DETENER LOS AJUSTICIAMIENTOS

En semanas recientes se ha multiplicado en México un tipo de homicidio popularmente conocido como ``ejecución extrajudicial''. Con una frecuencia estremecedora, en diversos puntos del país particularmente en el noroeste, en el centro y en esta capital se suceden los asesinatos a balazos y aparecen cadáveres con huellas inequívocas de ajusticiamiento. Paralelamente, la delincuencia parece haber dado un salto cualitativo en sus métodos para asaltar. Hoy, quienes son privados en la vía pública de sus pertenencias tienen muchas probabilidades de perder la vida al mismo tiempo.

La situación obliga a evocar la circunstancia trágica de otros países afectados por una violencia permanente, como Colombia y Guatemala, y lleva a preguntarse por las causas de esta oleada de crímenes.

Otro dato: al menos tres de los asesinados en las semanas recientes eran militares en servicio activo. En uno de los casos parece claro que el móvil del homicidio fue un asalto, pero sería conveniente buscar posibles vínculos en los dos restantes.

En otro sentido, se ha especulado con la posibilidad de que el asunto de fondo en la mayor parte de las muertes sea una pugna por el liderazgo en las organizaciones del narcotráfico, una vez capturado y extraditado el capo Juan García Abrego, o que se trate de un ajuste de cuentas entre tales corporaciones mafiosas.

Otra indeseable conjetura es la que sostiene que los homicidios de los últimos tiempos no guardan ninguna relación entre sí y que son producto, simplemente, de la entronización de patrones de violencia extrema en nuestra sociedad.

El número de los homicidios y los patrones con que son cometidos debiera alertar a las corporaciones policiacas y a las instituciones encargadas de procurar justicia estatales y federalespara que investiguen a fondo el fenómeno y sus causas y le pongan un alto. Si hubiera en el país algo semejante a los escuadrones de la muerte o las brigadas de ajusticiamiento que han operado y operan aún en otras latitudes, tales asociaciones delictivas deben ser perseguidas y desmanteladas de inmediato, y sus eventuales miembros, castigados con todo el rigor de la ley.

México no puede permitir semejante degradación de la convivencia ni una tan grave pérdida de valor de la vida humana. Es necesaria una reacción social y gubernamental de absoluto rechazo a la multiplicación de los homicidios. No debemos ni siquiera concebir la posibilidad de habituarnos a esta violencia.


LIBRE COMERCIO

La aprobación del comienzo de negociaciones entre México y la Unión Europea con vistas a la liberalización comercial es una decisión que merece análisis. Ya colocado el país en una dinámica de apertura comercial, parece sensato diversificar mercados, en una situación en la que el comercio exterior mexicano se ha concentrado, más que en épocas anteriores, con Estados Unidos. Un caso extremo ha sido la exportación petrolera, de la que el 80 por ciento se dirige al vecino país.

Sin embargo, un proceso tan complejo como el que se abre ahora no debe ser simplificado ni presentado como la panacea. La afirmación de que esto aumentará un 20 por ciento las exportaciones mexicanas a Europa se antoja, por decir lo menos, aventurada. Hasta qué punto estas exportaciones serían canceladas o rebasadas, en valor, por las importaciones de Europa? No sabemos aún los términos que resultarán de la negociación. Tenemos experiencias del TLC con Estados Unidos, que no ha escatimado tendenciosos juicios antidumping contra nuestras exportaciones, embargos a nuestras ventas de camarón y atún disfrazadas con argumentos falsamente ecologistas, problemas con las ventas mexicanas de acero, cemento y jitomate, y obstáculos al ingreso de camiones de nuestro país en territorio estadunidense.

Además, en el comercio con Europa, será preciso resolver cuestiones tales como las normas de calidad, que en el caso de las europeas no necesariamente son satisfechas por los productos mexicanos. En suma: es importante identificar y señalar las ventajas, pero también es necesario prever los problemas, y buscar en las negociaciones normas de equidad que nos permitan un entorno comercial menos hostil que el que hemos encontrado con Estados Unidos y Canadá.

Un aspecto relacionado con el comercio exterior más abierto es el flujo de la inversión extranjera. Parecía que íbamos a tener importantes flujos de inversión estadunidense y canadiense a raíz del TLC, y esos flujos han sido menores que los esperados. La falta de una auténtica política industrial y el hecho de que los recursos públicos inyectados a la economía se hayan dirigido a renglones no productivos como el rescate de los bancos y el subsidio a las autopistas concesionadas, así como el empeño de mantener un mercado interno muy limitado, son algunos de los elementos que contribuyen a explicar la escasa inversión, nacional y extranjera, en el país. Con estos elementos, también la inversión europea podría inhibirse, aun si obtiene, con la liberalización comercial, ventajas de otro tipo.

Procede seguir con atención este proceso, y que los funcionarios que lo conduzcan informen con objetividad sobre su desarrollo.