacer se hará, sin duda, y los resultados estarán pronto a la vista y al oído de todos. Mención especial en este concierto de apertura para la violinista Viktoria Horti, cuyo Vivaldi estuvo entre lo mejor de la sesión.

La segunda sesión del Encuentro fue sin duda uno de sus puntos climáticos. Al estupendo trío La Fontegara se unió la soprano Heather Knutson para interpretar un delicado programa de canciones medievales de Francia e Italia, de Dufay, de Landini y algunos anónimos. La pulcra y dúctil voz de Heather Knutson fue envuelta con equivalente delicadeza por el instrumental de La Fontegara, destacando el hecho de que Gabriela Villa y Eloy Cruz dejaron la viola da gamba y la tiorba para ejecutar en esta ocasión la fídula y la cítola, logrando resultados que evidencian la seriedad con la que se aproximan a su instrumental, así como la sensibilidad de los tres para el balance dinámico.

Fascinante resultó también el teatro musical propuesto por Lo Tasso Napolitano. La voz de un contador de cuentos, el clavecín de un músico y dos siluetas fueron suficientes para mantener al público embelesado con la narración entreverada de una historia de amor de Scarlatti, el monteverdiano Combate de Tancredo y Clorinda, y algunas reminiscencias de la Jerusalén liberada de Torcuato Tasso. Elementos mínimos, austeridad máxima, buen teatro, buena música, resultado redondo. ¿Qué más se puede pedir?

Hacia el final del Encuentro, el grupo Fortune's Wheel ofreció un par de recitales realmente de primer nivel. El segundo de ellos, dedicado a la música ibérica del siglo XIII, fue una espléndida lección de estilo, de dicción, de afinación, de balance perfecto y de compromiso total con la música. Guiados por la voz cristalina de Heather Knutson, los miembros de Fortune's Wheel abordaron un programa con numerosas canciones sefarditas, así como fragmentos del Libre Vermell, el Códice Las Huelgas, el Códice Martin y un par de cantigas de Alfonso El Sabio. El conjunto demostró a lo largo de este brillante recital un sentido impecable de equilibrio y claridad, y supo dar a estas músicas ibéricas el necesario contorno sinuoso y sensual que de inmediato nos remite a los orígenes árabes y judíos de estas añejas piezas.

En suma, un Encuentro Internacional de Música Antigua bien planeado, bien programado y bien llevado a cabo, con la ventaja de que la nutrida asistencia es un reto para que este tipo de sesiones musicales se realicen con más frecuencia. Notable también el hecho de que algunos de los músicos mexicanos participantes en el Encuentro demostraron un nivel suficiente para compartir el escenario en igualdad de circunstancias con intérpretes extranjeros. Y apreciable igualmente que este Encuentro haya tenido una extensión a la ciudad de Morelia, ampliando la cobertura y demostrando de paso que la descentralización musical es perfectamente factible. De entre las numerosas riquezas de este Encuentro Internacional de Música Antigua 1996, elijo una para destacar sobre las demás: la fulgurante presencia de Heather Knutson como ancla vocal de todo el festival. Si usted no la conoce, busque y escuche sus grabaciones de la música de Hildegarda von Bingen con el grupo Sequentia. Son irresistibles.