Confluyen sobre el horizonte del imaginario mexicano actual dos contrapuntos. Uno donde los movimientos de los trabajadores de la educación adelgazan aún más la posible resistencia sistémica ante el castigo que se le ha impuesto al salario con motivo de la crisis. Otro donde un emisario, salido de las entrañas del dogma y el eurocentrismo disfrazados ahora de moderno tribunal castigador de herejías (Ratzinger), entra en la escena nacional para dictar línea a los ``nativos'' y domeñar, todavía más, a su atenta audiencia de obispos obsequiosos y creyentes colonizados. Se refuerza, de esta ``sagrada'' manera, la intemperancia que deviene de lo sobrenatural, ya muy tocada en el México de la crisis por los mitos y terrores colectivos (Chupacabras).
El influyente cardenal de la curia Romana, actual continuador del Tribunal de la Inquisición a través de eso que llaman Congregación para la Doctrina de la Fe vino, según lo difundido, a clarificar las confusiones que ``seudoteólogos, con una nueva manera de manipular a los indígenas'' predican en estas tierras. Es decir, admite pertenecer a esos otros teólogos de antaño que vinieron a hacer lo mismo. Se lanzó también, claro está, contra su creciente competencia: las ninguneadas ``sectas'' que han ganado seguidores al por mayor. De aquí en adelante, la clerecía autóctona (católica) deberá tener sumo cuidado para no caer, al intentar la crítica social, en los anatemas y desviaciones identificadas por Ratzinger en su ya larga lucha contra las interpretaciones que llama ``tendenciosas'' (H. Kung, L Boff, S. Ruiz) desde sus extravagantes aposentos vaticanos con el sabio apoyo de la filosofía alemana.
En el orden de las cosas terrenas, sencillas y pedestres, la confluencia de señales encontradas en el ámbito público abundan. Algunas se dan entre la pretendida Reforma del Estado empujada por la sociedad y prometida por el gobierno, frente a los obstáculos y resistencias que van encontrando las nuevas reglas con las que se piensa jugar en ese orden democrático emergente. Otras más se derivan de la confrontación entre el optimismo oficial que augura el fondo del proceso recesivo, a pesar de los avisos, cada vez más alarmantes, de una economía sitiada por el peso de una deuda insostenible (pagos incautatorios por un 4 o 5 por ciento del PIB) y un sistema productivo baldado, sobre todo en su vertiente financiero bancaria. Una cosa será detener la caída de la economía del país, y otra muy distinta sostener un crecimiento para restituir, y luego mejorar, los niveles de vida de la población. Sobre todo si se parte de que tales sangrías, aumentadas en los últimos tiempos por las sobre tasas impuestas por los centros financieros mundiales y el gobierno americano, tienen sus repercusiones inmediatas en el ahorro interno.
En el horizonte político aparece la factible, aunque titubeante, concreción de un ideal ciudadano de larga travesía buscado entre avances y sobresaltos.
La prometida reforma del Estado se alarga y disminuye hasta dar a luz un ajuste electoral, ése sí al parecer definitivo que, sin embargo, no deja de tropezar con un conjunto de obstáculos reales, concretos y amenazantes por la prevalencia de los reflejos más autoritarios del antiguo sistema de poder.
Cuántas penalidades puede aguantar una incipiente democracia? o mejor dicho cuántos disfraces pueden ocultar la debacle de un sistema regresivo que impone frustraciones tras miseria a las mayorías de un país? Los casos son notables y ejemplares. Contienen en sí mismos casi todos los elementos de la trabazón general. Aguas Blancas cataliza el descontento colectivo. Cae un gobernador atrabiliario pero los legisladores priístas y sus falsas lealtades, la incapacidad investigadora de la PGR, el tinglado de intereses grupales del gobierno del estado de Guerrero, la tenue inducción federal (Segob) y la extraviada voluntad de justicia del MP guerrerense diluyen, hasta hacerlas nugatorias, las intenciones de limpia y regeneración.
El gran pantano de las complicidades, la corrupción y el deformado desarrollo parecen asfixiar los recientes intentos de purga y renovación. Lo mismo acontece con Tabasco y los escarceos de una PGR que no tiene más camino que los interrogatorios a los inculpados como método de seguirle la huella a los ilegales dineros usados por el PRI y configurar así los delitos que desaten tal enredo. Las interpretaciones son varias. Si tomamos un lado llegamos a concebir al gobierno en pos de un empuje democratizante. Pero si atendemos a los detalles, las inercias, los manipuleos y demás desviaciones, bien se puede afirmar la duda sobre los deseos efectivos si no es que la mera ineficacia.