Sergio Aguayo Quezada
Los maestros y el presidente

En lugar de disfrutar los homenajes, centenares de miles de maestros emplearán su día en protestar por los bajos salarios que reciben, y que seguirán recibiendo porque el presidente ya dijo que aumentarán los salarios cuando venga la recuperación económica.

Los trabajadores de la educación son un gremio bien importante por su número y por su presencia política. Es una de las pocas organizaciones sociales con presencia en todo el país y al interior de su sindicato nacional, el SNTE, se ha ido dando una gradual, aunque todavía incompleta, democratización que se manifiesta en la tolerancia a la pluralidad. Al interior del SNTE hay corrientes de todo tipo, algunas de las cuales pelean por sus ideas, y sus salarios.

Dada su fuerza y combatividad es probable que el gobierno federal autorizara un buen aumento, aunque lo disimularan bajo otros rubros porque no quieren crear precedentes. Cualquier monto autorizado por el presidente y Hacienda serán menor a lo deseado o necesitado. Es entonces posible que en los próximos días o semanas veamos protestas magisteriales en diversas regiones.

Los funcionarios les darán la razón porque las penurias de los maestros son evidentes, pero sin modificar un milímetro la política de austeridad. Lo que sí harán será comprometerse a que cuando venga la recuperación mejorarán los salarios.

Es una posición inteligente porque consideran que no hay riesgo de que se salga de control la rebelión magisterial. En sus cálculos políticos influye la diversidad al interior del sindicato magisterial y la fenomenal dispersión entre los inconformes de la política económica.

El prometer la redención futura también les resulta cómodo porque los que dan consejos lo hacen con sus problemas salariales resueltos. Una pequeña capa de empleados del gobierno no ha sufrido las crisis porque se ha dado a sí misma buenos aumentos a salarios superiores a los de las mayorías. Aunque el mundo de los salarios es un laberinto difícilmente penetrable, daré algunas cifras que pueden servir para hacer una comparación.

Entre febrero de 1994 y febrero de 1996 el personal académico de El Colegio de México recibió un incremento en sus salarios de aproximadamente 73 por ciento. Esto significa que quien está en la categoría más baja (C1) recibe actualmente 2 mil 600 pesos al mes, y quien está en la más alta (SIII) 7 mil 300. Un maestro de primaria en el Distrito Federal devenga mil 427 pesos. A estas cifras hay que agregarle diversas compensaciones y estímulos que mejoran, sin solucionar, las penurias de los maestros. El resultado es el pluriempleo, las angustias y las protestas.

La alta burocracia no tiene problemas, y citaré el caso del presidente como símbolo de un patrón generalizado. De aucuerdo a los Presupuestos de Egresos de la Federación, entre 1994 y 1996 aumentó el salario del presidente de la República en un 328 por ciento! Según estos documentos, Carlos Salinas ganaba 13 mil 881 nuevos pesos al mes (cifras brutas). En 1995 el salario de Ernesto Zedillo se incremento en 271 por ciento (llegó a 52 mil pesos mensuales) y en 1996 volvió a crecer en 57 por ciento (82 mil pesos). A estas cifras hay que agregar sobresueldos, bonificaciones y privilegios de los que sólo sabemos que son sustanciales.

Es posible que el salario de Salinas fuera una de las ficciones geniales del sexenio y seguramente percibía bastante más. De ser ese el caso, Ernesto Zedillo está siendo más transparente con su salario mensual. Aun así, no se justifica que se haya dado un incremento del 57 por ciento para 1996 cuando los maestros, si bien les va, no recibirán más del 15.

Como el presidente Ernesto Zedillo nos acaba de decir que no se vale criticar sin proponer alternativas, quisiera hacerle una sugerencia relacionada con los salarios y el magisterio.

Es indudable que los gobernantes tienen grandes responsabilidades y es natural que tengan salarios razonables. Sin embargo, si eligieron el servicio público deberían mostrar mayor sensibilidad en estos momentos tan difíciles. Sería entonces deseable que cualquier incremento a su salario fuera porcentualmente idéntico al que han otorgado al magisterio. En aras de la transparencia también deberían informar sobre las compensaciones, bonificaciones y privilegios que reciben.

Predicar con el ejemplo es un atributo deseable en quienes gobiernan y, en las condiciones actuales, una señal de su disposición a compartir la austeridad de los maestros que honramos este 15 de mayo.