Julio Hernández López
Volver a la CNOP: simulación nostálgica

Una de las frases rituales que se pronuncian en las reuniones priístas organizadas para aparentar que se trabaja en una reforma democrática es que el partido tricolor debe ``volver a sus orígenes''. Tal expresión demuestra palmariamente ignorancia política y carencia de mejores elaboraciones argumentales. Volver a los orígenes se pide como si, mediante un pase mágico, fuera posible frenar el desarrollo político de la nación y se pudiera restablecer aquel paraíso (para los priístas) del carro completo, de la aplanadora, del partido virtualmente único. Volver a los orígenes, se dice, sin reparar en que esos orígenes fueron la semilla de la plaga que hoy se pretende destruir. A falta de propuestas para el futuro está la artificial adoración del pasado, pretendiendo crear mitos celebrables allí donde la historia tan sólo documenta realidades olvidables, si no es que altamente censurables.

Esa tendencia nostálgica ha quedado nuevamente demostrada con la alharaca propagandística generada para festinar que el Frente Nacional de Organizaciones y Ciudadanos (FNOC) pretende cambiar de nombre (y de hecho ya lo ha decidido, sin asambleas ni procedimientos estatutarios suficientes: simplemente por la decisión cupular) para regresar al antiguo de Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).

Nada sustancial significa un cambio de nombre, como nada pasaría si el actual PRI volviera a su denominación original de Partido Nacional Revolucionario, o si Santiago Oñate modificara su acta de nacimiento para llamarse a partir de ahora Plutarco Elías Calles. Lo importante no es lo cosmético, lo superficial, sino, si acaso los hubiera, los cambios de fondo, las modificaciones reales. El mismo producto, con diferente mercancía, podrá engañar a algunos cuantos compradores, pero finalmente todos sabrán que la etiqueta no hace el contenido.

Resulta, sin embargo, especialmente importante que en los preparativos de la XVII asamblea nacional del PRI se comiencen a dar, y a festinar, malabarismos como los del FNOC que ahora vuelve a ser CNOP. Estamos en presencia de una confesión adelantada de lo que nos espera en la citada asamblea: palabrería, simulación, apariencias. Lo importante es hacer ruido para que nadie note que nada cambia de verdad. Mucho escándalo, oropel y lentejuelas para que el espectáculo gane en vistosidad. Pero nada más.

Y para confirmar que la sensibilidad política es una mercancía cuyas existencias están agotadas en el PRI, resulta que uno de los ``cambios'' con los que se llegará a la XVII asamblea será justamente la reversa en uno de los puntos que pretendió cambiar Luis Donaldo Colosio en la XIV. Colosio buscaba cambiar el sentido acaparador del poder y obstructor de la democracia que eran los sectores. Por ello impulsó la idea de un partido de ciudadanos, en contraposición del criterio rector de un partido de sectores. El único espacio en el que se pudo ensayar el intento colosista fue en el popular, donde la condición blandengue de la CNOP permitía avanzar sin tantas resistencias a la idea de reducir el peso corporativo. El intento no logró mayores avances que el de cambiar el nombre y darle a la entonces lideresa, Silvia Hernández, material para discursos y entrevistas, pero sin lugar a dudas fue uno de los pálidos avances de aquel esfuerzo colosista.

Ahora, simplemente por una evocación barata que pretende equiparar pasado con gloria, se regresa al nombre de CNOP. No hay una verdadera revisión del papel de los sectores, del corporativismo, de las cuotas de poder, del alejamiento del PRI respecto a las clases medias, al abandono de las causas sociales. No. Simplemente se pretende que con cambiar un nombre por otro se restituyan entorchados que, por lo demás, serían bastante discutibles. En efecto, la CNOP como tal fue la entidad tradicionalmente encargada del control corporativo de organizaciones diversas. Sin identidad ni definición real, la CNOP fue el instrumento útil dentro del partido para acomodar todo lo que no fuera ni obrero ni campesino. El recuerdo de la CNOP es el de las matracas y las mantas, de los cencerros y las porras, de las vallas y el acarreo.

Qué cambia de verdad con dejar FNOC y volver a CNOP? Nada, pero de eso es de lo que se trata. De no cambiar realmente nada. De aparentar. De hacer como que se hace. Y de irle mostrando a todos que en esta XVII asamblea ni siquiera se cuidarán las formas: simplemente se recurrirá a mitos desgastados e insostenibles, como el de la tal CNOP.